lunes, 31 de mayo de 2010

Borges, Oda escrita en 1966

Camino del Norte-80.JPG

Nadie es la patria. Ni siquiera el jinete
Que, alto en el alba de una plaza desierta,
Rige un corcel de bronce por el tiempo,
Ni los otros que miran desde el mármol,
Ni los que prodigaron su bélica ceniza
Por los campos de América
O dejaron un verso o una hazaña
O la memoria de una vida cabal
En el justo ejercicio de los días.
Nadie es la patria. Ni siquiera los símbolos.

Nadie es la patria. Ni siquiera el tiempo
Cargado de batallas, de espadas y de éxodos
Y de la lenta población de regiones
Que lindan con la aurora y el ocaso,
Y de rostros que van envejeciendo
En los espejos que se empañan
Y de sufridas agonías anónimas
Que duran hasta el alba
Y de la telaraña de la lluvia
Sobre negros jardines.

La patria, amigos, es un acto perpetuo
Como el perpetuo mundo. (si el Eterno
Espectador dejara de soñarnos
Un solo instante, nos fulminaría,
Blanco y Negro relámpago, Su olvido.)
Nadie es la patria. Pero todos debemos
Ser dignos del antiguo juramento
Que prestaron aquellos caballeros
De ser lo que ignoraban, argentinos,
De ser lo que serían por el hecho
De haber jurado en esa vieja casa.
Somos el porvenir de esos varones
La justificación de aquellos muertos;
Nuestro deber es la gloriosa carga
Que a nuestra sombra legan esas sombras
Que debemos salvar.
Nadie es la patria, pero todos los somos.
Arda en mi pecho y en el vuestro, incesante,
Ese límpido fuego misterioso.

sábado, 29 de mayo de 2010

Juan Goytisolo, Aproximaciones a Gaudí en Capadocia

El viajero barcelonés que en el trayecto de Neysechir a Ürgüp se desvíe a la izquierda hacia el valle de Avcilar camino de las célebres iglesias rupestres de Göreme y Zelve, se interna en un paisaje en que lo asombroso e insólito no borran del todo una difusa y tenaz impresión de familiaridad. Pasado Üchisar, conforme la carretera zigzaguea y se desboca pendiente abajo, el fascinador panorama que abarca le evoca imágenes conocidas. La modulación y estructuración del espacio volcánico parecen sutilmente elaboradas por el genio de un paisajista. Tras ribazos y estratos esculpidos, blanco de oleaje sinusoidal, masas corpóreas de volúmenes contundentes y opacos y escarpas asoladas de páramo lunar, el valle en el que aterriza le enfrenta de súbito a una audaz verticalidad compositiva, concatenación de elementos de bella y onírica plasticidad: torres cilíndricas de remate curvilíneo escamoso, agujas coronadas de espigas o cubiertas cónicas, cirios con cristalizaciones de roca eruptiva, pilares de sombrerillo fungiforme, jardineras y sólidos angulares con voladizos. El visitante, empequeñecido por las dimensiones del bosque, reconoce poco a poco las peonzas inmóviles, chimeneas gigantes y rústicas, megalitos en raro equilibrio, arbotantes naturales, columnas ramificadas o truncas. Los diversos elementos del conjunto parecen trabarse como espinas dorsales, osamentas y músculos de seres orgánicos y el contemplador asiste a una especie de apoteosis de la ficción o ilusión naturalistas en la que la deformación de volúmenes, compensación de escorzos, arborescencia estructural le envuelven en un aura de trompe l’oeil, encanto e irrealidad. Ligero, sonámbulo, proyectado al recuerdo de otros tiempos, otros ámbitos, buscará instintivamente en la extrañeza y rigor del cuadro armaduras parabólicas, bóvedas con estalactitas mudéjares, formas lobuladas o labiadas, follajes, almocárabes, motivos geométricos florales, valvas, pétalos. Las rocas encapuchadas como un desfile petrificado de nazarenos, ¿no serán cupulinos, linternas, o torrecillas de ventilación hechos de azulejos, cerámica y trencadís? De modo imperceptible, la distancia de Capadocia a Barcelona se anula: el espacio mirífico en el que se mueve le conduce insoslayablemente a la creación auroral de Gaudí.

Capadocia

Chimeneas

Gaudí, Chimeneas

A cottage in Capadocia- Un chalet en la Capadocia por mgeroneslu.

Uçhisar, en Capadocia: viviendas en la roca.

Park Guell - Gaudi - Barcelona

Gaudí, Parque Güell

Juan Goytisolo (Barcelona, 1931) es uno de esos escritores en vías de extinción. Pero no lo digo en razón de su edad, sino de su rareza. O sea: hace 40 años que está en vías de extinción.

Goytisolo se exilia de la dictadura franquista y se asienta en París, donde trabajará como lector de español en la editorial Gallimard a mediados de los años cincuenta del pasado siglo. Con motivo de la guerra anticolonialista que mantiene Argelia contra Francia a principios de la década del ’60, se acerca al mundo de los inmigrantes islámicos También de esos años data su identificación inicial con la revolución cubana, Goytisolo amplía su campo de visión y su novelística-en principio, encuadrada en una mixtura de existencialismo + realismo crítico- va a ir dando lugar a una lectura más profunda de la sociedad y las contradicciones histórico-discursivas de España.

Esto se manifiesta en la trilogía conformada por Señas de identidad (1966) Reivindicación del Conde don Julián (1970) y Juan sin Tierra (1975).

La segunda de estas novelas está ambientada en la España visigoda, poco antes de la llegada del Islam. (A los amigos lusófonos les podrá recordar-por su contexto, no por el estilo- al Eurico de Alexandre Herculano: el glosario árabe que figura al final de la novela portuguesa, es, en la española, ingrediente de una feroz sátira contra el purismo de la lengua).

A su respetable producción novelística, Goytisolo suma una serie de libros de viaje-como el que aquí nos ocupa- y, una no menos brillante e innovadora serie de ensayos, Sus análisis van del mudejarismo en el Libro de Buen Amor a La Celestina, o ediciones críticas de novela picaresca- La vida de Estebanillo González- o del disidente Blanco-White.

Y si hay un argumento irrefutable a la hora de recomendar a Goytisolo, es su inteligencia que fluye de los libros a la arquitectura, de las calles a los clishés, de las vanguardias a la Edad Media, del prejuicio individual al estigma del discurso autoritario. Nada escapa a su mirada atenta y la sensación que me queda, después de leer sus ensayos, es que leer es leer hasta lo que no está escrito, pero que el texto evoca, por afinidad o por contraste. Después de leer a Goytisolo, nos queda el eco de sus frases, como si un amigo nos hubiera contado un secreto y estuviéramos, todavía, bajo el shock de la confidencia. Después de leer a Goytisolo, quisiéramos seguir leyendo con esa misma lucidez que irradian sus libros.

Ubicación de Capadocia, en la actual Turquía, en un mapa del Imperio Romano

Juan-goytisolo.jpg

Juan Goytisolo, casado con la escritora y actriz francesa Monique Lange, enviudó en 1996. Actualmente vive en Marruecos.

jueves, 27 de mayo de 2010

Virrey Avilés, Memoria (1801)

Avilés1.jpg

En estos días de fasto genuino por el Bicentenario de la Argentina, se me ocurrió hablar bien de España en un grupo de personas con algún grado de estudio. Enseguida me di cuenta que la imagen que tienen –tanto de España como de Hispanoamérica- peca de parcialidad, prejuicio y desconocimiento histórico. Esto, por no hablar de la ausencia de lógica al discutir, evidenciada en las conclusiones particulares a partir de premisas generales, a saber: los españoles fueron piratas, los españoles mataron indios, los españoles solamente vinieron a buscar oro. Sin negar que a algunos españoles les cabrá alguno de estos sayos-o los tres juntos- con toda justicia, lo cierto es que un enunciado tan acrítico y universal mete en la misma bolsa a españoles como Bartolomé de las Casas, Bernardino de Sahagún, o al Virrey Avilés. A la inversa, si matar indios constituye un rasgo genuinamente español, entonces Julio Argentino Roca, Julio Popper o Rauch habrían sido españoles. Y si saquear riquezas y expoliar pueblos es también un rasgo distintivo del ser español, habrá que convenir que seguimos rodeados y gobernados por ellos, aunque por el acento nos parezcan argentinos.

Algo es innegable: el conocimiento de nuestro pasado es deficiente. Tanto Guillermo Furlong S.J. como Sigfrido Radaelli, distinguidos historiadores del pasado rioplatense, esperan ser reeditados. Para ceñirnos a Radaelli, éste fue el editor-en 1945- de las Memorias de los virreyes del Río de la Plata. Faltaría hacer, pues, con dichos virreyes un trabajo de justa perspectiva histórica, equidistante de la negación de lo español como de la barata exaltación nacionalista. Un trabajo equivalente- por su enjundia, rigor y exhaustividad- al que hiciera Lilia Moritz Schwartz con Pedro II en ese maravilloso cuadro de época que es As barbas do Imperador. Falta un estudio así. Faltan investigadores así. Faltan…faltan virreyes con su modesto ideal de paz y administración. El virrey Avilés no abrió bingos en la provincia de Buenos Aires pero cerró una plaza para corrida de toros. El virrey Avilés no consintió fábricas clandestinas donde trabajasen inmigrantes indocumentados, pero suprimió la encomienda de los indios guaraníes. El virrey Avilés dio inicio a la prensa rioplatense con la edición de El Telégrafo mercantil, el primer periódico que existió en Buenos Aires.

Los virreyes no estaban obsesionados por el aplauso universal, ni por campeonatos de fútbol, ni por ser París en Sudamérica, ni por la belleza de las argentinas, ni por ser los mejores del mundo. Eran saludablemente modestos y no ocultaban, en su rendición de cuentas, las dificultades o problemas por solucionar. Ya con este rasgo de transparencia institucional de rendir cuentas, hay bastante para pensar a la luz –o a la sombra- de nuestros días.

Memoria del Virrey Avilés (1801)

Este es el segundo mando que tengo la satisfacción de entregar a V.E. cuya notoria ciencia gubernativa y política irá corrigiendo los errores que pueda haber cometido en los dos años y dos meses que he gobernado este virreynato (…)

Este virreynato de las Provincias del Río de la Plata está tan en embrión, que para ponerle en un regular giro, se necesita bien el talento de V.E. y mucho tiempo de gobierno para que tome un curso ordenado en todos sus ramos.(…)

El alma de todos estos manejos, no es otra cosa que querer algunos hacendados dilatar sus posesiones a lo infinito, apoderándose con usurpación de aquellas pingües tierras que verdaderamente son de los indios (…)

A pesar de que estas remesas de víveres se preparan y verifican con las formalidades de estilo, no se debe confiar en el proceder de los proveedores, cuya codicia es horrorosa, según lo he observado durante mi gobierno (…)

Aunque parezca intempestivo, no puedo dejar de decir a V.E. que he visto en algún papel de los que versan en materia de indios, pretender que estos manifiesten documentos de propiedad de sus terrenos, cuando ellos tienen a su favor una posesión tan antigua, como lo es la población de estos reinos; y quienes, en competencia de estos naturales, deben manifestar legítimo título de dominio, son los españoles que litigan con ellos, pues no trajeron de España las tierras que ocupan, o pretenden (…)

Las cajas de Oruro están en miserable estado de confusión y desorden, que cada día se enreda más y mientras no se halle una persona de perfecta inteligencia en estos manejos, que sea de una pureza incorruptible, y que no sea fácil de seducir por otros atractivos, y a este se remita con toda la autoridad a separar a los que estorben, no se conseguirá otra cosa que la continuación del robo que está sufriendo la real hacienda y disensiones que de las parcialidades se han originado (…)

Nuestro Señor guarde a V.E. muchos años. Buenos-Ayres, 21 de Mayo de 1801.

Virreinato del Río de la Plata

martes, 25 de mayo de 2010

Dinko Pavlov (1943-2010)

Estábamos sentados en Maldita Ginebra, hace dos viernes, con Andrés Kurfirst y Julio Leite, dos poetas patagónicos. Yo, que de los quince días a los diez años fui habitante de Viedma y viví meses de magia en Ushuaia, me sentía fácilmente comprovinciano. Toto del Abasto proyectaba Bagdad Café para la concurrencia cervecera y Urruspuru charlaba con el Papacho.
Hablábamos de Tierra del Fuego, y se me ocurrió preguntarle a Julio qué sabía de Dinko Pavlov; Julio me habló con entusiasmo de su poesía y de la personalidad de Dinko hasta que cambió el tono de voz para contar que estaba muy mal de salud y que estaba muriéndose.
Tomamos unos fernets, seguimos charlando, Julio leyó poemas, pasó la noche.
El domingo 23 de mayo murió Dinko Pavlov en Punta Arenas, en el extremo sur de Chile.
Podría rastrear y pegar poemas de Dinko, pero prefiero recomendar una selección bien hecha que leí del blog El Placard, de la poeta y traductora Sandra Toro-quien, a su vez, cita la fuente original que es: http://lavquen.tripod.com/dinkopavlov.htm
Alguna vez voy a volver a Ushuaia y de ahí viajaré a Punta Arenas. En el entretanto, releo esa presencia invisible en un poema tan lúcido como éste:

Cuando quede solo,
sin mi sombra siquiera,
y no me refleje en los espejos,
cuando haya equilibrio en mi vida,
será que ya no viva más sin darme cuenta,
intentaré tocar tu casa
pero mi mano crispada
traspasará la madera;
confundido pensaré entonces
sino seré mi sombra
y caminaré por las murallas
perdiendo la vertical
me cruzará la lluvia murmurando
que soy todo y nada,
que soy parte del aire, el agua,
el fuego y la lluvia;
cuando me quede solo
sin mi sombra siquiera.
Las loqitas de Punta arenas !


Himno argentino

sábado, 22 de mayo de 2010

Los Kjarkas, Lunareja


No puedo vivir así

enamorado de ti,

linda lunareja

Culpable es tu belleza
causa de mi perdición,

linda lunareja

Enloquecido de amor

no aguanto la tentación

linda lunareja

de confesar mi cariño
y que hable mi corazón

linda lunareja

Zambita y canela

linda lunareja
Se muere de celos y envidia la flor de azucena


Que por ti se muere de celos
La flor de azucena

División del trabajo

foto de labea2 en 1/02/04
Unos yugan y yugan como bueyes
sustento y el futuro procurando,
mientras otros se cagan en las leyes
y así van sus ganancias aumentando;
unos linyeras y otros como reyes,
se evitan, pero igual se van cruzando:
si uno morfa y vive de la usura,
alguien habrá que junte la basura.

jueves, 20 de mayo de 2010

Edoardo Sanguineti, Haikus

Edoardo Sanguineti, 1930-2010.

Pagina bianca
come i tuoi minipiedi
di neve nuova.

È il primo vino:
calda schiuma che assaggio
sulla tua lingua.

L'acquario acceso
distribuisce le rane
tra le cisterne.

Sessanta lune:
i petali di un haiku
nella tua bocca.


El martes 18 de mayo, en un hospital de Génova -tras esperar dos horas en ser atendido, precisamente en el sector de Urgencias- falleció Edoardo Sanguineti.El reconocido escritor fue dramaturgo, poeta, ensayista.Fue profesor de Literatura Italiana en la Universidad de Génova y Sátrapa del Colegio de 'Patafísica. Tradujo a dramaturgos griegos y a Séneca. Fue libretista de Luciano Berio.
Cuando tenía 20 años, los ensayos de Sanguineti constituían lectura y comentario obligado con mi amigo Daniel Capanna. Veo, leyendo ahora su bibliografía completa, que me queda bastante por disfrutar.
Estos haikus los dejamos en italiano, como homenaje al maestro y a la "armoniosa lingua", como la llamara Edmondo D'Amicis.
A manera de coda, va un comentario de massimo esposito, adosado a un video de Sanguineti: el comentario me gustó por su sinceridad, ya que su autor declara no haber leído a Sanguinetti, lo cual no impide transmitir su admiración-eco, supongo de una benevolenza más general- por el maestro.

addio Edoardo. Anche se fino ad adesso non ti ho letto, quando giravo per la libreria mi faceva piacere ritrovare le copertine dei tuoi libri sugli scaffali: sei come un amico. Poi, anche senza leggerti, mi basta sapere che ti sei dichiarato poeta, per ammirarti. Io credo nella continuazione della vita dopo la morte, e non ti dico addio, ma arrivederci.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Luis de Góngora, De la brevedad engañosa de la vida


Nota de Lisarda:
el cuadro que acompaña
al soneto de Góngora,
se llama
Alegoría del árbol
de la vida y es debido
a Ignacio de Ries,
discípulo
de Zurbarán.
En la copa del árbol
se ve a los
comensales, sumidos en el
mundanal ruido
y ajenos a la proximidad
del instante fatal,
a cargo de la Muerte y el Diablo;
Cristo, del lado opuesto,
está a punto de tocar la campana,
dando aviso, así, de la inminente postrimería
********************************************************************************************************
Menos solicitó veloz saeta
destinada señal, que mordió aguda;
agonal carro por la arena muda
no coronó con más silencio meta,

que presurosa corre, que secreta,
a su fin nuestra edad. A quien lo duda,
fiera que sea de razón desnuda,
cada Sol repetido es un cometa.

Confiésalo Cartago, ¿y tú lo ignoras?
Peligro corres, Licio, si porfías
en seguir sombras y abrazar engaños.

Mal te perdonarán a ti las horas:
las horas que limando están los días,
los días que royendo están los años.



Menos solicitou célere seta
destinado sinal, que morde aguda;
agonal carro pela areia muda
não coroou com mais silêncio meta,

que pressurosa corre, que secreta,
em seu fim, nossa idade. A quem se iluda,
fera que seja de razão desnuda,
cada Sol repetido é um cometa.

Reconhece-o Cartago, e tu o ignoras?
Perigo corres, Lício, se porfias
em seguir sombras e abraçar enganos.

Mal te perdoarão a ti as horas:
as horas que limando estão os dias,
os dias que roendo estão os anos.

Tradução de Anderson Braga Horta
Poeta,traductor, cuentista y crítico literario, Braga Horta nació en Carangola, MG,1934.

lunes, 17 de mayo de 2010

Efectos inesperados de googlear Góngora

Gongora truncata semialba.jpg
Me había puesto a buscar poesías de Góngora para que no quedara tan solo Quevedo-tal como le prometiera a Gerana Damulakis- cuando inopinadamente, súbitamente, derrepentemente, suddenly apareció la noticia de que Góngora no es tan sólo Góngora. Cliqueo y me entero que Góngora-que yo usaba tan tranquilamente como diciendo" ¿a qué otro Góngora me voy a referir?"- es una orquídea epífita simpodial.
Abrumado ante el esfuerzo personal que demanda la erudición wikipedesca, hice una pausa para cambiar la yerba al mate y seguí leyendo. La expedición botánica a Chile y Perú entre 1778 y 1787, comandada por Hipólito Ruiz López dio como resultado la recolección y descripción de más de dos mil plantas. En 1794 aparece Flora peruviana et chilensis prodomus, sive novorum generum plantarum peruvianarum et chilensium descriptiones, donde aparece nuestro-¡nuestra!-Góngora. Las vicisitudes de la expedición dan material para una novela, si es que Pérez Reverte o Vargas Llosa ya no la estén escribiendo.
Como con el ilustre poeta de Córdoba, hay raras especies de Góngora, como la Góngora portentosa y la Góngora superflua. (Aclarácion necesaría: dado que la taxonomía de las plantas está en latín, vamos a respetar que Góngora vaya sin acento, aunque me cueste quitarle su naturaleza esdrújula)
El origen de los epítetos aplicados a distinguir las diversas Góngoras me resulta un misterio. Las cuatro especies de Gongora gratulabunda no sé qué tendrán en su meneo con el viento para merecer tal nombre. La Gongora bufonia y la Gongora hystrionica hacen buena pareja.Una limitada muestra de esta suerte de letanías lauretanas nos dará las siguientes bellezas:

Gongora alfieana

Gongora amparoana

Gongora arcuata

Gongora armeniaca

Gongora aromatica

Gongora atropurpurea

Gongora beyrodtiana

Gongora bufonia

Gongora cassidea

Gongora catilligera

Gongora charontis

Gongora chocoensis

Gongora claviodora

Gongora colombiana

Gongora cruciformis

Gongora dressleri

Gongora ecornuta

Gongora erecta (oops!)

Gongora escobariana

Gongora flaveola

Gongora fulva

Gongora galeata

Gongora galeottiana

Gongora garayana

Gongora gibba

Gongora gratulabunda

Gongora grossa

Gongora hirtzii

Gongora histrionica

Gongora hookeri

Gongora horichiana

Gongora ileneana

Gongora ilense

Gongora irmgardiae

Gongora lagunae

Gongora latibasis

Gongora latisepala

Gongora leucochila

Gongora maculata

Gongora minax

Gongora nigrita

Gongora nigropunctata

Gongora odoratissima

Gongora pardina

Gongora passiflorolens

Gongora pleiochroma

Gongora portentosa

Gongora pseudoatropurpurea

Gongora quinquenervis

Gongora retrorsa

Gongora rosea

Gongora rubescens

Gongora rufescens

Gongora saccata

Gongora sanderiana

Gongora scaphephorus

Gongora seideliana

Gongora similis

Gongora sphaerica

Gongora superflua

Gongora tracyana

Gongora tridentata

Gongora truncata

Gongora unicolor


Y me quedé pensando: si Góngora es una orquídea, ¿Quevedo será una especie de cactus?

martes, 11 de mayo de 2010

Libros que quisiera releer

Portada de Billiken N° 1493. Dibujo de Lino Palacio
Hay muchos libros que no he vuelto a leer.
Libros que provenían, mayormente, de la biblioteca familiar.
Es lo primero que se me ocurrió pensar.
Pero después pensé: no son muchos libros, a lo sumo son muchos años entre una lectura y otra.
A los 17 ya no leía lo mismo que a los 12.
Y sin embargo, a los 12, era prácticamente invencible.
Leía un libro gigante, lleno de fotos, que se llamaba Maravillas del mundo animal.
Leía El maravilloso viaje de Nils Holgersson, de Selma Lagerlof.
Leía a Julio Verne.
Leía Juvenilia de Miguel Cané y Chico Carlo de Juana de Ibarbourou.
Leía Mi planta de naranja-lima de Vasconcelos.
Leía La Biblia, sobre todo el Antiguo Testamento.
Alguna vez intenté meterme en el mundo de Mujercitas u Ocho primos de Louise May Alcott, que leía mi hermana, pero volvía con más fidelidad a Tom Sawyer.
Leía las Obras completas de Rubén Darío.
Leía el Quijote y las Novelas ejemplares.
Leía a los poetas gauchescos.
Leía La divina comedia en la traducción de Mitre.
Leía el teatro de Plauto y Eurípides.
Leía poesía y teatro de Lope de Vega.
Leía la biografía de Lope de Vega por Joaquín de Entrambasaguas.
Leía Azabache de Ana Sewell.
Leía Doña Inés y otros libros de Azorín.
Leía Mis montañas de Joaquín V González.
Leía El príncipe valiente de Harold Foster.
Leía Corazón de Edmundo de Amicis.
Leía Las doradas manzanas del sol de Ray Bradbury.
Leía Pago Chico de Roberto J. Payró.
Leía Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes.
Leía El Principito de Saint-Exupéry.
Intentaba leer La guerra gaucha de Leopoldo Lugones, y fracasaba. Reintentaba.
Leía todo lo que hubiera de Horacio Quiroga.
Leía Caminos sin ley de Graham Greene.
Leía Ana Karénina de Tolstoy.
Leía un libro que traía los diálogos platónicos. Me alucinaba que alguien pudiera aprender así, conversando.
Leía El inglés de los güesos de Benito Lynch
Leí algo del teatro de Jacinto Benavente, pero es como si nunca lo hubiese leído.
Nunca pude leer a Enrique Larreta.
Leía David Copperfield.
Leía Robinson Crusoe.
Leía La Celestina, sin entenderla.
Leía, a escondidas, Las posadas del amor de Felipe Trigo.
Leía Mafalda de Quino.
Leía Poesía española, un hermosísimo libro de Dámaso Alonso.
Leía Interpretación y análisis de la obra literaria de Wolfang Kaiser.
Leía Rubén Darío y su creación poética de Arturo Marasso.
Leía El arquero divino de Amado Nervo.
Leía La ciudad sin Laura de Francisco Luis Bernárdez.
Leía los tomos de la Enciclopedia Barsa, edición 1973.
Leía un diccionario mapuche-castellano.
Leía el diccionario de la Real Academia Española, edición de 1947.
Leía Niñez en Catamarca de Ricardo Levene.
Leía la Historia argentina, también de Ricardo Levene.

Contra toda la teoría pedagógica de que es necesaria cierta madurez psicofísica para comprender determinados libros, creo, por el contrario, que la experiencia de la lectura también nos hace madurar.
Entre ese niño de 12 años y este adulto de 45 hay un territorio común que permanece igual: la valoración de la lectura como parte de la propia historia y del cruce continuo entre la vida y el arte, entre el mundo vivido y el mundo narrado.
En el fondo, no sé si querría releer todos esos libros.
Lo que quizás quiera, sin declararlo, es volver a leer como leía entonces: ajeno a todo, con un tiempo casi ininterrumpido, y con la alegría de los primeros descubrimientos.

sábado, 8 de mayo de 2010

Leonard Cohen, Dance me to the end of love

Francisco de Quevedo, Amor constante más allá de la muerte


Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
 
  mas no, de esotra parte, en la ribera,              
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
 
  Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,               
medulas que han gloriosamente ardido:
 
  su cuerpo dejará no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
An old couple... walking..

martes, 4 de mayo de 2010

Cortázar, Peripecias del agua

Basta conocerla un poco para comprender que el agua está cansada de ser un líquido. La prueba es que apenas se le presenta la oportunidad se convierte en nieve o en vapor, pero tampoco eso la satisface; el vapor se pierde en absurdas divagaciones y el hielo es torpe y tosco, se planta donde puede y en general sólo sirve para dar vivacidad a los pingüinos y a los gin and tonic. Por eso el agua elige delicadamente la nieve, que la alienta en su más secreta esperanza, la de fijar para sí misma las formas de todo lo que no es agua, las casas, los prados, las montañas, los árboles.

Pienso que deberíamos ayudar a la nieve en su reiterada pero efímera batalla, y que para eso habría que escoger un árbol nevado, un negro esqueleto sobre cuyos brazos incontables baja a establecerse la blanca réplica perfecta. No es fácil, pero si en previsión de la nevada aserráramos el tronco de manera que el árbol se mantuviera de pie sin saber que ya está muerto, como el mandarín memorablemente decapitado por un verdugo sutil, bastaría esperar que la nieve repitiera el árbol en todos sus detalles y entonces retirarlo a un lado sin la menor sacudida, en un leve y perfecto desplazamiento.

No creo que la gravedad deshiciera el albo castillo de naipes, todo ocurriría como una suspensión de lo vulgar y lo rutinario; en un tiempo indefinible, un árbol de nieve sostendría el realizado sueño del agua. Quizá le tocara a un pájaro destruirlo, o el primer sol de la mañana lo empujara hacia la nada con su dedo tibio. Son experiencias que habría que intentar para que el agua esté contenta y vuelva a llenarnos jarras y vasos con esa resoplante alegría que por ahora sólo guarda para los niños y los gorriones.

(Publicado en Unomásuno, México, 11de abril de 1981; página 107 de Papeles inesperados, Alfaguara, Bs. As, 2009)

lunes, 3 de mayo de 2010

Borges, Citas y frases

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En mi país se pasan quince minutos diciendo que no hace
falta presentarme y diciendo que van a ser breves en la presentación; y
así pueden estar una hora sin haberme presentado.

La universidad debiera insistirnos en lo antiguo y en lo ajeno. Si insiste en lo propio y lo contemporáneo, la universidad es inútil, porque está ampliando una función que ya cumple la prensa.

De todos los instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones del brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y la imaginación.

Enamorarse es crear una religión cuyo dios es falible.

Me gustaría ser valiente. Mi dentista asegura que no lo soy.

El fútbol es popular porque la estupidez es popular.

Las tiranías fomentan la estupidez.

El peronismo no es bueno ni malo, es incorregible.

(Cuando le preguntaron a Borges sobre Argentina y Gran Bretaña en la guerra de Malvinas) Son dos calvos peleándose por un peine.

No sé hasta qué punto un escritor puede ser revolucionario. Por lo pronto, está trabajando con el idioma, que es una tradición.

Hablar de literatura comprometida me suena como hablar de equitación protestante.

Todas las palabras fueron alguna vez un neologismo.

He sospechado alguna vez que la única cosa sin misterio es la felicidad, porque se justifica por sí sola.

Eduardo Mallea inventaba títulos hermosos; lástima que después les agregaba libros.

Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mi me enorgullecen las que he leído.

Yo creo que de todos los géneros quizá el policial sea el más artificial, porque en verdad los crímenes no se resuelven por razonamientos, sino por delaciones.

¿Por qué tengo que creer que un subsecretario es más real que un sueño?

Ordenar bibliotecas es ejercer,de un modo silencioso, el arte de la crítica.

Una tarde vinieron a casa las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo a contarme lo que pasaba. Algunas serían histriónicas, pero yo sentí que muchas venían llorando sinceramente porque uno siente la veracidad. Pobres mujeres tan desdichadas. Esto no quiere decir que sus hijos fueran invariablemente inocentes pero no importa. Todo acusado tiene derecho, al menos, a un fiscal para no hablar de un abogado defensor. Todo acusado tiene derecho a ser juzgado. Cuando me enteré de todo este asunto de los desaparecidos me sentí terriblemente mal. Me dijeron que un general había comentado que si entre cien personas secuestradas, cinco eran culpables, estaba justificada la matanza de las noventa y cinco restantes. ¡Debió ofrecerse él para ser secuestrado, torturado y muerto para probar esa teoría, para dar validez a su argumento!

En mi época no había best sellers y no podíamos prostituirnos. No había quien comprara nuestra prostitución.

He firmado tantos ejemplares de mis libros que el día que me muera va a tener un gran valor uno que no lleve mi firma.

La literatura no es más que un sueño dirigido.