martes, 29 de septiembre de 2009

Fernando Arrabal, 3 poemas

TESOROS DE LA ESPAÑA DE HOY

Collage de F. Arrabal

En la España del cajero
poderoso Caballero
es Don Dinero.

Banca, yo al dólar me humillo
él es mi amante y mi amado
pues de puro enamorado
de continuo ando verdillo
pues el cheque, dando brillo,
hace todo cuanto quiero.

Poderoso Caballero
es Don Dinero.

Oigo Patria tu follón
y escucho el rico concierto
que cantan de Bolsa a puerto
las pesetas y el zurrón.

Miré los muros de la Patria mía
si un tiempo fuertes ya desmoronados
de la carrera del caudal cansados
por quien reluce ya su roñería.

Doquiera la mente mía
sus alas rápida lleva
allí un buen Banco se eleva
loando tu fiscalía

Poderoso Caballero
es Don Dinero.

Los invisibles átomos del aire
en derredor palpitan y se inflaman
el cielo se deshace en rayos de oro
España se estremece alborozada.
Oigo flotando en olas de armonía
rumor de besos y batir de alas
mis párpados se cierran... ¿Qué sucede?...
Repta ya la serpiente monetaria..

En la España del cajero
poderoso Caballero
es Don Dinero.

SONETO DE ODIO Y AMOR A ESPAÑA, I

Te recuerdo cruel y misteriosa
me alboroto pensando en tus mamones
la más guapa de todas las naciones
eres bella y con ojos de viciosa.

Al pegarme te vuelves más hermosa
con tus azotes y tus mojicones,
rompiéndome la crisma a bofetones
mi niñez la forjaste dolorosa.

Si en tus labios acerté con tanto tino
en tus cejas mi pubis se alojaba.
En el sur de tu piel me desatino

distribuyes tus besos con la lava,
representas belleza en batería
¡ay que patria tan causa de manía!

SONETO DE ODIO Y AMOR A ESPAÑA, II

Cabeza de mujer y pies de arcilla
soñadora encerrada en caracola
madre de utopías; banderola
derrumbada y cruel en mi boardilla.

Cual menina de carne en una silla
abandonada a su suerte de amapola
a mi tierra le digo sin pistola
"orgulloso me siento de mi orilla".

Coso digno de envidias para algunos
o de olvido, o de odio, o de deseo
reposado en su horror tan aceituno

le levanto la historia y le entreveo.
Tras decenios de fuga y pesadilla
hoy, España, te beso en la mejilla.

Fernanado Arrabal, nacido en 1932, y exiliado en Francia desde 1955, es dramaturgo, novelista, poeta, cineasta, pintor, ajedrecista y Trascendente Sátrapa del Colegio de 'Patafísica.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Miss Bolivia / Apagalo (Watch in HQ!)





Direccion Karin Idelson / Iluminacion Maly Collaso / Camara y montaje: Karin Idelson / 2 cam: Nicolas Richat. Gracias a Laura Zapata, Brian, Romina Sosa y el resto de los bailarines. Tambien a Rocio, Natalia, Eli, Dafne, Andrea, Heidi y Agustin Rodriguez.

Karin Idelson nació en 1978 en Bs. As. y se inició en la fotografía en 1996, asistiendo a diversos talleres.En septiembre de 2009, en el marco de las Jornadas Patafísicas en Ubuenos Aires, presentó en el Malba el corto El Zoo de Zaratustra, en coautoría con Rafael Cippolini y con música de Alan Courtis.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Patafísica involuntaria: nombres uruguayos


Leonardo Haberkorn (Radar, DOMINGO, 15 DE FEBRERO DE 2004)

Los argentinos suelen asombrarse de los nombres de los uruguayos, y motivos no les faltan. El acervo patronímico oriental ha despertado la curiosidad a lo largo de los años, en el propio Uruguay y en el extranjero.
El primer gran investigador de esta materia fue el médico Roberto Jorge Bouton, que recorrió Uruguay ejerciendo su profesión entre 1913 y 1930. La Revista Histórica, que editaba del Museo Histórico Nacional, publicó en 1958 un trabajo de Bouton que, entre relatos de costumbres y tradiciones camperas, recoge una increíble relación de nombres de personas que él mismo trató. La nómina incluye a los uruguayos Tránsito Caballero, Tresfilos Tabáres, Vinobien Valdenegro, Preciosísima Del Campo, Ermitaña Del Valle, Amigo Blanco, Firmo Aldecoa, Capataz Sotelo, Canuto Arredondo y Subterránea Gadea.
Bouton nombra también a un joven llamado Lazo de Amor Pintos y al señor Felino Valiente. También da cuenta de un hombre bautizado Ciérrense las Velaciones y del tierno caso del señor Caricias de la Quintana, que luego llamó a sus hijos Arador, Enamorado y Mensajero, y a sus hijas Bella y Pasión.
Pero quien piense que estos nombres son cosa del pasado se equivoca. En la última edición de la guía telefónica nacional figuran uruguayos con varios de los nombres que un siglo atrás sorprendieron a Bouton. Allí están Francisco Felino López, Canuto Abreo, Aguinaldo Dupetit, Tranquilo Parolín, Esclavitud Sánchez, América Heroica Llano, Gloria del Tránsito Ortiz y Dólar Anito Marr, por citar sólo algunos.
Lo cierto es que los nombres raros están en cada esquina de este país y siempre parece haber lugar para una nueva sorpresa. En septiembre, a raíz de una huelga, el Ministerio de Salud Publica publicó una lista de funcionarios intimados a reintegrarse al trabajo. Allí figuraban, entre otros, Elpidio Fernández, Oheflec Duarte y Marcos Simbad Delfino. Pitaluga, un conocido dirigente político y ex diputado, lleva el curioso nombre de Lucas Delirio.
En realidad, la variedad es infinita. Un integrante de la Corte Electoral proporcionó una lista de increíbles nombres de ciudadanos registrados en esa oficina, con la condición de no citar sus apellidos. Allí figuran uruguayos llamados Flash, Pejerto, Dulce, No Me Olvides, Teléfono, Filete, Flor de té, Arbol, Oxígeno, Horina, Flor de un día, Dos a uno, Nestos Odio Papito, Esmédico, Democrático Palmera, Potranca Ruana, Chupita, Amada Inglaterra, Julio Treintayuno, Tocayo, Banda Oriental, Circuncisión, Feo Lindo, Sol y Luz, Daniel Pistola y Libre Albedrío.
Y estos nombres tampoco son un asunto de tiempos idos. Y si no, que lo diga Arbol Santos, un montevideano que debe su nombre a la pasión de sus padres por las maravillas naturales.
“Mis padres sentían una gran admiración por la naturaleza y un asombro por todo lo que un árbol puede dar a cambio de un lugar y un poco de agua”, dice Arbol. “Y además tuvieron la decisión y el coraje de ponerle a un hijo este nombre”.
Arbol tiene dos hermanas, cuyos nombres también homenajean lo natural: Rocío y Luz Honor. Y según la guía telefónica, Arbol Santos no está solo en Uruguay: tiene un casi tocayo en Salto: Arbol Marques.

Novelas e historietas
¿Cuál es el origen de estos nombres? Al parecer no hay una única explicación. Miles de uruguayos deben sus insólitas gracias a la costumbre –muy en desuso hoy– de bautizar al recién llegado con el nombre del santo de la fecha. Tal es el caso de Areopajita Beltrán, citado por Bouton, o de Arehopajita Carballo, nacido en Aceguá, en 1923. Este extraño nombre se debe a San Dionisio Areopagita, un integrante del Areópago, un tribunal de la antigua Grecia, que fue convertido al cristianismo por San Pablo y luego canonizado. En la guía de teléfonos de Uruguay todavía hoy figura una señora Dionicia Areopagita Fernández.
Las novelas que apasionaron a algunos padres son responsables de otra buena parte de nombres insólitos. Bouton cita el caso de una mujer que le puso a su hija Misterfanoche y cuando le preguntó por el origen del extravagante nombre, le respondió: “Es una novela que leí hace mucho tiempo”. Hoy en la guía telefónica abundan las Blancanieves y figura D’Artagnan Carballo. También consta en una partida de nacimiento que en Río Branco fue inscripto el niño Aladino Pereira.
Desdichado Cortés es un montevideano de 72 años que debe su nombre a que sus padres adoraron la novela Genoveva de Bravante, de C. Schmidt. Le pusieron a sus hijos los nombres de tres de los protagonistas: Salvador, Sigifredo y Desdichado, el hijo de Genoveva que nace en un calabozo. “Es una novela muy linda”, dice hoy Desdichado. “Yo la tuve, la perdí y ahora siempre la estoy buscando, pero ya no se consigue”, lamenta.
Claro que los padres uruguayos no han leído sólo novelas... también están los fanáticos de las historietas. Así, el 24 de enero de 1956 fue inscripto en Paso de los Toros el niño Roy Rogers Pereira. Y en 1996, la revista Tres entrevistó a un empleado de la telefónica Antel llamado Walt Disney De los Santos.
Walt Disney explicó entonces que su padre era un policía que leía muchas revistas del ratón Mickey. Y relató que tuvo que sacar su nombre de la guía de teléfonos: “Me llamaban mucho, principalmente chiquilines”.

Homenaje a la Coca
También
el cine ha sido fuente de inspiración para muchos padres uruguayos.
El trisemanario Atlas de la ciudad de Melo publicó en 1996 el edicto de casamiento de un panadero llamado Glen Ford Silva. Y en Montevideo vive una mujer de apellido Obelar, bautizada con el nombre Isabel Sarli hace 33 años. “Mi papá estaba enamorado de la artista, por eso me puso Isabel Sarli”, explica la señora Obelar. Tan enamorado estaba su padre que, para que no quedaran dudas de la intención de su homenaje, nunca llamó a su hija por su primer nombre, Isabel, sino por el segundo, Sarli. “Mi papá siempre me llamó Sarli y así me llaman todos hoy. La gente siempre se admira de mi nombre”, agrega Obelar.
Ella, a su vez, llamó a su hija Lorena Paola, salvando las distancias. Es que el cine, la televisión y la música argentina han dejado una profunda huella en la nomenclatura uruguaya. Hoy existen unos cuantos orientales llamados Leo Dan o Leodán, nacidos en pleno auge del Club del Clan.
Otros nombres tienen un origen más asombroso, como el de muchos uruguayos llamados Trademar o Trademark.
Trademar Silvera relató su caso en la ya citada nota de la revista Tres. “Soy criado en las costas del río Yaguarón. Mi padre tenía un almacén y contrabandeaba de Brasil. Un día trajo latas de guayabada –un dulce brasileño– que decían “trade mark”, que en inglés quiere decir marca registrada. Mi madre la vio, estaba esperando y dijo: “Si es varón le voy a poner Trademark. Y bueno, cuando me fueron a inscribir, el juez les dijo que era mejor sacar la “k”. Vamos a dejarlo Trademar, les dijo y ellos aceptaron”.
Silvera se llevó la mayor sorpresa de su vida el día que en una oficina pública se encontró con un tocayo. Pero se puede decir que no fue un hecho tan excepcional, si tomamos en cuenta que hoy en la guía de teléfonos hay cinco Trademar y un Trademark.
Otros nombres son inexplicables, salvo desde un extraño sentido del humor. Es el caso del niño de apellido Leche, anotado con el nombre de Tomás en el Registro Civil el 15 de mayo de 1951. O el del difunto cuyoaviso fúnebre atesora el periodista Homero Alsina Thevenet en una colección de desopilantes recortes: el señor Perfecto Gil.
Hitler de izquierda
La geografía ha sido otra fuente de inspiración para los papás de los recién nacidos de este país. Muchos uruguayos llevan nombre de ríos, países y ciudades. Consta en textos de estudio de Derecho el trámite de rectificación de su partida de nacimiento que hizo una señora bautizada Barcelona. Más raro es el caso de una jueza que se llama Addis Abeba Martínez y que ha declarado desconocer por qué su padre la llamó como la capital de Etiopía.
Otra conocida afición oriental ha sido el homenajear en el nombre de sus hijos a próceres y prohombres varios. Miles de orientales se llaman Washington, Franklin, Lincoln, Schubert, Darwin, Artigas o Napoleón. Beethoven Javier y Voltaire García fueron futbolistas de renombre que hoy son directores técnicos. En la guía de teléfonos no faltan los Kennedy y los Eisenhower; los Spencer, los Hohberg y los Luis Artime. Y en Pando, el 22 de enero de 1952, fue anotado el niño Carlitos Gardel Hernández.
Claro que hay homenajes de gusto mucho más dudoso. Tal es el caso del señor Hitler Aguirre, un comerciante de Tacuarembó.
“Yo nací en el 40, cuando la guerra. Mi padre y mi tío se pasaban discutiendo: mi padre decía que Hitler era mejor que Mussolini, mi tío decía que Mussolini era mejor que Hitler. Al final mi padre me puso Hitler a mí y mi tío le puso Mussolini a mi primo”, cuenta Aguirre.
Puede decirse que el Hitler uruguayo es el primer Hitler de izquierda en el mundo. En 1971 votó al Frente Amplio y dos años después, cuando sobrevino la dictadura militar, pagó ese pecado con 50 días de cárcel y una inspección impositiva que arruinó el comercio que tenía en aquellos años. Se refugió 27 años en el campo y hoy, de vuelta en la actividad comercial, ya tiene decidido volver a votar al Frente Amplio: “Ya hemos pasado cien años con gobiernos blancos y colorados, ahora hay que probar otra cosa ¿no?”, explica.
Pero tales “ideas extrañas” no impidieron que cuando, hace 35 años nació su primer hijo, también le pusiera de nombre Hitler.
¿Y qué dice su hijo del nombre que le puso?
No dice nada. “Nunca me dijo nada, ni sé si le gusta o si no le gusta”.
De todos modos, en la batalla de los nombres, queda claro dónde estaban las mayores simpatías de los uruguayos durante la Segunda Guerra Mundial. Mientras en la guía telefónica de todo el país figuran apenas un Hitler y un Mussolini, al mismo tiempo hay dos José Stalin, ocho Stalin a secas, un Stalingrado y nueve Churchill o Winston Churchill.

Balance complicado
Muchos de estos nombres se conocen gracias a que algunos funcionarios del Registro Civil llevan años fotocopiando y atesorando para sí mismos algunas de las partidas de nacimientos, casamientos y fallecimientos más increíbles. Así se han inmortalizado los nombres de Nicanor Clandestino Costa, Gaucho Puntiador Techera, Gaucho Carolino Acevedo, Caerte Freire, Pepa Colorada Casas, Selamira Godoy, Termo Piccinini o Johnny Dolars Aguilera.
También se sabe que el 13 de julio de 1936 fue inscripto en Tacuarembó el niño Juan Antonio Nicasio Francisco Manuel Antonio Bernardo Mario Héctor César Higinio Molotov Gorki Iglesias Largo Abayubá Yamandú Zapicán Cajals Engels, de apellido Seoane.
Es que la ley uruguaya no pone límites a la cantidad de nombres que puede recibir un niño, ni tampoco coarta la libertad de los padres. Sin embargo, el Registro Civil, en los últimos años, ha comenzado a rechazarlos nombres que pueden ser considerados denigrantes para la persona que los recibe.
Claro que nunca se sabe cómo alguien tomará el nombre que le regalan sus padres. A Hitler Aguirre, por ejemplo, cuando comenzó a ir al liceo todos los profesores querían cambiarle el nombre a toda costa. “¡Qué esperanza!”, les dije. “Si mi padre quiso para mí ese nombre, yo no me lo voy a cambiar”.
Algo parecido le pasó a Desdichado Cortés. Un primo de su padre era juez de paz y le ofreció hacerle sencillo y económico el largo trámite necesario para cambiarse el nombre. “Yo tenía 20 años y le dije que me dejara pensarlo unos días. Lo pensé mucho y llegué a la conclusión que yo iba a ser el mismo, con este nombre o con cualquier otro. Y me lo dejé. Ahora me gusta, creo que debo ser el único”.
Arbol Santos ha reflexionado mucho en su nombre y se nota. “Tener un nombre así te fortalece, pero también te genera una sensación de sentirte siempre distinto. Es difícil evaluar el efecto total de llevar un nombre tan raro. Yo creo que el balance tira a positivo, pero no dejo de reconocer que tiene un lado muy complicado”.
Por las dudas, cuando nacieron sus hijos, Arbol les puso nombres bien sencillos.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Alfred Jarry, Sobre algunas violaciones legales

Sobre algunas violaciones legales

Sobre el terna de la violación, así como sobre otros más abstrusos, el legislador ha sabido contentar tanto a los espíritus simples como a los filósofos; a éstos por su sabiduría insondable, a aquéllos por su amable absurdidad. Ha acudido a su habitual procedimiento: ha prohibido expresamente la violación en ciertos casos designados, según todas las apariencias, al azar; en otros casos, no menos arbitrarios, la ha recomendado, sin motivo, de manera aún más expresa.

Esta contradicción se justifica si se considera que el legislador no responde más que de su capricho, o bien si se toma uno el trabajo de desentrañar, bajo ese capricho, una ley que sea el espíritu mismo de la Ley: el legislador, amigo del orden y de la armonía, experimenta un extremado goce en los movimientos de conjunto, aprueba no importa qué actos, siempre que sean cumplidos por una multitud. Recíprocamente, detesta ver al ser humano agitarse aisladamente. Es así que uno no podría, sin disgustarle, hacer la guerra por sí solo. Recordemos, a propósito, que se leerá más provechosamente el Código, restituyendo toda su amplitud a una expresión que se halla escrita en él abreviadamente: la ley. Se debe leer: la ley (del más fuerte). El contexto da fe de ello.

Ahora bien, como la violación es por excelencia el acto que requiere el más reducido número de colaboradores, se ofrece a sí mismo a las iras del legislador. Este, sin embargo, en su mansedumbre, lo autoriza a veces, hasta lo prescribe, en dos casos severamente reglamentados.

Se recordará sin duda un reciente misterio: una niñita desapareció al salir de la casa de sus padres con la intención de adquirir, para sustentarlos, un hígado de ternera. Raptada por unos nómadas, fue hallada dos días después en los lindes de un bosque. Los animales salvajes habían respetado la víscera, encerrada en una canasta, pero hay viejas supersticiones populares que aún tienen vigencia en la gente y la policía, a propósito de seres mitológicos que pueden hallarse en un rincón de un bosque y que reciben la denominación de sátiros. Luego ¿la niña había sido violada?

Es aquí donde resplandece la deslumbrante sagacidad del legislador. La violación está prohibida en todas partes a los nómadas, al menos en perjuicio de hijos de padres sedentarios, de la misma manera que les está prohibido estacionarse en el territorio de ciertas comunas (¡aunque sea bien evidente que si se estacionan no son nómadas!). No obstante el legislador era impotente en cuanto a verificar si algún nómada o sátiro había perpetrado el delito. ¿Qué se le preguntaba, entonces? Si la violación había tenido lugar o no. Resolvió pues hacer de manera que hubiera tenido lugar, con la intervención de una criatura de las suyas, persona como él sagaz, astuta, respetable y autorizada.

Es así que, sobre el cuerpo intacto de la niña, un médico -pues hay que llamarlo por su nombre- estuvo encargado del estupro oficial.

De igual manera, bajo la mirada benevolente de la ley, y frecuentemente con el apoyo -hay que confesarlo- de la Iglesia, seres lúbricos hay que raptan a jóvenes puras o tomadas por tales. Sospechosos personajes que reciben el afrentoso y obsceno nombre de testigos, les prestan ayuda. La Prensa, desde hace años, sostiene una campaña que debiera conducir al apresamiento de los delincuentes. Vanamente los periódicos dedican columnas enteras a dar los nombres, apellidos y guaridas de esas bandas de sátiros, bajo la rúbrica “anuncios de casamientos” o “casamientos” o “casamientos en el gran mundo”.

Digamos, para disculpa de la Iglesia, que ésta no bendice la violación más que cuando el delincuente se compromete, por declaración pública, hermosos escritos y retracción pública, a practicar otras, las cuales no serán ya violaciones, y a no mancillar a otras víctimas durante el resto de sus días.

Hemos dicho bastante sobre la incoherencia de la Justicia, para ayudar a comprender el símbolo cínico de su Balanza: cada uno de sus platillos tira para su lado; por desgracia, son ellos los que tienen razón, puesto que emplean el mejor método posible para establecer el equilibrio.


Antropofagia

Esta rama demasiado olvidada de la antropología, la antropofagia, no se muere; la antropofagia no ha muerto.

Hay, como se sabe, dos formas de practicar la antropofagia: comer seres humanos o ser comido por ellos. Hay también dos maneras de probar que uno ha sido comido. Por el momento sólo examinaremos una: si La Patrie del 17 de febrero no ha disimulado la verdad, la misión antropofágica enviada por el diario a Nueva Guinea habría logrado un éxito total, tanto que ninguno de sus miembros habría regresado, excepción hecha, como corresponde, de dos o tres especímenes que los caníbales tienen la costumbre de dejar con vida para encargarles trasmitir sus saludos a la Sociedad de Geografía.

Antes de la llegada de la misión de antropofagia, es verosímil pensar que, entre los papúes, esta ciencia se hallaba en pañales: le faltaban los primeros elementos, los materiales, nos atreveríamos a decir. En efecto, los salvajes no se comen entre ellos. Más aún, se desprende de varios ensayos de nuestros valerosos exploradores militares en Africa que las razas de color no son comestibles. No debe extrañarnos pues el recibimiento solícito que los caníbales dieron a los blancos.

Seria un grave error, sin embargo, no ver en la carnicería de la misión europea más que una baja glotonería y un puro interés culinario. Este hecho, a nuestro entender, pone de manifiesto uno de los más nobles impulsos del espíritu humano: su propensión a asimilar todo aquello que encuentra bueno. Constituye una vieja tradición, en la mayor parte de los pueblos guerreros, devorar tal o cual parte del cuerpo de los prisioneros, en la suposición de que encierra diversas virtudes: la bondad, la valentía, la buena vista, la perspicacia, etc. El nombre de la reina Pomaré significa "comeojo". Esta costumbre ha sido algo abandonada cuando se empezó a creer en localizaciones menos simples. Pero se la vuelve a encontrar en los sacramentos de varias religiones basadas en la teofagia. Cuando los papúes devoran exploradores de raza blanca entienden practicar una comunión con su civilización.

Si algunas vagas concupiscencias sensuales se han mezclado en el cumplimiento del rito es porque las sugirió el propio jefe de la misión antropofágica, el Sr. Henri Rouyer. Se ha observado que habla insistentemente, en su relato, de su amigo "el buen gordo Sr. de Vriés". Los papúes, a menos que se los suponga excesivamente ininteligentes, lo han interpretado de esta manera: bueno, es decir, bueno para comer; gordo, es decir, habrá para todo el mundo. Es difícil que no se hicieran del Sr. de Vriés la idea de una reserva de alimento vivo prevista para los exploradores. ¿Cómo éstos hubieran dicho que era bueno si no hubieran apreciado su calidad y la cantidad de su corpulencia? Por otra parte, está demostrado, para cualquiera que haya leído relatos de viajes, que los explora- dores sólo sueñan con comidas. El Sr. Rouyer confiesa que ciertos días de hambre "abastecían sus estómagos con orugas, gusanos, langostas, hembras de termitas..., insectos de una especie aún rara para la ciencia". Esta búsqueda de insectos raros ha debido parecer a los indígenas un refinamiento de glotonería; en cuanto a las cajas de colecciones, era imposible que no las tomaran por extraordinarias conservas reclamadas por estómagos pervertidos, tal como nos imaginamos nosotros, hombres civilizados, el estómago de los antropófagos.

Fuatar, jefe de los papúes, propuso al Sr. Rouyer el cambio de dos prisioneros de guerra por el Sr. de Vriés y el boy Aripan. El Sr. Rouyer rechazó esta oferta horrorizado... Pero se apodera clandestinamente de los dos prisioneros. de guerra. No vemos ninguna diferencia entre esta actitud y la del ratero que rechazara, no menos horrorizado, la invitación a pagar una cierta suma por la adquisición de una o varias piernas de carnero, pero que hurtara, ausente el carnicero, esos miembros comestibles. El Sr. Rouyer ha tomado dos prisioneros. ¿Qué ha hecho el Sr. Fuatar, jefe de los papúes, al estipular el precio de la liberación del boy y del Sr. de Vriés sino establecer el monto legítimo de su factura?

Hay, decíamos al comienzo, una segunda manera, para una misión antropofágica, de no volver, y este método es el más rápido y más seguro: que la misión no parta.


Protejamos al ejército

Si la celosa actividad del ministro de Guerra no decrece, dentro de poco habrá fenecido cierta asociación de personas armadas, bien conocida bajo el nombre abreviado de ejército. En efecto, es presumible que, de supresión de abuso en supresión de abuso, por fin no quedará nada. Ya es hora de que los historiadores, los folkloristas y los conser- vadores de monumentos nacionales se preocupen por esa inminente desaparición. Si es de incumbencia de esos funcionarios el velar por la conservación de la parte muerta del ejército -trofeos de victorias o reliquias de derrotas- no menos les corresponde el mantenimiento de la parte viva: la generación bajo banderas, debidamente cobijada en otros locales igualmente dispuestos a ese efecto. De esta manera será salvaguardada, presente y permanente, la noción de militar, indispensable para la felicidad de los hombres, ya que implica la noción de civil. A causa de ella, la mayoría de las familias francesas juzgan incompleta la educación de sus hijos si no los envían, durante un período de uno a tres años, a realizar observaciones personales sobre la existencia del soldado. Vuelven maduros para la vida burguesa y gratificados con el certificado de buena conducta, en el que consta que "han servido a su patria con honor y fidelidad", pero ya no tienen oportunidad de servirla más que durante periodos que no exceden los veintiocho o trece días por vez.

Alfred Jarry, Costumbres de los ahogados

Hemos tenido ocasión de entablar relaciones bastantes íntimas con estos interesantes borrachos perdidos del acuatismo. Según nuestras observaciones, un ahogado no es un hombre fallecido por submersión, contra lo que tiende a acreditar la opinión común. Es un ser aparte, de hábitos especiales y que se adaptaría a las mil maravillas a su medio si se lo dejase residir un tiempo razonable. Es notable que se conserven mejor en el agua que expuestos al aire. Sus costumbres son extrañas y, aunque ellos gustan desempeñarse en el mismo elemento que los peces, son diametralmente opuestas a la de éstos, si se permite expresarnos así. En efecto, mientras los peces, como es sabido, navegan remontando la corriente, es decir en el sentido que exige más de sus energías, las víctimas de la funesta pasión del acuatismo se abandonan a la corriente del agua como si hubieran perdido toda energía, en una perezosa indolencia. Su actividad sólo se manifiesta por medio de movimientos de cabeza, reverencias, zalemas, medias vueltas y otros gestos corteses que dirigen con afecto a los hombres terrestres. En nuestra opinión, estas demostraciones no tienen ningún alcance sociológico: sólo hay que ver en ellas las convulsiones inconscientes de un borracho o el juego de un animal.

El ahogado señala su presencia, como la anguila, por la aparición de burbujas en la superficie del agua. Se los captura con arpones, lo mismo que a las anguilas; el uso de garlitos o líneas de fondo resulta a este efecto menos provechoso.

En cuanto a las burbujas, se puede caer en el error por la gesticulación desconsiderada de un simple ser humano que sólo se halla en el estado de ahogado provisorio. En este caso, el ser humano no es en extremo peligroso y en todo comparable como lo hemos dicho más arriba, a un borracho perdido. La filantropía y la prudencia exigen distinguir dos fases en su salvamento: 1) la exhortación a la calma; 2) el salvamento propiamente dicho. La primera operación, imprescindible, se efectúa muy bien por medio de un arma de fuego, pero hay que estar familiarizado con las leyes de la refracción; en la mayoría de los casos, basta con un golpe de remo. Sólo queda - segunda fase - capturar al objeto por el mismo método que a un ahogado ordinario.

Es raro que los ahogados se desplacen formando bancos, a la manera de los peces. De ello se puede inferir que sus ciencias sociales son aún embrionarias, a menos que se juzgue más simple suponer que su combatividad y valor guerrero es inferior al de los peces. Es por ello que éstos se comen a aquellos.

Estamos en condición de probar que hay un solo punto en común entre los ahogados y los demás animales acuáticos; desovan como los peces, aunque sus órganos reproductores, para el observador superficial, parezcan conformados como los de los humanos. Desovan, a pesar de esta grave objeción: ninguna ordenanza de la prefectura protege su reproducción por la veda momentánea de su pesca.

Corrientemente, un ahogado se vende a 25 francos en el mercado de la mayoría de los departamentos, constituyendo una fructífera y honesta fuente de recursos para la población ribereña. Sería pues de interés patriótico fomentar su reproducción; de lo contrario, a falta de esa medida, sería grave la tentación, para el ciudadano ribereño y pobre, de fabricar ahogados artificiales, igualmente merecedores de la prima, por medio del maquillaje por vía húmeda de otros ciudadanos vivos.

El ahogado macho, en la estación del desove, que dura casi todo el año, se pasea en su desovadora, descendiendo como de costumbre la corriente, la cabeza hacia adelante, la cintura levantada, las manos, los órganos de desove y los pies meneándose sobre el agua. Permanece de buen grado balanceándose entre las hierbas. Su hembra también desciende la corriente, con la cabeza y las piernas volcadas hacia atrás y el vientre al aire.

Así es la vida.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Lectura en el Archibrazo

Dentro del nuevo ciclo de lecturas de poesía- Salón Toth Oral- a cargo de Juan Salzano- con la colaboración de Julio Azcoaga y Lucio Arrillaga- en El Archibrazo, el martes 15 de septiembre leyeron Patricia Jawerbaum, María García y Gabriela unmundodesensaciones Bejerman, con geniales diapositivas de fondo de Dina Roisman.
Gabriela Bejerman promocionaba su última novela y Gaby Bex, su disco. Me llevé un disco y me aseguré la suscripción de la novela, que merecerá posteo aparte.
GB nos llevó en auto unas cuadras y ahí me enteré-la vida te da sorpresas- de que es una inesperada groupie de Rachmaninoff.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Ugly Pictures, Album Cover Galore




Italo Calvino, Entrevista


Italo Calvino (1923-1985), figura ineludible de la narrativa italiana y universal, fue miembro del Oulipo. Amigo personal de Julio Cortázar, a él están dedicados los sonetos al itálico modo incluídos en Salvo el crepúsculo.
En esta entrevista habla de su pequeña babel doméstica: él, italiano; su mujer, argentina; su hija que va a la escuela elemental francesa, la empleada portuguesa; como si además de cruzarse los destinos, se cruzaran las lenguas en una zona sin fronteras visibles.

Marcel Duchamp, L..H.O.O.Q.

Il n'y a pas de solution parce qu'il n'y a pas de problème
No hay solución porque no existe ningún problema




Julio Cortázar, De otra máquina célibe


Cronopios, vino tinto y cajoncitos
Por Paco y Sara Porrúa, dos lados del indefinible polígono que va urdiendo mi vida con otros lados que se llaman Fredi Guthmann, Jean Thiercelin, Claude Tarnand y Sergio de Castro (puede haber otros que ignoro, partes de la figura que se manifestarán algún día o nunca), conocí a Juan Esteban Fassio en un viaje a la Argentina, creo que hacia 1962. Todo empezó como debía, es decir en el café de la estación de Plaza Once, porque cualquiera que tenga un sentimiento sagaz de lo que es el café de una estación ferroviaria comprenderá que allí los encuentros y los desencuentros tenían que darse de entrada en un territorio marginal, de tránsito, que eran cosa de borde. Esa tarde hubo como una oscura voluntad material y espesa, un alquitrán negativo contra Sara, Paco, mi mujer y yo que debíamos encontrarnos a esa hora y nos desencontramos, nos telefoneamos, buscamos en las mesas y los andenes y acabamos por reunirnos al cabo de dos horas de interminables complicaciones y una sensación de estar abriéndonos paso los unos hacia los otros como en las peores pesadillas en que todo se vuelve postergación y goma. El plan era ir desde allí a la casa de Fassio, y si en el momento no sospeché el sentido de la resistencia de las cosas a esa cita y a ese encuentro, más tarde me pareció casi fatal en la medida en que todo orden establecido se forma en cuadro frente a una sospecha de ruptura y pone sus peores fuerzas al servicio de la continuación. Que todo siga como siempre es el ideal de una realidad a la medida burguesa y burguesa ella misma (por ser de medida); Buenos Aires y especialmente el café del Once se coaligaron sordamente para evitar un encuentro del que no podía salir nada bueno para la República. Pero lo mismo llegamos a la calle Misiones (hay nombres que...), y antes de las ocho de la noche estábamos bebiendo el primer vaso de vino tinto con el Proveedor Propagador en la Mesembrinesia Americana, Administrador Antártico y Gran Competente OGG, además de regente de la cátedra de trabajos prácticos rousselianos. Tuve en mis manos la máquina para leer las Nouvelles impressions d'Afrique, y también la valija de Marcel Duchamp; Fassio, que hablaba poco, servía en cambio unos sándwiches de tamaño natural y mucho vino tinto, y acabó sacando una kodak del tiempo de los pterodáctilos con la que nos fotografió a todos debajo de un paraguas y en otras actitudes dignas de las circunstancias. Poco después volví a Francia, y dos años más tarde me llegaron los documentos, anunciados sigilosamente por Paco Porrúa que había participado con Sara en la etapa experimental de la lectura mecánica de Rayuela. No me parece inútil reproducir ante todo el membrete y encabezamiento de la trascendental comunicación:

Instituto de Altos Estudios Patafisicos de Bs.As.

Seguían diversos diagramas, proyectos y diseños, y una hojita con la explicación general del funcionamiento de la máquina, así como fotos de los cientificos de las Subcomisiones Electrónica y de Relaciones Patabrownianas en plena labor. Personalmente nunca entendí demasiado la máquina, porque su creador no se dignó facilitarme explicaciones complementarias, y como no he vuelto a la Argentina sigo sin comprender algunos detalles del delicado mecanismo. Incluso sucumbo a esta publicación quizá prematura e inmodesta con la esperanza de que algún lector ingeniero descifre los secretes de la RAYUEL-O-MATIC, como se denomina la máquina en uno de los diseños que, lo diré abiertamente, me parece culpable de una frívola tendencia a introducirla en el comercio, sobre todo por la nota que aparece al pie:
RAYUEL-O-MATIC
Se habrá advertido que la verdadera máquina es la que aparece a la izquierda; el mueble con aire de triclinio es desde luego un aflténtico triclinio, puesto que Fassio comprendió desde un comienzo que Rayuela es un libro para leer en la cama a fin de no dormirse en otras posiciones de luctuosas consecuencias. Los diseños 4 y 5 ilustran admirablemente esta ambientación favorable, sobre todo el número 5 donde no faltan ni el mate ni el porrón de ginebra ( juraría que también hay una tostadora eléctrica, lo que me parece una pituquería):
RAYUEL-O-MATIC

Nunca entenderé por qué algunos diseños venían numerados mientras otros se dejaban situar en cualquier parte, que he imitado respetuosamente. Pienso que éste dará una idea general de la máquina:
La maquina

No hay que ser Werner Von Braun para imaginar lo que guardan las gavetas, pero el inventor ha tenido buen cuidado de agregar las instrucciones siguientes:
A — Inicia el funcionamiento a partir del capítulo73 (sale la gaveta 73 ); al cerrarse ésta se abre la No. l, y así sucesivamente. Si se desea interrumpir la lectura, por ejemplo en mitad del capítulo 16, debe apretarse el botón antes de cerrar esta gaveta.
B — Cuando se quiera reiniciar la lectura a partir del momento en que se ha interrumpido, bastará apretar este botón y reaparecerá la gaveta No. 16, continuándose el proceso.
C — Suelta todos los resortes, de manera que pueda elegirse cualquier gaveta con sólo tirar de la perilla. Deja de funcionar el sistema eléctrico.
D — Botón destinado a la lectura del Primer Libro, es decir, del capítulo 1 al 56 de corrido. Al cerrar la gaveta No. 1, se abre la No. 2, y así sucesivamente.
E — Botón para interrumpir el funcionamiento en el momento que se quiera, una vez llegado al circuito final: 58 - 131 - 58 - 131 - 58, etcétera.
F — En el modelo con cama, este botón abre la parte inferior, quedando la cama preparada.
Los diseños 1, 2 y 3 permiten apreciar el modelo con cama, así como la forma en que sale y se abre esta última apenas se aprieta el botón F.
Atento a las previsibles exigencies estéticas de los consumidores de nuestras obras, Fassio ha previsto modelos especiales de la máquina en estilo Luis XV y Luis XVI
El mobiliario
En la imposibilidad de enviarme la máquina por razones logísticas, aduaneras e incluso estratégicas que el Colegio de Patafísica no está en condiciones ni en ánimo de estudiar, Fassio acompañó los diseños con un gráfico de la lectura de Rayuela(en la cama o sentado).
Diagrama de lectura

La interpretación general no es difícil: se indican claramente los puntos capitales comenzando por el de partida (73), el capítulo emparedado (55) y Los dos capítulos del ciclo final (58 y 131). De la lectura surge una proyección gráfica bastante parecida a un garabato, aunque quizá los técnicos puedan explicarme algún día por qué los pesos se amontonan tanto hacia los capítulos 54 y 64. El análisis estructural utilizará con provecho estas proyecciones de apariencia despatarrada; yo le deseo buena suerte.

Extraído de "La vuelta al día en ochenta mundos", publicado en 1967 y aparecido originalmente en Subsidia Pataphysica.

Cortázar sin barba


jueves, 10 de septiembre de 2009

Boris Vian, El desertor

p://www.youtube.com/v/gjndTXyk3mw&hl=es&fs=1&">
Monsieur le président
Je vous fais une lettre
Que vous lirez peut-être
Si vous avez le temps

Je viens de recevoir
Mes papiers militaires
Pour partir à la guerre
Avant mercredi soir

Monsieur le président
Je ne veux pas la faire
Je ne suis pas sur terre
Pour tuer des pauvres gens

C'est pas pour vous fâcher
Il faut que je vous dise
Ma décision est prise
Je m'en vais déserter

Depuis que je suis né
J'ai vu mourir mon père
J'ai vu partir mes frères
Et pleurer mes enfants

Ma mère a tant souffert
Elle est dedans sa tombe
Et se moque des bombes
Et se moque des vers

Quand j'étais prisonnier
On m'a volé ma femme
On m'a volé mon âme
Et tout mon cher passé

Demain de bon matin
Je fermerai ma porte
Au nez des années mortes
J'irai sur les chemins

Je mendierai ma vie
Sur les routes de France
De Bretagne en Provence
Et je dirai aux gens:

« Refusez d'obéir
Refusez de la faire
N'allez pas à la guerre
Refusez de partir »

S'il faut donner son sang
Allez donner le vôtre
Vous êtes un bon apôtre
Monsieur le président

Si vous me poursuivez
Prévenez vos gendarmes
Que je n'aurai pas d'armes
Et qu'ils pourront tirer

Indio tehuelche de la Patagonia


Un tehuelche en postura ecuestre, pero sin señalar el camino a los Andes, ni habitar el centro de una plaza.En su infancia chubutense, en Colonia Sarmiento, Eva García se cruzaba a diario con los indios, muchos de los cuales hablaban inglés por su contacto con los galeses de la zona.
Sobre una de las sillas de su departamento, Eva conservaba las matras tejidas por los tehuelches.
Los tehuelches eran de considerable altura-aptos para sobrevivir como jugadores de básquet, según afirma Darwin en su Viaje del Beagle-- y es la etnia que conoció Pigafetta al arriesgarse por las costas del sur hacia 1520. El nombre de patagones, por el que son comúnmente conocidos, proviene de Las sergas de Esplandián, una novela de caballerías en la que aparecían gigantes fabulosos.
Según el testimonio de Pigafetta, los indios que vio eran altísimos ya que los europeos apenas les llegaban a la cintura. Testimonio parcial, ya que Pigafetta no da ningún parámetro concreto de la altura de los europeos.
Borges anduvo por Comodoro Rivadavia hacia 1922 , se asomó a los yacimientos de YPF y consignó sus impresiones en un poema.
Cuando viajó en 1974, Bruce Chatwin supo captar en equilibrada dosis la parte de leyenda y de vida cotidiana, como pocos viajeros logran hacerlo.

El libro de Sonia Cristoff sobre los pueblos y parajes olvidados de la Patagonia...lo empecé a leer y está genial. Lo comento en detalle en un futuro posteo, cuando volvamos por la tierra de Eva García y de los tehuelches.

Presentación de los Poemas eróticos de Bataille








Bataille, Poemas eróticos

Georges Bataille, Poemas eróticos. Traducción: Sofía Durrieu y Malena Rey.
Edicions Chinatown.

Eva García en brindis con Ignacio Vázquez

Nákar Ellif-cé en alógeno diálogo con Roberto Echavarren

Juan Esteban Fassio, Máquina para leer Roussel


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miércoles, 9 de septiembre de 2009

Raymond Queneau, Ejercicios de estilo

Relato

Una mañana a mediodía, junto al parque Monceau, en la plataforma trasera de un autobús casi completo de la línea S (en la actualidad el 84), observé a un personaje con el cuello bastante largo que llevaba un sombrero de fieltro rodeado de un cordón trenzado en lugar de cinta. Este individuo interpeló, de golpe y porrazo, a su vecino, pretendiendo que le pisoteaba adrede cada vez que subían o bajaban viajeros. Pero abandonó rápidamente la discusión para lanzarse sobre un sitio que había quedado libre.
Dos horas más tarde, volví a verlo delante de la estación de Saint-Lazare, conversando con un amigo que le aconsejaba disminuir el escote del abrigo haciéndose subir el botón superior por algún sastre competente.

Punto de vista subjetivo

No estaba descontento con mi vestimenta, precisamente hoy. Estrenaba un sombrero nuevo, bastante chulo, y un abrigo que me parecía pero que muy bien. Me encuentro a X delante de la estación de Saint-Lazare, el cual intenta aguarme la fiesta tratando de demostrarme que el abrigo es muy escotado y que debería añadirle un botón más. Aunque, menos mal que no se ha atrevido a meterse con mi gorro.
Poco antes, había reñido de lo lindo a una especie de patán que me empujaba adrede como un bruto cada vez que el personal pasaba, al bajar o al subir. Eso ocurría en uno de esos inmundos autobuses que se llenan de populacho precisamente a las horas en que debo dignarme a utilizarlos.

Vacilaciones

No sé muy bien dónde ocurría aquello... ¿en una iglesia, en un cubo de la basura, en un osario? ¿Quizás en un autobús? Había allí... pero, ¿qué había allí? ¿Huevos, alfombras, rábanos? ¿Esqueletos? Sí, pero con su carne aún alrededor, y vivos. Sí, me parece que era eso. Gente en un autobús. Pero había uno (¿o dos?) que se hacía notar, no sé muy bien por qué. ¿Por su megalomanía? ¿Por su adiposidad? ¿Por su melancolía? No, mejor... más exactamente... por su juventud, adornada con un largo... ¿narigón? ¿mentón? ¿pulgar? No: cuello; y por un sombrero extraño, extraño, extraño. Se puso a pelear -sí, eso es-, sin duda con otro viajero (¿hombre o mujer?, ¿niño o viejo?) Luego eso se acabó, concluyó acabándose de alguna forma, probablemente con la huida de uno de los dos adversarios.
Estoy casi seguro de que es ese mismo personaje el que me volví a encontrar, pero ¿dónde? ¿Delante de una iglesia? ¿delante de un osario? ¿delante de un cubo de la basura? Con un compañero que debía de estar hablándole de alguna cosa, pero ¿de qué? ¿de qué? ¿de qué?

Propaganda editorial

En su nueva novela, tratada con el talento que le caracteriza, el célebre novelista X, a quien debemos ya tantas obras maestras, se ha esmerado en presentar únicamente personajes muy matizados que se mueven en una atmósfera comprensible para todos, grandes y chicos. La intriga gira, pues, en torno al encuentro en un autobús del héroe de esta historia con un personaje bastante enigmático que se pelea con el primero que llega. En el episodio final, se ve a ese misterioso individuo escuchando con la mayor atención los consejos de un amigo, modelo de elegancia. El conjunto produce una sensación encantadora que el novelista X ha cincelado con notable fortuna.

Amanerado

Eran los aledaños de un julio meridiano. El sol reinaba con todo su esplendor sobre el horizonte de múltiples ubres. El asfalto palpitaba dulcemente, exhalando ese tierno aroma de alquitrán que origina en los cancerosos ideas a la par pueriles y corrosivas sobre el origen de sus dolencias. Un autobús, de librea verde y blanca, blasonado con una enigmática S, vino a recoger, junto al parque Monceau, un pequeño pero agraciado lote de viajeros candidatos a los húmedos confines de la disolución sudorípara. En la plataforma trasera de esta obra maestra de la industria automovilística francesa contemporánea, donde se amontonaban los transbordados como sardinas en lata, un pillastre que frisaba la treintena y que llevaba, entre un cuello de una longitud cuasi serpentina y un sombrero cercado por un cordoncillo, una cabeza tan sin gracia como plúmbea, alzó la voz para lamentarse, con amargura no fingida y que parecía emanar de un frasco de genciana, o de cualquier otro líquido de propiedades semejantes, de un fenómeno consistente en empujones reiterados que, según él, tenían como causante a un cousuario presente hic et nunc de la S. T. C. R. P. y le dio a su lamento el tono agrio de un viejo vicario que se hace pellizcar el trasero en un mingitorio y que, por excepción, no le apetece en absoluto tal delicadeza y no entra por uvas. Pero, al descubrir un sitio libre, se lanza en pos de él.
Más tarde, cuando el sol había bajado ya algunos peldaños de la monumental escalera de su parada celeste, y cuando de nuevo me hacía vehicular por otro autobús de la misma línea, observé al mismo personaje descrito anteriormente moviéndose en la plaza de Roma de forma peripatética en compañía de un individuo eiusdem estofae que le daba, en esta plaza consagrada a la circulación automovilística, consejos de una elegancia tal que no iba más allá de un botón.

Filosófico

Sólo las grandes ciudades pueden presentar a la espiritualidad fenomenológica las esencialidades de las coincidencias temporales e improbabilísticas. El filósofo que sube a veces en la inexistencialidad fútil y utilitaria de un autobús S puede percibir en él con la lucidez de su ojo pineal las apariencias fugitivas y decoloradas de una conciencia profana afligida por el largo cuello de la vanidad y por la trenza sombreril de la ignorancia. Esta materia sin verdadera entelequia se lanza a veces con el imperativo categórico de su impulso vital y recriminatorio contra la irrealidad neoberkeleyana de un mecanismo corporal inapesadumbrado de conciencia. Esta actitud moral arrastra al más incosciente de los dos hacia una espacialidad vacía donde se descompone en sus átomos elementales y ganchudos.
La indagación filosófica prosigue normalmente con el encuentro fortuito pero anagógico del mismo ser acompañado de su réplica inesencial y costurera, la cual le aconseja nouménicamente transponer al plano del intelecto el concepto de abrigo situado sociológicamente demasiado bajo.

Distingo

Por la mañana (y no por Ana la maña) viajaba en la plataforma (pero no formaba en la vieja plata) del autobús (no confundir con el alto obús), y como estaba llena (no me como esta ballena) la masa chocaba (y no la más achochada). Entonces un jovencito (y no cito un joven) extravagante (no vago estragante) se dirigió (aunque no digirió) a un sujeto (pero no atado) pacífico (no Atlántico) enojándose (no desojándose) porque éste (no Oeste) le pisaba el pie (no le pispaba el bies).
Al cabo del rato (y no al rabo del gato) yo vi al tonto (no llovía a lo tonto) en San Lázaro (no el de Tormes) conversando con un amigo (no amigando con un converso) más meticuloso (mas no supositorio) en temas de indumento (y no mento más té hindú).



Carla Bruni, Le Toi Du Moi



Je suis ton pile
Toi mon face
Moi ton nombril
Et toi ma glace
Tu es l'envie et moi le geste
Toi le citron et moi le zeste
Je suis le thé, tu es la tasse
Toi la guitare et moi la basse

Je suis la pluie, tu es mes gouttes
Tu es le oui et moi le doute
T'es le bouquet je suis les fleurs
Tu es l'aorte et moi le coeur
Toi t'es l'instant moi le bonheur
Tu es le verre je suis le vin
Toi tu es l'herbe et moi le joint
Tu es le vent j'suis la rafale
Toi la raquette et moi la balle
T'es le jouet et moi l'enfant
T'es le vieillard et moi le temps
Je suis l'iris tu es la pupille
Je suis l'épice toi la papille
Toi l'eau qui vient et moi la bouche
Toi l'aube et moi le ciel qui s'couche
T'es le vicaire et moi l'ivresse
T'es le mensonge moi la paresse
Tu es la main moi la caresse

T'es le guépard moi la vitesse

Je suis l'enfer de ta pécheresse

Tu es le ciel moi la terre, hum
Je suis l'oreille de ta musique
Je suis le soleil de tes tropiques
Je suis le tabac de ta pipe
T'es le plaisir et moi la foudre
Tu es la gamme et moi la note
Tu es la flamme moi l'allumette
T'es la chaleur moi la paresse
T'es la torpeur et moi la sieste
T'es la fraîcheur et moi l'averse
Tu es les fesses je suis la chaise
Tu es bémol et moi j'suis dièse

T'es le laurel de mon hardy
T'es le plaisir de mon soupir
T'es la moustache de mon trotski
T'es tous les éclats de mon rire
Tu es le chant de ma sirène
Tu es le sang et moi la veine
T'es le jamais de mon toujours
T'es mon amour t'es mon amour

Je suis ton pile
toi mon face
Moi ton nombril
Et toi ma glace
Tu es l'envie et moi le geste
T'es le citron et moi le zeste
Je suis le thé, tu es la tasse
Toi la putain et moi la passe
Tu es la tombe et moi l'épitaphe
Et toi le texte, moi le paragraphe
Tu es le lapsus et moi la gaffe
Toi l'élégance et moi la grâce
Tu es l'effet et moi la cause
Toi le divan moi la névrose
Toi l'épine moi la rose
Tu es la tristesse moi le poète
Tu es la belle et moi la bête
Tu es le corps et moi la tête
Tu es le corps. hummm !
T'es le sérieux moi l'insouciance
Toi le flic moi la balance
Toi le gibier moi la potence
Toi l'ennui et moi la transe
Toi le très peu moi le beaucoup
Toi le sage et moi le fou
Tu es l'éclair et moi la poudre
Toi la paille et moi la poutre
Tu es le surmoi de mon ça
C'est toi charybde et moi scylla
Tu es la mère et moi le doute
Tu es le néant et moi le tout
Tu es le chant de ma sirène
Toi tu es le sang et moi la veine
T'es le jamais de mon toujours
T'es mon amour t'es mon amour

Objetos usuales

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Jacques Carelman, Reloj de piedras

Eva García, Jornadas Patafísicas en Ubuenos Aires


Jacques Prévert, Este amor


Cet amour
Si violent
Si fragile
Si tendre
Si désespéré
Cet amour
Beau comme le jour
Et mauvais comme le temps
Quand le temps est mauvais
Cet amour si vrai
Cet amour si beau
Si heureux
Si joyeux
Et si dérisoire
Tremblant de peur comme un enfant dans le noir
Et si sûr de lui
Comme un homme tranquille au millieu de la nuit
Cet amour qu faisait peur aux autres
Qui les faisait parler
Qui les faisait blêmir
Cet amour guetté
Parce que nous le guettions
Traqué blessé piétiné achevé nié oublié
Parce que nous l’avons traqué blessé piétiné achevé nié oublié
Cet amour tout entier
Si vivant encore
Et tout ensoleillé
C’est le tien
C’est le mien
Celui qui a été
Cette chose toujours nouvelle
Et qui n’a pas changé
Aussi vrai qu’une plante
Aussi tremblante qu’un oiseau
Aussi chaude aussi vivant que l’été
Nous pouvons tous les deux
Aller et revenir
Nous pouvons oublier
Et puis nous rendormir
Nous réveiller souffrir vieillir
Nous endormir encore
Rêver à la mort,
Nous éveiller sourire et rire
Et rajeunir
Notre amour reste là
Têtu comme une bourrique
Vivant comme le désir
Cruel comme la mémoire
Bête comme les regrets
Tendre comme le souvenir
Froid comme le marble
Beau comme le jour
Fragile comme un enfant
Il nous regarde en souriant
Et il nous parle sans rien dire
Et moi je l’écoute en tremblant
Et je crie
Je crie pour toi
Je crie pour moi
Je te supplie
Pour toi pour moi et pour tous ceux qui s’aiment
Et qui se sont aimés
Oui je lui crie
Pour toi pour moi et pour tous les autres
Que je ne connais pas
Reste là
Lá où tu es
Lá où tu étais autrefois
Reste là
Ne bouge pas
Ne t’en va pas
Nous qui sommes aimés
Nous t’avons oublié
Toi ne nous oublie pas
Nous n’avions que toi sur la terre
Ne nous laisse pas devenir froids
Beaucoup plus loin toujours
Et n’importe où
Donne-nous signe de vie
Beaucoup plus tard au coin d’un bois
Dans la forêt de la mémoire
Surgis soudain
Tends-nous la main
Et sauve-nous.


Este amor
Tan violento
Tan frágil
Tan tierno
Tan desesperado
Este amor
Bello como el día
Y malo como el tiempo
Cuando hay mal tiempo
Este amor tan sincero
Este amor tan hermoso
Tan feliz
Tan jovial
Y tan pobrecillo
Trémulo como un chiquillo en la oscuridad
Y tan seguro de sí mismo
Como un hombre tranquilo en lo más hondo de la noche
Este amor que da miedo a los demás
Que los hace hablar
Que los hace palidecer
Este amor acechado
Porque nosotros lo acechamos
Acosado herido pisoteado destrozado negado olvidado
Porque nosotros lo hemos acosado herido pisoteado destrozado negado olvidado
Este amor íntegro
Tan vivo todavía
Y pleno de sol
Es el tuyo
Es el mío
Ese que ha sido
Este algo siempre nuevo
Y que no ha cambiado
Tan verdadero como una planta
Tan tembloroso como un pájaro
Tan cálido tan vivo como el verano
Ambos podemos juntos
Alejarnos y retornar
Olvidarlo
Y después dormirnos
Despertarnos padecer envejecer
Dormirnos de nuevo
Soñar con la muerte
Despertarnos sonreír y reír
Y rejuvenecer
Nuestro amor sigue allí
Obstinado como un borrico
Viviente como el deseo
Cruel como la memoria
Absurdo como el arrepentimiento
Tierno como los recuerdos
Frío como el mármol
Bello como el día
Frágil como un niño
Nuestro amor nos mira sonriendo
Y nos habla sin decir nada
Y yo lo escucho tembloroso
Y grito
Grito por ti
Grito por mí
Y le suplico
Por ti por mí por todos los que se aman
Y los que se han amado
Sí le grito
Por ti por mí y por todos
Los que no conozco
Quédate
Allí donde estás
Allí donde estuviste antes
Quédate
No te muevas
No te vayas
Nosotros los que somos amados
Te hemos olvidado
Pero no nos olvides tú
Sólo te teníamos a ti en el mundo
No permitas que nos volvamos indiferentes
Cada vez mucho más lejos
Y desde donde sea
Danos señales de vida
Mucho más tarde desde el rincón de un bosque
En la selva de la memoria
Surge de repente
Tiéndenos la mano
Y sálvanos

Traducción: Juan José Ceselli