domingo, 31 de mayo de 2009

Rodolfo Modern, Aforismos

La vida transcurre en la tentativa de encontrarnos con los otros. Hay suerte si al final nos encontramos con nosotros mismos.

En asuntos de belleza, consulta a tu gato.

Tras Prometeo, nadie hizo nada verdaderamente útil.Sus sucesores carecieron de los hígados suficientes.

La tarjeta postal hace las veces de tarjeta Baedeker de los pobres.

Te amo: presente de indicativo. Se suele conjugar en pretérito de recriminativo y en futuro de olvidencial.

Una mujer hermosa sonríe como un brillante que hace señas detrás del escaparate. En ambos casos conviene pasar de largo.

La biología genética es la pesadilla del ornitorrinco.

Con las migajas que el necio desprecia, el sabio compone enciclopedias.

El proceso de Kafka se debió al hecho de que noviaba con varias chicas simultáneamente, que lo metamorfosearon y lo llevaron, tras una residencia en una colonia penitenciaria, hasta un castillo donde purgó una merecida condena.

Entre un libro decididamente malo y y la guía de teléfonos, esta última posee una estructura más orgánica, sin contar con el número de sus personajes

Las enfermedades son un invento de la industria de la salud.

Ningún rascacielos llega a su enunciado

El caviar nos libera del temor a la pobreza, y la pobreza nos libera de la compulsión por el caviar.

Lo que nos separa de la barbarie es la invención de las puertas.

Los hijos, ese espejo cóncavo o convexo de ti mismo.

El mejor diagnóstico es una buena autopsia.


martes, 19 de mayo de 2009

Mario Benedetti, Poesías

Defensa de la alegría

Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas


defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos


defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias


defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres


defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa


defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.


Oda a la pacificación

No sé hasta dónde irán los pacificadores con su ruido metálico de paz pero hay ciertos corredores de seguros que ya colocan pólizas contra la pacificación
y hay quienes reclaman la pena del garrote para los que no quieren ser pacificados
Cuando los pacificadores apuntan por supuesto tiran a pacificar
y a veces hasta pacifican dos pájaros de un tiro
es claro que siempre hay algún necio que se niega a ser pacificado por la espalda
o algún estúpido que resiste la pacificación a fuego lento
en realidad somos un país tan peculiar
que quien pacifique a los pacificadores

un buen pacificador será.


Los formales y el frío

Quién iba a prever que el amor, ese informal,
se dedicara a ellos -tan formales


mientras almorzaban por primera vez ella muy lenta y él no tanto
y hablaban con sospechosa objetividad
de grandes temas en dos volúmenes
su sonrisa, la de ella, era como un augurio o una fábula
su mirada, la de él, tomaba nota
de cómo eran sus ojos, los de ella,
pero sus palabras, las de él,
no se enteraban de esa dulce encuesta


como siempre o como casi siempre
la política condujo a la cultura
así que por la noche concurrieron al teatro
sin tocarse una uña o un ojal
ni siquiera una hebilla o una manga
y como a la salida hacía bastante frío
y ella no tenía medias
sólo sandalias por las que asomaban
unos dedos muy blancos e indefensos
fue preciso meterse en un boliche


y ya que el mozo demoraba tanto
ellos optaron por la confidencia
extra seca y sin hielo por favor
cuando llegaron a su casa, la de ella,
ya el frío estaba en sus labios ,los de él,
de modo que ella fábula y augurio
le dio refugio y café instantáneos


una hora apenas de biografía y nostalgias
hasta que al fin sobrevino un silencio
como se sabe en estos casos es bravo
decir algo que realmente no sobre


él probó sólo falta que me quede a dormir
y ella probó por qué no te quedás
y él no me lo digas dos veces
y ella bueno por qué no te quedás
de manera que él se quedó en principio
a besar sin usura sus pies fríos, los de ella,
después ella besó sus labios, los de él,
que a esa altura ya no estaban tan fríos
y sucesivamente así mientras los grandes temas
dormían el sueño que ellos no durmieron.


Ustedes y nosotros


Ustedes cuando aman
exigen bienestar
una cama de cedro
y un colchón especial


nosotros cuando amamos
es fácil de arreglar
con sábanas qué bueno
sin sábanas da igual


ustedes cuando aman
calculan interés
y cuando se desaman
calculan otra vez


nosotros cuando amamos
es como renacer
y si nos desamamos
no la pasamos bien


ustedes cuando aman
son de otra magnitud
hay fotos chismes prensa
y el amor es un boom


nosotros cuando amamos
es un amor común
tan simple y tan sabroso
como tener salud


ustedes cuando aman
consultan el reloj
porque el tiempo que pierden
vale medio millón


nosotros cuando amamos
sin prisa y con fervor
gozamos y nos sale
barata la función


ustedes cuando aman
al analista van él
es quien dictamina
si lo hacen bien o mal


nosotros cuando amamos
sin tanta cortedad
el subconsciente piola
se pone a disfrutar


ustedes cuando aman
exigen bienestar
una cama de cedro
y un colchón especial


nosotros cuando amamos
es fácil de arreglar
con sábanas, qué bueno
sin sábanas, da igual.


Compensaciones

Ojo

por

ojo


lente

por

lente


Compañías

Dime

con quién andas

y te diré

go home


Once

Ningún padre de la iglesia

ha sabido explicar

por qué no existe un mandamiento once

que ordene a la mujer

no codiciar al hombre

de su prójima


Ausencia de Dios

Digamos que te alejas definitivamente
hacia el pozo de olvido que prefieres,
pero la mejor parte de tu espacio,
en realidad la única constante de tu espacio,
quedará para siempre en mí, doliente,
persuadida, frustrada, silenciosa,
quedará en mí tu corazón inerte y sustancial,
tu corazón de una promesa única
en mí que estoy enteramente solo
sobreviviéndote.


Después de ese dolor redondo y eficaz,
pacientemente agrio, de invencible ternura,
ya no importa que use tu insoportable ausencia
ni que me atreva a preguntar si cabes
como siempre en una palabra.
Lo cierto es que ahora ya no estás en mi noche
desgarradoramente idéntica a las otras
que repetí buscándote, rodeándote.
Hay solamente un eco irremediable
de mi voz como niño, esa que no sabía.


Ahora que miedo inútil, qué vergüenza
no tener oración para morder,
no tener fe para clavar las uñas,
no tener nada más que la noche,
saber que Dios se muere, se resbala,
que Dios retrocede con los brazos cerrados,
con los labios cerrados, con la niebla,
como un campanario atrozmente en ruinas
que desandara siglos de ceniza.


Es tarde. Sin embargo, yo daría
todos los juramentos y las lluvias,
las paredes con insultos y mimos,
las ventanas de invierno, el mar a veces,
por no tener tu corazón en mí,
tu corazón inevitable y doloroso
en mí que estoy enteramente solo
sobreviviéndote.


Síndrome

Todavía tengo casi todos mis dientes
casi todos mis cabellos y poquísimas canas
puedo hacer y deshacer el amor
trepar una escalera de dos en dos
y correr cuarenta metros detrás del ómnibus
o sea que no debería sentirme viejo
pero el grave problema es que antes
no me fijaba en estos detalles.


Mejor te invento


Estás alicaído, estás dudando,
no te alcanzan las pruebas ni las preces,
cada Dónde te ofusca, y cada Cuándo


Recorres el confort, las estrecheces
que quedaron atrás y es razonable
que reclames la vida que mereces,


las ventanas en paz, el techo estable.
Pero yo, te confieso, prefería
(¿cómo querés hermano, que te hable?)


cuando tu vieja angustia estaba al día
con la amgustia del mundo, cuando todos
éramos parte en tu melancolía.


Sé qué polvos trajeron estos lodos
pero saberlo no es la mejor suerte.
Inventaré quién sos. De todos modos,


inventarte es mi forma de creerte.


Hasta mañana


Voy a cerrar los ojos en voz baja
voy a meterme a tientas en el sueño.
En este instante el odio no trabaja


para la muerte que es su pobre dueño
la voluntad suspende su latido
y yo me siento lejos, tan pequeño


que a Dios invoco, pero no le pido
nada, con tal de compartir apenas
este universo que hemos conseguido


por las malas y a veces por las buenas.
¿Por qué el mundo soñado no es el mismo
que este mundo de muerte a manos llenas?


Mi pesadilla es siempre el optimismo:
me duermo débil, sueño que soy fuerte,
pero el futuro aguarda. Es un abismo.


No me lo digan cuando me despierte.

Mario Benedetti (1920-2009)




Un prejuicio básico lleva a algunos a leer a Borges soportando que Borges escriba...como Borges, a leer a Cortázar despotricando por cómo escribe Cortázar, y leer a Mario Benedetti lamentando que Benedetti sea-inevitablemente- Benedetti.

No entiendo la queja de estos lectores, que se dedican a la infructuosa tarea de buscar lo que no está escrito o a soslayar lo evidente. En el caso puntual de Benedetti, creo que nada es gratuito.Su compromiso ético, su militancia política, su visión de la vida cotidiana puede resultar trivial o perimida para los buceadores de profundidades abstractas.


J.S.Perednik observa que la poesía es el más conservador de los géneros literarios. La imagen del poeta ignorado y la poesía como la más torturada de las artes son una postal obligatoria en la mente de muchos. Para esos muchos, la irrefutable fama de Mario Benedetti debía resultar un claro síntoma de mala calidad artística.(Algo parecido le pasó a Vinicius de Moraes en su pasaje de poeta a cantautor). ¿Cómo puede ser bueno algo que aplauden todos? ¿Qué misterio tiene lo que puede entender cualquiera?



Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti -imposible negar la filiación ururguaya a partir del tercer nombre- escribió poesía, cuentos, novelas, teatro y ensayos.Perteneció a la generación del 45, junto con Idea Vilariño y Sarandy Cabrera.Durante 20 años (1954-1974) fue director literario del semanario Marcha.Su presencia en la narrativa latinoamericana comienza con el volumen de cuentos Montevideanos (1959) para cimentarse con las novelas La tregua (1960), Gracias por el fuego (1965) y El cumpleaños de Juan Angel (1971).

Tres imágenes tengo de Benedetti. Una concretísima, cuando él iba con su mujer por la calle Alvear, cerca de Plaza San Martín, a mediados de los '90 y nos cruzamos.

Otra, es él recitando en alemán en una escena de El lado oscuro del corazón de Eliseo Subiela.

La tercera imagen es mental. A los 14 años descubrí a Benedetti, en la biblioteca del colegio.Imagino,ahora, al oficinista de La tregua, en su último día de oficina previo a jubilarse y en su fabulosa reflexión final: "Esto, en fin, era el ocio; ¿qué haré con él?" E imagino al mismo Benedetti respondiendo con una frase de Paul Eluard: " hay otro mundo, pero está en éste".


Rosalía de Castro y Manuel Murguía



Rosalía de Castro, Airiños, airiños aires



AIRIÑOS, AIRIÑOS AIRES,

Airiños, airiños aires,
airiños d'a miña terra;
airiños, airiños aires,
airiños, leváime á ela.

Sin ela vivir non podo,
non podo vivir contenta;
qu'adonde queira que vaya
cróbeme unha sombra espesa.

Cróbome unha espesa nube
tal preñada de tormentas,
tal de soidás preñada,
qu'a miña vida envenena.
Leváime, leváime, airifios,
com'unha follina seca,
que seca tamén me puxo
a calentura que queima.
¡Ai!, si non me levás pronto,
airiños d'a mina terra:
si non me levás, airiños,
qulsáis xa non me conesan;
qu'á frebe que de min come,
vaime consumindo lenta,
e n-o meu corazonciño
tamén traidora se ceiba.

Fun n-outro tempo encarnada
como o color d'a sireixa;
son hoxe descolorida
como os cirios d'as igrexas,
cal si unha meiga chuchona
a miña sangre bebera.
Vóume quedando muchiña
com'unha rosa qu'inverna:
vóume sin forzas quedando,
vóume quedando morena,
cal unha mouriña moura
filía de moura ralea.

Leváime, leváime, afriños,
leváime adonde me esperan
unha nal que por min chora,
un pai que sin min n'alenta,
un hirmán por quen daría
a sangre d'as miñas venas,
y un amoriño a quen alma
e vida ile prometera.
Si pronto non me levades,
¡ai!, morreire de tristeza,
soya n'unha terra extraña,
donde extraña m'alomean,
donde todo canto miro
todo me dice ¡extranxeira!

¡Ai, miña probe casiña!
¡Ai, mina vaca bermella!
Años, que balás n-os montes,
pombas, qu'arrulás n-as eiras;
mozos, qu'atruxas bailando,
redobre das castañetas,
xas-co-rras-chás d'as cunchiñas,
xurre-xurre d'as pandeiras,
tambor d'o tamborileiro,
gaitiña, gaita gallega:
xa non m'alegrás, dicindo
¡muiyeira!, ¡muiyeira!
¡Ai!, quén fora paxariño
de leves alas lixeiras!,
¡ai, con qué prisa voara
toliña de tan contenta,
para cantar a alborada
n-os campos d'a miña terra!
Agora mesmo partira,
partira com'unha frecha,
sin medo as sombras d'a noite,
sin medo d'a noite negra;
e que chovera ou ventara,
e que ventara ou chovera,
voarla e voaría
hasta qu'alcansas'á vel-a.
Pero non son paxariño
e irei morrendo de pena.
xa en lágrimas convertida,
xa en sospiriños desfeita.

Dóces galleguiños aires
quitadoiriños de penas,
encantadores d'as augas,
amantes d'as arboredas;
musica d'as verdes canas,
d'o millo d'as nosas veigas;
alegres compañeiriños,
run-run de todal-as festas,
leváime n-as vosas alas
com'unhá follina seca.
Non permitás qu'aquí morra,
airiños d'a miña terra,
qu'ainda penso que de morta
hei de sospirar por ela:
ainda penso, airiños aires,
que dimpois que morta sea,
e aló pol-o camposanto,
donde enterrada me teñan,
pasés n-a calada noite
runxindo antr'a folla seca,
ou murmuxando medrosos
antr'as brancas calaveras;
inda dimpois de mortilla,
airiños d'a miña terra,
eivos de berrar: ¡Ariños,
airiños, leváime a ela!

Federico García Lorca, Cántiga do neno da tenda

Bos Aires ten unha gaita

sobro do Río da Prata,

que a toca o vento do norde

coa súa gris boca mollada.

¡Triste Ramón de Sismundi!

Aló, na rúa Esmeralda,

basoira que te basoira

polvo d´estantes e caixas.

Ao longo das rúas infindas

os galegos paseiaban

soñando un val imposibel

na verde riba da pampa.

¡Triste Ramón de Sismundi!

Sinteu a muiñeira d'agoa

mentras sete bois de lúa

pacían na súa lembranza.

Foise pra veira do río,

veira do Río da Prata.

Sauces e cabalos múos

creban o vidro das ágoas.

Non atopou o xemido

malencónico da gaita,

non víu o imenso gaiteiro

coa boca frolida d'alas;

triste Ramón de Sismundi,

veira do Río da Prata,

víu na tarde amortecida

bermello muro de lama.

Cantiga del chico de la tienda


Buenos Aires tiene gaita

sobre el Río de la Plata,

la sopla el viento del norte

con su gris boca mojada.

¡Triste Ramón de Sismundi!

Allá, en la calle Esmeralda,

plumerea y plumerea

polvo de estantes y cajas.

Por las calles infinitas

los gallegos paseaban

soñando un valle imposible

a la orilla de la pampa.

¡Triste Ramón de Sismundi!

Sintió la muiñeira de agua

con siete bueyes de luna

paciendo en su remembranza.

Se fue a la orilla del río,

junto al Río de la Plata.

Sauces y caballos mudos

quiebran los vidrios del agua.

Pero no encontró el gemido

melancólico de gaitas,

no vio el inmenso gaitero

de boca florida en alas;

triste Ramón de Sismundi,

junto al Río de la Plata,

vio en la tarde moribunda

bermejo muro de lama.


Versión castellana: Rodolfo Alonso / De Seis cantares galegos (1935). Recordemos que el poeta andaluz vivió en Buenos Aires entre 1933 y 1934, hospedado en el Hotel Castelar. Allí le entrevistó Enrique Anderson Imbert. Allí recalaron Francisco Peña Rodríguez y Marisa Ruiz Pina en abril de este año...ampliaremos

Julio Iglesias, Un canto a Galicia

Martín Códax, trovador tempranillo



De Martín Códax no se podrá decir que es un poeta "injustamente olvidado"...

domingo, 17 de mayo de 2009

Amancio Prada, Campanas de Bastabales




Rosalía de Castro
de Cantares Gallegos (1863)
Campanas de Bastabales,
cando vos oio tocar,
mórrome de soidades.
Campanas de Bastabales,
cuando os oigo tocar,
me muero de añoranzas.
I I
Cando vos oio tocar,
campaniñas, campaniñas,
sin querer torno a chorar.

Cando de lonxe vos oio
penso que por min chamades
e das entrañas me doio.

Dóiome de dór ferida,
que antes tiña vida enteira
e hoxe teño media vida.

só media me deixaron
os que de aló me trouxeron,
os que de aló me roubaron.

Non me roubaron, traidores,
¡ai!, uns amores toliños,
¡ai!, uns toliños amores.

Que os amores xa fuxiron,
as soidades viñeron...
de pena me consumiron.
Cuando os oigo tocar,
campanitas, campanitas,
sin querer vuelvo a llorar.

Cuando de lejos os oigo
pienso que por mí llamáis
y de las entrañas me duelo.

Me duelo de dolor herida,
que antes tenía vida entera
y hoy tengo media vida.

Sólo media me dejaron
los que de allá me trajeron,
los que de allá me robaron.

No me robaron, traidores,
¡ay!, unos amores locos,
¡ay!, unos locos amores.

Que los amores ya huyeron,
las soledades vinieron...
de pena me consumieron.
IIII
Aló pola mañanciña
subo enriba dos outeiros
lixeiriña, lixeiriña.

Como unha craba lixeira,
para oir das campaniñas
a batalada primeira.

A primeira da alborada
que me traen os airiños
por me ver máis consolada.

Por me ver menos chorosa,
nas suas alas ma traen
rebuldeira e queixumbrosa.

Queixumbrosa e retembrando
por antre verde espesura,
por antre verde arborado.

E pola verde pradeira,
por riba da veiga llana,
rebuldeira e rebuldeira.
Allá por la mañanita
subo sobre los oteros
ligerita, ligerita.

Como una cabra ligera
para oir de las campanas
la campanada primera.

La primera de la alborada
que me traen los aires
por verme más consolada.

Por verme menos llorosa,
en sus alas me la traen
retozona y quejumbrosa.

Quejumbrosa y temblando
entre la verde espesura,
entre la verde arboleda.

Y por la verde pradera,
sobre la vega llana,
juguetona y juguetona.
IIIIII
Paseniño, paseniño
vou pola tarde calada
de Bastabales camiño.

Camiño do meu contento;
i en tanto o sol non se esconde
nunha pedriña me sento.

E sentada estou mirando
como a lua vai saíndo,
como o sol se vai deitando.

Cal se deita, cal se esconde
mentras tanto corre a lua
sin saberse para donde.

Para donde vai tan soia
sin que aos tristes que a miramos
nin nos fale nin nos oia.

Que si oira e nos falara,
moitas cousas lle dixera,
moitas cousas lle contara.
Despacito, despacito
voy por la tarde callada
de Bastabales camino.

Camino de mi contento;
y en tanto el sol no se esconde
en una piedrita me siento.

y sentada estoy mirando
como la luna va saliendo,
como el sol se va poniendo.

Cual se acuesta, cual se esconde
mientras tanto corre la luna
sin saberse para dónde.

Para dónde va tan sola
sin que a los tristes que la miramos
ni nos hable ni nos oiga

Que si oyera y nos hablara
muchas cosas le dijera,
muchas cosas le contara.
IVIV
Cada estrela, o seu diamante;
cada nube, branca pruma;
triste a lúa marcha diante.

Diante marcha crarexando
veigas, prados, montes, ríos,
onde o día vai faltando.

Falta o día e noite escura
baixa, baixa, pouco a pouco,
por montañas de verdura.

De verdor e de follaxe,
salpicada de fontiñas
baixo a sombra do ramaxe.

Do ramaxe donde cantan
paxariños piadores,
que ca aurora se levantan.

Que ca noite se adormecen
para que canten os grilos
que cas sombras aparecen.
Cada estrella, su diamante;
cada nube, blanca pluma;
triste la luna marcha delante.

Delante marcha clareando
vegas, prados, montes ríos,
donde el día va faltando

Falta el día y noche oscura
baja, baja, poco a poco,
por montañas de verdor.

De verdor y de follaje,
salpicada de fuentecillas
bajo la sombra del ramaje.

Del ramaje donde cantan
pajarillos piadores,
que con la aurora se levantan.

Que con la noche se adormecen
para que canten los grillos
que con las sombras aparecen.
VV
Corre o vento, o río pasa.
Corren nubes, nubes corren
camiño da miña casa.

Miña casa, meu abrigo,
vanse todos, eu me quedo
sin compaña nin amigo.

Eu me quedo contemprando
as laradas das casiñas
por quen vivo sospirando.

..............................

Ven a noite..., morre o día,
as campanas tocan lonxe
o tocar do Ave María.

Elas tocan pra que rece;
eu non rezo que os saloucos
afogándome parece
que por mín tén que rezar.

Campanas de bastabales,
cando vos oio tocar,
mórrome de soidades.
Corre el viento, el río pasa.
Corren nubes, nubes corren
camino de mi casa.

Mi casa, mi abrigo,
se van todos, yo me quedo
sin compañía ni amigo.

Yo me quedo contemplando
las llamas del hogar en las casitas
por las que vivo suspirando.

................................

Viene la noche..., muere el día,
las campanas tocan lejos
las notas del Ave María.

Ellas tocan para que rece;
yo no rezo que los sollozos
ahogándome parece
que por mi tienen que rezar.

Campanas de Bastabales
cando vos oio tocar,
me muero de añoranzas.

Roman Jakobson / Carta a Haroldo de Campos sobre la textura poética de Martín Códax

Fue Luciana Stegnano Picchio quien, con su infalible gusto literario, atrajo mi atención hacia las encantadoras Cantigas del trovador galaico-portugués.(1) La monografía fundamental de Celso Ferreira da Cunha, O Cancioneiro de Martín Códax (Río de Janeiro,1956), y una instructiva conversación con Francis Rogers me ayudaron a apreciar estas espléndidas creaciones de una época sorprendente en la historia del arte verbal europeo.
Como admirador de la insuperable clarividencia de usted, tocante a los más íntimos nexos entre sonido y sentido, agudeza que sustenta y nutre sus atrevidos experimentos poéticos y sugestivos descubrimientos, y que inspira las extraordinarias trasposiciones que hace usted de poemas en apariencia intraducibles partiendo de lenguas bien distintas, desearía compartir con usted mis rápidas observaciones en torno a un exquisito espécimen de las joyas verbales galaico-portuguesas del siglo XII, la quinta de las siete Cantigas d’amigo de Martín Códax.

Quantas sabedes amar amigo
treides comig' a lo mar de Vigo.
e bannar nos emos nas ondas

Quantas sabedes amor amado,
treides comig' a lo mar levado.
e bannar nos emos nas ondas

Treides comig' a lo mar de Vigo
e veeremos lo meu amigo.
e bannar nos emos nas ondas

Treides comig' a lo mar levado
e veeremo' lo meu amado.
e bannar nos emos nas ondas

Traducción literal:
Cuantas sabéis amar al amigo
venid comigo al mar de Vigo.
y nos bañaremos en las ondas

Cuantas sabéis amar al amado,
venid comigo al mar levantado.
y nos bañaremos en las ondas

Venid conmigo al mar de Vigo
y veremos a mi amigo.
y nos bañaremos en las ondas

Venid conmigo al mar levantado
y veremos a mi amado.
y nos bañaremos en las ondas

Cada una de las cuatro estrofas contiene: un pareado de decasílabos rimados y un estribillo no rimado de nueve sílabas (o, siguiendo la nomenclatura tradicional portuguesa, que descarta la sílaba final átona, dos eneasílabos graves y un octosílabo grave). La línea del estribillo y una línea de cada pareado presentan imágenes marinas, en tanto que el otro verso de cada pareado trata de un tema amoroso. El corte divide los versos amorosos en dos miembros (cólones) iguales, 5+5, por ejemplo: Quantas sabedes/amar amigo, en tanto que los miembros de los versos marítimos son asimétricos: 4+6 en los pareados – treydes conmig’ / a lo mar de Vigo- y 6+3 en el estribillo o bordón- E bannar nos emos / nas ondas.
El armazón de los componentes móviles y repetitivos proporciona un criterio diferente para dividir los versos rimados: cada uno consiste en dos segmentos , el primero de siete sílabas que llamaremos “base” y el segundo de tres sílabas, que llamaremos “coda”.
Cada línea rimada contiene cuatro tiempos fuertes, que caen en las sílabas primera, cuarta, séptima y novena: Quantas sabedes amar amado. De modo que la sílaba penúltima de la coda y la última de la base están siempre acentuadas. Los tres tiempos fuertes de la base están separados por tiempos débiles bisílabos. En las líneas pareadas, la invariante estructural de cada colon es su doble tiempo fuerte, en tanto que la división de tales líneas en bases y codas va señalada por la diferencia entre dos tiempos débiles internos bisílabos de la base y los dos monosílabos de la coda.
Por lo que toca al estribillo, la pauta de acentuación de su primer miembro, hexasílabo, repite el último miembro, también hexasílabo, de la línea marina anterior: a lo mar de Vigo // e bannar nos emos. Todo el verso del estribillo está constituido según una alternancia regular de cuatro tiempos débiles –dos bisílabos y dos monosílabos- separados por tres tiempos fuertes.
La constitución de las codas divide las estrofas de la Cantiga en dos impares y dos pares. Dentro de cada una de estas parejas coinciden las codas , en tanto que las estrofas impares y pares exhiben dos parejas diferentes de palabras rimadas. En cada pareja, una de ellas es amorosa, y la otra atañe al tema marino. Así, amigo rima con de Vigo en las estrofas nones y amado con levado en las pares. En el encadenamiento fonético terminal vcvcv de las codas, sólo la segunda pareja de v (vocal) y c (consonante) diferencia estas dos rimas, mientras el resto de la serie se mantiene invariable.(…)

Asume un papel significativo la rigurosa selección y la distribución simétrica de las clases gramaticales. No figuran sujetos nominales en la Cantiga. Se emplean nombres en los finales de los cuatro versos amorosos, como objetos directos gobernados por verbos transitivos, mientras que en las ocho líneas marítimas funcionan nombres comunes como modificadores locativos circunstanciales introducidos por una preposición: en el estribillo cierran la línea (nas ondas), pero en los pareados van seguidos de un modificador adnominal final, el nombre propio (de Vigo) o el adjetivo (levado). Cada verso contiene un verbo finito, siempre en plural. En los pareados, el masculino singular de todos los nombres contrasta claramente con el plural de las formas finitas y con el femenino de los interlocutores, aludidos por estas formas verbales y expresadas por el pronombre relativo Quantas. Contrariamente a las líneas rimadas, el bordón extiende el número enunciado y el género aludido por el verbo en la línea entera, con su plural femenino ondas.

Traducción de Juan Almela
La carta data de 1972 y fue publicada al año siguiente en el libro Questions de Poétique.

Manuel Murguía, Rosalía Castro

Coruña, 17 de julio de 1885

(…) La existencia es, en verdad, bien fácil para todos aquellos a quienes las contrariedades de la vida no fatigan demasiado; mas cuán pesada carga para los que persigue la desgracia, y cuánto mayor todavía para los que marchan sobre el abismo de sus propios pensamientos!
¿Y si el alma atormentada es la de una mujer?...Bien puede decirse entonces que sus sufrimientos no han de tener límite, que las penas se duplican al caer sobre su corazón, que sus lágrimas, lejos de ser para ella un consuelo, llaman con doble fuerza a las nuevas lágrimas. ¿Quién las conoce? ¿Quién las cuenta? ¿A quién le interesan? ¿Quién es ni qué importa, así sea la más ilustre, así la más desconocida? ¿Qué otro camino sino el de la muerte, ve ante sus ojos? La misma notoriedad ¿no es para ella un peligro?
Por más que la comparación sea vulgar, siempre se dirá de la mujer que, como una violeta, tanto más escondida vive, tanto es mejor el perfume que exhala. La mujer debe ser sin hechos y sin biografía, pues siempre hay en ella algo que no debe tocarse. Limitada su acción al círculo de la vida doméstica, todo lo santifica desde que entra en su hogar.
Tiene en la tierra una misión de los cielos, y su felicidad debe consistir en llevarla sin vanagloria ni remordimientos. Trasládase toda entera a sus hijos, vive en su corazón, sin que sus penas sean otras que las que los hieren o con ellos se relacionan.
Y si esto es verdad, ¿?qué decir de quien no hizo otra cosa que soportar los múltiples golpes que la maltrataron y a cuanto amaba en la tierra Si se refirieran con su terrible verdad los sufrimientos experimentados, antes, ahora, en todo tiempo bien se vería qué pocos días de felicidad contó, cuán largo y duro fue su cautiverio, y de qué manera inusitadazos contratiempos doblaron alma tan enérgica y apasionada.¡Cómo la fueron a buscar al silencio de su casa y al apartamiento de su voluntario destierro, hiriéndola en medio de sus hijos, ausente el que era su amparo, cuando creían que el golpe que le asestaban era el único que faltaba para morir!

¡Dícese que así prueba el cielo a sus elegidos!...

Esta vida de dolor empezó pronto para ella, porque física e intelectualmente, su precocidad fue grande. Contaba apenas once primaveras cuando compuso sus primeros versos y tuvo que cambiar su traje de niña por el de mujer. Con él se iban las alegrías de la infancia y llegaban los primeros cuidados, aquellos que asaltan a las jóvenes tan pronto se arriesgan en los senderos del mundo. ¡Y cuán amargos y tristes para los que, tocando apenas en los límites de la juventud, tienen ya que luchar con la tristísima realidad! Queda siempre en su corazón un no se sabe qué de vacío que todo llena. Esto tienen los prematuros desencantos, cuando se sintió todo su peso, jamás se olvidan. Pasará el mar sobre ellos, como dice el poeta, y no será capaz de borrar la mancha que los cubre.

Esto fue casualmente lo que sucedió a nuestra escritora: llevó siempre abierta la herida causada por los primeros desencantos. (…)

El mismo cuidado que otros ponen en dejarse ver y conquistar un puesto en el mundo literario, puso ella siempre en escapar a sus vanos ruidos y peligrosas facilidades. Los versos que en horas de tristeza se escapaban de sus labios, eran olvidados al día siguiente. Nadie los conocía. Fue necesaria una serie de circunstancias fortuitas para que algunas de esas composiciones traspasasen los límites del hogar y se diesen a la estampa. No la llevaba a tanto el más pequeño entusiasmo, ni menos el amor que pudieran inspirarle las pobres hijas de su corazón y de sus horas solitarias. Porque desde los primeros pasos se había dicho a sí misma que ni buscaba la gloria ni la amaba en manera alguna. Así se comprende que, gracias a esa misma indiferencia, saliesen a luz sus primeras poesías, siendo manos ajenas las que les prodigaron los cuidados que toda publicación reclama de los autores.(…)

Era una templada tarde de los primeros días de la primavera castellana. El sol iluminaba la vasta extensión, el aire era puro y tibio, apenas se lo sentía pasar como un suspiro. Las plantas en germen exhalaban los aromas que anunciaban los hermosos días: el cielo era claro y transparente, el temple suave, los horizontes dilatados, sólo faltaban para animar aquel cuadro los árboles, nuestros amados árboles, las ondas cristalinas, los perfumes de los prados y sus verdes intensos los ruidos de que están poblados los valles y las rías gallegas. Nos rodeaba la desolada estepa, sin una sinuosidad que rompiese la línea igual y extensa, sin más tonos que los calientes y enteros propios de aquellas llanuras. (…)

Contemplando este cuadro y recordando en presencia de semejantes esterilidades la exuberancia de los campos gallegos, sintió la escritora la necesidad de escribir y publicar un libro en que se reflejasen con toda su poesía y pureza los paisajesy la vida entera de la gente de nuestro país. Y queriendo romper con cuanto le rodeabay le era tan poco acepto, prometióse a sí misma escribirlo en la lengua materna. Aquella noche, presa el alma de las profundas tristezas de quien sin tocar en sus veinticuatro años , se creía con un pie en el sepulcro,; sospechando que ya no volvería a ver de nuevo el cielo de la triste Compostela, bajo el cual le aguardaban, trazó con mano rápida y con la brevedad de la improvisación, aquellos versos tan tristes y tan hermosos que llevan por glosa la canción popular más en consonancia con el estado de su espíritu, Adiós ríos, adiós fontes, versos que entonces vieron la luz en El Museo Universal. (…)
Pero lo que más le agradaba, era ver el libro escrito en aquel dulcísimo dialecto que había hablado en su niñez. Ponderaba sobremanera, hallarle despejado de las voces bárbaras y giros prosaicos con que tantos manchaban la lengua y la poesía gallegas. Los versos cadenciosos y fáciles se hermanaban al fin con una dicción propia y sin afectación ni pretensión alguna, tan conforme con la índole de los asuntos y que se parecía a la corriente de un río, cuando arrastra con rapidez lo que se confía a sus ondas. Hasta entonces nadie había hablado nuestra lengua con más pureza ni mayor acierto. Salía de sus labios completo y hecho, tanto que si los cantares gallegos que glosa no fuesen en bastardilla, nadie sabría distinguirlos de los que se debían a su inspiración. He aquí la verdadera piedra de toque en que se ha de evaluar lo castizo de un lenguaje no empleado todavía en la producción literaria. El día en que un completo conocimiento de la poesía popular haga posible tales comparaciones, se verá que nuestra escritora no sólo tenía el instinto, el candor y la expresión de los sentimientos populares, sino que hablaba la lengua de su pueblo con la misma sencillez y afecto que nuestro perdido cancionero.

Apostilla lisardesca
Siempre me llamó la atención, al leer esta semblanza de Manuel Murguía- más allá del merecido elogio a la autora de Follas novas- su voluntad por escatimar y aun borrar el testimonio biográfico cuando las circunstancias le ponían en un papel privilegiado para dar mayor nitidez a su relato. La escueta referencia a la agresión – ¿verbal? ¿física? - a Rosalía, enumera diversas circunstancias y entre ellas, una me detuvo: “ausente el que era su amparo”. Esta aclaración me llena de preguntas: ¿por qué estaba ausente si era, justamente, su amparo? ¿por amparo se refiere al marido? ¿y el marido no era otro que Manuel Murguía? Seguramente el hecho estaba presente en la memoria de los contemporáneos y no hacía falta dar más detalles.

El largo introito de padecimientos que la naturaleza y el destino descargan sobre la mujer en general y Rosalía en particular, me recuerdan esas páginas de Dickens sobre la infancia triste de sus personajes. La presencia de Murguía impulsó a Rosalía como escritora, pero no alcanzó para cerrar las heridas de la infancia.

La imagen de una Rosalía enteramente despreocupada de su obra literaria me parece una mera construcción de Murguía. Si bien hay afirmaciones de Rosalía que parecieran abonar esa hipótesis, creo que hay que leerlas en un contexto retórico de falsa modestia y captatio benevolentiae al mismo tiempo. Por otra parte, no es improbable que esa enaltecida humildad fuese leída en su tiempo como un contrapeso al afán de nombradía de Emilia Pardo Bazán: otros artículos polémicos de Murguía, aparecidos en La voz de Galicia, profundizan este planteo.

Raúl Dorra, citando a Gide, habla del hábito inveterado de leer en clave romántica a los autores clásicos. Leyendo en clave romántica la vida de Rosalía, veo que tuvo el acierto artístico de poner en su voz los sufrimientos y anhelos de un pueblo. Y ese pueblo prestó ojos y oídos a quien tan sutilmente recreaba sus historias. No es poca cosa en una época en que la voz de los poetas y la voz del pueblo van, mayormente, por carriles distintos.

Amancio Prada, Adiós ríos, adiós fontes




ADIÓS, RÍOS, ADIOS, FONTES
Cantares Galegos,
ROSALÍA DE CASTRO

Adiós, ríos; adios, fontes;
adios, regatos pequenos;
adios, vista dos meus ollos:
non sei cando nos veremos.
Miña terra, miña terra,
terra donde me eu criei,
hortiña que quero tanto,
figueiriñas que prantei,
prados, ríos, arboredas,
pinares que move o vento,
paxariños piadores,
casiña do meu contento,
muíño dos castañares,
noites craras de luar,
campaniñas trimbadoras,
da igrexiña do lugar,
amoriñas das silveiras
que eu lle daba ó meu amor,
camiñiños antre o millo,
¡adios, para sempre adios!
¡Adios groria! ¡Adios contento!
¡Deixo a casa onde nacín,
deixo a aldea que conozo
por un mundo que non vin!
Deixo amigos por estraños,
deixo a veiga polo mar,
deixo, en fin, canto ben quero...
¡Quen pudera non deixar!...

Mais son probe e, ¡mal pecado!,
a miña terra n'é miña,
que hastra lle dan de prestado
a beira por que camiña
ó que naceu desdichado.
Téñovos, pois, que deixar,
hortiña que tanto amei,
fogueiriña do meu lar,
arboriños que prantei,
fontiña do cabañar.
Adios, adios, que me vou,
herbiñas do camposanto,
donde meu pai se enterrou,
herbiñas que biquei tanto,
terriña que nos criou.
Adios Virxe da Asunción,
branca como un serafín;
lévovos no corazón:
Pedídelle a Dios por min,
miña Virxe da Asunción.
Xa se oien lonxe, moi lonxe,
as campanas do Pomar;
para min, ¡ai!, coitadiño,
nunca máis han de tocar.
Xa se oien lonxe, máis lonxe
Cada balada é un dolor;
voume soio, sin arrimo...
¡Miña terra, ¡adios!, ¡adios!
¡Adios tamén, queridiña!...
¡Adios por sempre quizais!...
Dígoche este adios chorando
desde a beiriña do mar.
Non me olvides, queridiña,
si morro de soidás...
tantas légoas mar adentro...
¡Miña casiña!,¡meu lar!

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Rosalía de Castro, Un repoludo gaiteiro

Un repoludo gaiteiro
De pano sedán vestido
Com’ un principe cumprido
Cariñoso e falangueiro,
Antr’os mozos o primeiro
En as suidades sin par,
Tiña costume en cantar
Aló pol-a mañanciña:
Con esta miña gaitiña
As nenas hei de engañar
.

Sempre pol-a vila entraba
Con aquél de señorío
Sempre con poxante brío
C’o tambor s’ acompasaba;
E si n-a gaita sopraba,
Era tan doce soprar,
Que ben fixera en cantar
Aló pol-a mañanciña:
Con esta miña gaitiña
As nenas hei de engañar
.

Todas por él reloucaban
Todas por el se morrían;
Si o tiñan perto, sorrían
Si o tiñan lonxe, choraban.
¡Mal pecado!, non coidaban
que aquel seu frolear
tiña costume en cantar
aló pol-a mañanciña:
Con esta miña gaitiña
As nenas hei de engañar
.

Camiño d’a romería
Debaixo dunha figueira,
Canta meniña solteira
¡Quérote!, lle repetía...,
i él co’a gaita respondía
por a todas emvoucar
pois ben fixera en cantar
aló pol-a mañanciña:
Con esta miña gaitiña
As nenas hei de engañar
.

Elas louquiñas bailaban
E por xunta d’el corrían,
Cegas, cegas que non vían
As espiñas que as cercaban;
Probes pombiñas buscaban
A luz que as iba a queimar,
Pois que él soupera cantar
Aló pol-a mañanciña:
Con esta miña gaitiña
As nenas hei de engañar
.

Nas festas, ¡cánto contento!
¡Cánta risa nas fiadas!
Todas, todas namoradas
Déranll’ o seu pensamento;
I él, que d’ amores sedento
Quixo a todas engañar,
Cand’ as veu dimpois chorar
Cantaba nas mañanciñas:
Non sexan elas toliñas ,
Non veñan ao meu tocar
.

Eu cantar, cantar, cantei
Eu cantar, cantar, cantei;
a gracia non era moita,
que nunca (delo me pesa)
fun eu meniña graciosa.
Cantei como mal sabía
dándolle reviravoltas,
cal fan aqués que non saben
direitamente unha cousa.
Pero dempois paseniño,
i un pouco máis alto agora,
fun botando as miñas cántigas
como quen non quer a cousa.
Eu ben quixera, é verdade,
que máis boniteiras foran;
eu ben quixera que n’elas
bailase o sol co’as pombas,
as brandas auguas c’a luz
i os aires mainos c’as rosas;
que n-elas craras se visen
a espuma d’as verdes ondas,
d’o ceu as brancas estrelas,
d’a terra as prantas hermosas,
as niebras de cor sombriso
que aló n’as montañas rolan
os berros d’o triste moucho,
as campaniñas que dobran,
a primadera que ríe
i os paxariños que voan.
Canta que te canta, mentras
os corazóns tristes choran.
Esto e inda máis, quixera
decir con lengua graciosa;
mais donde a gracia me falta
o sentimiento me sobra,
anque este tampouco abasta
para espricar certas cousas,
qu’ a veces por fora un canta
mentras que por dentro un chora.
Non me espriquei cal quixera
pois son de espricansa pouca;
si gracia en cantar non teño
o amor d’a patria m’ afoga.
Eu cantar, cantar, cantei,
a gracia non era moita.
¡Mais que faser, desdichada,
si non nacín máis graciosa!

María do Ceo - Negra sombra





Cando penso que te fuches / Rosalía de Castro
Cando penso que te fuches
Negra sombra que m’asombras
O pe d’os teus cabezales
Tornas facéndome mofa

Cando maxino qu’es ida
N’o mesmo sol te m’amostras
Y eres a estrela que brila
Y eres ó vento que zoa

Si cantan, es ti que cantas;
Si choran, es ti que choras,
Y es ó marmurio d’o rio
Y es á noite y es á aurora

En todo estás e ti es todo
Pra min y en mi mesma moras
Nin m'abandonarás nunca
Sombra que sempre m’asombras

Martín Códax, Poesías

Ondas do mar de Vigo
Ondas do mar de Vigo,

se vistes meu amigo?

E ai Deus!, se verra cedo?


Ondas do mar levado,

se vistes meu amado?

E ai Deus!, se verra cedo?


Se vistes meu amigo,

o por que eu sospiro?

E ai Deus!, se verra cedo?


Se vistes meu amado,

por que ei gran coidado?

E ai Deus!, se verra cedo?

Quantas sabedes amar amigo
Quantas sabedes amar amigo

treides comig' a lo mar de Vigo.

E bannar nos emos nas ondas!


Quantas sabedes amor amado,

treides comig' a lo mar levado.

E bannar nos emos nas ondas!


Treides comig' a lo mar de Vigo

e veeremos lo meu amigo.

E bannar nos emos nas ondas!


Treides comig' a lo mar levado

e veeremo' lo meu amado.

E bannar nos emos nas ondas!

Ay Deus, se sab' ora meu amigo
Ay Deus, se sab' ora meu amigo

com' eu senneira estou en Vigo!

E vou namorada.


Ay Deus, se sab' ora meu amado

com' eu en Vigo senneira manno!

E vou namorada.


Com' eu senneira estou en Vigo,

e nullas gardas non ei comigo!

E vou namorada.


Com' eu senneira en Vigo manno,

e nullas gardas migo non trago!

E vou namorada.


E nullas gardas non ei comigo,

ergas meus ollos que choran migo!

E vou namorada.


E nullas gardas migo non trago,

ergas meus ollos que choran ambos!

E vou namorada.

Ai ondas que eu vin veer
Ai ondas que eu vin veer,

se me saberedes dizer

por que tarda meu amigo

sen mí?


Ai ondas que eu vin mirar,

se me saberedes contar

por que tarda meu amigo

sen mí?


Nota- De Martín Códax apenas se sabe que fue un juglar gallego- seguramente de Vigo- que vivió entre mediados del siglo XIII y principios del siguiente, y que escribió siete u ocho cantigas de amigo.

Carlos Nuñez y Anabela, Mayo longo



Poema de Rosalía de Castro-de su libro Follas novas (1880)- musicalizado por Carlos Nuñez y cantado por Anabela

Mayo longo..., mayo longo;
todo cuberto de rosas ,
para algúns telas de morte,
para outros, telas de bodas.


Mayo longo, mayo longo
fuches curto para min,
veu contigo a miña dicha,
volveu contigo a fuxir.



Galicia, Rosalía

La primera poesía que leí en gallego, a los 10, 11 años, fue Campanas de Bastabales de Rosalía de Castro. Recuerdo la alegría que le di a mi abuela paterna-gallega- cuando le recité una parte de memoria. Años después, fui leyendo el resto de su poesía y me fui adentrando, por otros autores, en el fascinante mundo de Galicia.
Rosalía Castro-rebautizada de Castro en algún momento- vivió entre 1837 y 1885. Nunca supo quién fue su padre, si bien las sospechas apuntan a un sacerdote. Desde muy chica tuvo inclinación por la poesía, la música y el teatro; igualmente fuerte debió ser su encuentro con la naturaleza, presente siempre en su poesía.
En 1858 casa con el historiador Manuel Murguía, quien animará su vocación poética.En 1863 publica Cantares gallegos. En 1880 publica Follas novas, donde anuncia que ya no escribirá más en la lengua materna. Un año antes de su muerte, publica otro poemario-en castellano- En las orillas del Sar. Escribió, además, cuentos y novelas.
La relación entre Rosalía y la identidad gallega es indiscutible. Supo reflejar el dolor de una tierra de emigración, en la que la mujer quedaba sin esposo, y los hijos sin padre. Supo, a golpes de diminutivos, empapar de ternura a la naturaleza y volverla tan entrañable como la propia subjetividad. Su poema Era apacible el día...-analizado por Roman Jakobson- es un ejemplo cabal de equilibrio en un tema –la muerte del hijo- que podría permitir un patetismo estridente y un desborde primario: hay emoción, pero a la vez hay un talento inigualable para la distancia y poner todos los elementos en perspectiva. (En Mortal y rosa de Francisco Umbral hay el mismo don- y la misma causa).
Donde no me parece tan feliz Rosalía de Castro es en la extrapolación que hace entre el paisaje de Castilla y el carácter de sus gentes: si bien es comprensible desde un punto de vista reducidamente personal, y tenga irrefutables experiencias de fondo, falta una visión política de más largo alcance. Alguien me podrá objetar que la política también se trasluce en la vida cotidiana y no lo voy a negar. Lo que no podría afirmar, ya tan fácilmente, es que de un hecho particular se desprenda una ley universal. Sería ilógico que las mismas falsas generalizaciones y lugares comunes que ni Rosalía de Castro ni Manuel Murguía quieren para los gallegos, fuesen aplicables al resto de los españoles.
Quiero dedicar este mes de mayo a Galicia. Posiblemente quede, para más adelante, una selección de poemas de Curros Enríquez, parte del juicio que se le incoó a raíz de su libro Aires da miña terra, y alguna sorpresa más. Pero mejor no prometer…días de moito, vísperas de nada.

Luar na lubre, Hay un paraíso


jueves, 7 de mayo de 2009

Díez de Revenga

Recibí, hace pocos días, dos libros gentilmente enviados por el profesor e investigador Francisco Javier Díez de Revenga, desde Murcia, España. Dos libros que ya tienen privilegiado espacio en mi biblioteca.

Díez de Revenga, nacido en 1946, es profesor de Literatura Española en la Universidad de Murcia; en la misma cátedra-según me cuenta el amigo Paco Peña- en que estuvieron Jorge Guillén y Pedro Salinas. Ha realizado ediciones críticas de Alfonso X, Gerardo Diego y Lope de Vega; ha colaborado en la Enciclopedia de Murcia, y tiene trabajos críticos que van de la Edad Media a la Generación del 27.


Uno de los libros trae una selección poética y el relato Hospital de incurables, de Polo de Medina, poeta del barroco a quien seguiremos-con más razón ahora- frecuentando en este blog. Publicado en Cátedra en 1987, con estudio crítico y notas de Díez de Revenga, este libro tiene el mérito adicional de haber llevado al poeta murciano a un público mayoritario y de haber provocado, en los estudiosos, el deseo de investigar una obra que estaba injustamente relegada-salvo honrosas excepciones- del ámbito académico.

El libro dedicado a Salvador Jacinto Polo de Medina es un estudio meduloso y exhaustivo, que abarca y calibra toda la obra de este genial autor. Díez de Revenga amplía y en más de una ocasión corrige las limitadas etiquetas que se le endosan a Polo de Medina, sin caer por ello en un elogio desmesurado; valora su faceta jocosa y a la vez rescata textos como Ocios de la soledad, un poema que es una renovada maravilla de visión y reflexión; y detalla la nutrida vida literaria de la época, las tertulias de la Academia que se reunía en la quinta del Espinardo y de las que Polo de Medina era el líder indiscutido.

No es un dato menor que el estudio de Díez de Revenga haya aparecido en la colección de bolsillo de la Academia Alfonso X ; esta venerable institución, que es referencia obligada en lo que atañe a estudios histórico-literarios de Murcia, ya había tenido, en 1948, la feliz iniciativa de publicar la obra completa de Jacinto Polo.(Esta edición puede consultarse en www.cervantesvirtual.com 2007).

No es dato menor, por otra parte, si recordamos que la misma Universidad de Murcia debe su origen al Rey Sabio. En una época en que el estudio interdisciplinario, la investigación en equipo, y la organización del trabajo intelectual se resienten por causas, las más de las veces, ajenas a la vida académica, es digno de celebrar que una institución como la Academia Alfonso X siga fiel a sus propósitos a lo largo del tiempo y ostente con orgullo el nombre –el convocante nombre-que merece perdurar en nuestra memoria.