lunes, 1 de diciembre de 2014

Jorge Leónidas Escudero, La cruz de palo + Esa foto


A unos cerros del sur de Calingasta
fui a buscar lo que todavía no hallo
cuando vi una cruz de palo
tirada en el camino.
Ya iba pasando de largo y pensé
Que es mala seña ver algo así cuando uno
anda buscando riquezas minerales.
Me volví pues y le dije: Vos
¿qué andás haciendo aquí?
La cruz se quedó callada. Entonces agregué:
Sos propia de un cementerio
y vaya a saber cómo
apareciste ‘n la huella;
pero ahora te invito, con todo respeto,
acompañarme a unos mates. Vos
como leña al fuego y ahí conversamos.
Así fue. Y al escuchar
en el silencio cordillerano
su crepitar en las llamas le dije a ver
si me decís algo del más allá porque en eso
supuesto sos muy entendida.
Y ahí empezó la cruz a chisporrotear
cosas de muertos mientras llegó la noche oscura
y me dio miedo.


Esa foto

Callecita de un pueblo escondido
en un recodo de mí, allá
donde entró en el pasado lo que pasó
pero sigue estando en una foto.
Hay una fila de casas
achatadas bajo harto cielo.
No hay árboles ni gente pero al fondo
se ve un jinete yéndose.
Un jinete que no acaba de irse
y ahí está. Soy yo
como alejándome para no volver,
pero no avanzo porque la nostalgia
lo agarra de la cola al caballo
y lo tiene ahí, fijo, para que no me aleje.
Es nomás que me fui. Sí, ya sé,
la foto qu’ estoy mirando
no quiere que me haya ido,
eso es todo.