sábado, 30 de julio de 2011

Lejos del mundanal ruido







































Por un tiempo.
Por un tiempo largo.
No quiero más ruido.

Voy a escucharte.
Voy a estar a tu lado.
Pero sin ruido.

Traé tu dolor-sin impostación.
Traé tu alegría-sin recetario.
No traigas tu ruido.

Amor que quiera entender.
Amor sin la telaraña
del ruido.

Pantóxico, mundanal,
obligatorio, consensuado,
sordo ruido

Desde el fuego del silencio,
paso a paso voy huyendo
de ese ruido.

viernes, 22 de julio de 2011

Francis Scott Fitzgerald, El Crack-Up













A la edición que ya conocíamos de Bruguera (1984)y traducción de Mariano Antolín Rato *, se sumará hoy la edición que presentarán a las 20 hs, en Costa Rica 4767-esto es, en la librería Crack-Up-con la presencia de Marcelo Cohen, Matías Serra Bradford, Martín Schifino, Alan Pauls y Miguel Rep.
Allí estaremos

* Mariano Antolín Rato nació en Gijón en 1943.Realizó estudios de Filosofía y Derecho en la Universidad de Oviedo. Pasó dos años como becario en Roma. En Madrid fue profesor de español para extranjeros, colaboró en la creación de Acto y Voz y estuvo ligado a la promoción de diversas iniciativas editoriales, en esa época conoció a su esposa María Calonje.

Antolín Rato fue un precursor, junto con su amigo Antonio Escohotado, en el consumo de LSD en el Madrid Franquista de los sesenta.

Es un traductor de reconocido prestigio del inglés, francés e italiano, ha traducido a Kerouac, Douglas Coupland, Ezra Pound, Francis Scott Fitzgerald, Malcolm Lowry, Raymond Carver, William Faulkner y William Burroughs entre otros.

martes, 19 de julio de 2011

Cees Nooteboom, Amar la vida es también hablar de la muerte



Cees Nooteboom, escritor, viajero e hispanista neerlandés habla sobre su libro dedicado a las tumbas de los escritores.

Blog que recomiendo: revistaliteratas











































Hoy quiero recomendar dos blogs de Mozambique:uno es http://revistaliteratas.blogspot.com/ y el otro http://kuphaluxa.blogspot.com, con Eduardo Quive como editor.
Ambos blogs aspiran a promover las nuevas generaciones -artísticas y literarias-mozambiqueñas.
La aspiración lusófona de estas publicaciones es otro punto destacable, ya que, al menos en esta parte del mundo, nos facilita el conocerles mejor.

Literatas – é uma revista artistico-literária, que visa exaltar os valores literários moçambicanos e da lusofonia, formando e informando a sociedade sobre tudo que acontece nesta área cultural e sobre os seus fazedores. constitui o nosso objectivo principal, difundir informação actualizada sobre a literatura moçambicana, partilhando igualmente as informações do exterior sobre a mesma área. A produção desta revista, que até então é publicada pela internet, está a cargo do Movimento Literário Kuphaluxa, um grupo de jovens moçambicanos amantes e fazedores de literatura.

lunes, 18 de julio de 2011

Ernesto Goldar (1940-2011)













Ernesto Goldar, escritor, poeta y ensayista, murió hoy en su casa de Barrio Norte a los 71 años a causa un infarto, según informó su compañera Silvia Landini.

"Ernesto tuvo una vida dedicada a la literatura y a la política, son las cosas por las que vivió y por las que lo acompañé, esa es la realidad y como quiero que se recuerde", dijo Silvia, compañera de vida desde 1983.

miércoles, 13 de julio de 2011

Cees Nooteboom, Cebo



















La poesía nunca puede hablar de mí,
ni yo de la poesía.
Yo estoy solo, el poema está solo,
y el resto es de los gusanos.
Me detuve en las calles donde viven las palabras,
libros, cartas, informes,
y esperé.
Siempre supe esperar.
Las palabras, con sus formas claras u oscuras,
me volvieron más oscuro o más claro.
Los poemas me alcanzaron
y se reconocieron como objetos.
Yo pude verlo y verme.
No tiene fin esta adicción.
Escuadrones de poemas están buscando sus poetas.
Vagan sin mando por el amplio
territorio de las palabras
y aguardan el cebo de su perfecta,
hermética, condensada, acabada
e irreductible

forma.



Traducción de Fernando García de la Banda

lunes, 11 de julio de 2011

Juan Bautista Alberdi, Cartas quillotanas
















Mi objeto no es personal; no haré de la cuestión de todos una cuestión de mi persona.

No pueden ejercer fielmente el poder, quienes ejercen infielmente la libertad.

Los que atropellan la ley estando abajo, no pueden respetarla estando arriba.

¿Podrá sufrir la oposición como ministro, el que no puede soportarla como ciudadano?

¿El que insulta la justicia ajena estando desarmado, la respetaría teniendo bayonetas?

En la república, todos los tiranos trepan al poder por la estatua de la libertad: es la escalera del orden.

La rivalidad, la competencia de intereses, toma el aire de opsición de principios.

Lonco Inacayal



















Modesto Inacayal(1833-1888) fue un cacique tehuelche, subordinado a Sayhueque, que se rindió a la persecución del ejército argentino en 1884. Confinado al Museo de La Plata, Inacayal fallece en 1888.
Muchos años después, un joven fue a reclamar sus restos.
-Es patrimonio científico-le respondieron las autoridades del Museo
El joven contestó:
-Era mi abuelo

En el mes de noviembre de 1988, al cumplirse 100 años de su muerte, el Centro Indio
Mapuche Tehuelche de Chubut, representado por quien entonces era su presidente, Juan
Antilef, presenta ante las autoridades del Museo de La Plata un reclamo por restitución de restos del cacique Inacayal. Las autoridades del Museo cuestionan la viabilidad del reclamo desde un enfoque legalista, abriéndose un intenso debate en el seno de la institución, revelando
profundas contradicciones al interior de la comunidad académica entre quienes apoyan la restitución de los restos y quienes dicen “defender” el patrimonio cultural del cual el Museo no debería desprenderse (Acta de la 16° Sesión Ordinaria del Consejo Académico, La Plata, 27 de octubre de 1989).
Los argumentos que apoyan esta última posición se basan en la falta de cobertura
jurídica para los “huesos” de personas muertas en estos casos particulares. Los restos humanos no son “cosas” en sentido jurídico, y por lo tanto no son susceptibles de propiedad alguna. La institución que los cobija, en tanto patrimonio cultural de la Nación, lo hace por delegación del
Gobierno Nacional y exige como condición para acceder al reclamo que se demuestre la
filiación consanguínea del/los reclamante/s o la legítima pertenencia de los restos reclamados a
la comunidad peticionante. Estos requisitos constan en un informe elevado a quien entonces
ocupaba la Secretaría de Políticas Universitarias, Sr. Del Bello, Ministerio de Educación de la
Nación (s/f).
Finalmente, los restos son devueltos a la comunidad tehuelche por orden de la ley
nacional N° 23.940, impulsada por el senador Hipólito Solari Irigoyen. Un dato a tener en cuenta para el análisis de la cuestión es que la ley mencionada se sanciona sin debate previo y sin consultar la posición de la institución que hasta entonces poseía la guarda de los bienes
sobre los cuales se legislaba. Dicha ley es presentada en la Cámara de Senadores en el mes de julio de 1990, aprobada por la Cámara de Diputados en mayo de 1991, su decreto reglamentario es el N° 2391 promulgado en el Boletín Oficial el 18 de noviembre de 1993.
En sus fundamentos se plantea la necesidad del “reconocimiento expreso a las comunidades indígenas que poblaron originariamente su territorio y que contribuyeron a forjar su nacionalidad”, adelantándose al reconocimiento del carácter de “pueblos originarios” incorporado a la Constitución Nacional reformada en 1994 en cuyo artículo 75, inciso 15 se plantea “reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos.”
María di Fini, Estado e identidad, en Razón y Revolución nº 8, primavera de 2001.

domingo, 10 de julio de 2011

Bípede Falante, Apedredarios






























Letras hechas de piedra substraen la suma de agua y ternura de la voz perdida al cuadrado de esa matemática de la sinrazón de volver a un camino fosilizado de sustantivos e cuentas embotellados dentro de una carta* descompuesta sin corriente o señal de vida. La palabra apedredario no existe. Quien quiera aventurar una piedrita, diviértase.

* ("Mapa" aquí? Duda de Lisarda)

Letras feitas de pedra subtraem a soma de água e ternura da voz perdida ao quadrado dessa matemática da desrazão de voltar a um roteiro fossilizado de substantivos e contas engarrafados dentro de uma carta decomposta sem corrente ou sinal de vida.
ps. A palavra apedrejário não existe. Quem quiser jogar uma pedrinha, divirta-se.

Comentarios

Marcantonio
Mas, se não existe, deveria existir, ou já existe agora, e poderia ser assim bela: como para relíquia há relicário,para pedra, talvez, apedrejário, para guardar as pedrinhas recolhidas na praia efêmera da vida ou nas margens do rio cotidiano.

Rayuela
tiro la piedrita
1/
2/
3/
cielo*

fmartaneves
Não existe apedrejário, ou penso que não, mas existe apedrejai-o ou apedrejai-a, mais vulgar e mais usado! E quem se atreve a atirar a primeira pedra?
Eu não! Será que tenho telhado de vidro?
E letras, gosto mais das outras, feitas de massa... no fundo do prato da sopa.
Quanto a fósseis ou algo fossilizado, em vez de roteiros, contas e substantivos, prefiro as Trilobites que há e em grande quantidade aqui em Valongo, mais visíveis nas pedreiras de ardósia, habitantes dos Mares Paleozóicos desde o Câmbrico (570 milhões de anos), tendo o seu apogeu no Ordovício, começando a ser menos numerosas no Silúrico, para se extinguirem no final do Pérmico, recentemente, há cerca de 250 milhões de anos.
Então… por isso é que eu penso, porque por vezes penso, que se a história de David e Golias se tivesse passado aqui em Valongo, este último não teria sido atingido na testa por uma pedra mandada pelo primeiro, mas sim por uma certeira trilobite.

Terráqueo
E é assim que a língua portuguesa fica mais rica. Adorei a nova palavra.

Nota de Lisarda- Ayer fue el cumpleaños de una gran amiga bloguera, Lelena Camargo.Tanto en su blog particular-bípedefalante-como en el que comanda junto a Cirandeira-mínimoajuste- Lelena ha sabido conjugar talento,simpatía,ingenio y una contagiosa alegría por las lecturas y los viajes.
Ha sido gracias a Lelena que conocí el blog de Silvia Zappia; Lelena ha sido, también, la causa remota de haber conocido a Silvia Zappia personalmente, en Mar del Plata, en este invierno.¡Ojalá algún día coincidamos los tres y algunos más de esta hermosa cofradía!
Mientras, quisiera compartir un hermoso ejemplo de la escritura de Lelena, publicado en su blog el martes 20 de junio de 2011. Agrego algunos comentarios que también da gusto releer.
Lelena, Bípede Falante, querida amiga: feliz aniversario y por otro año de felices lecturas y amistades.

jueves, 7 de julio de 2011

Gutierre de Cetina, Ojos claros, serenos
















Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.

martes, 5 de julio de 2011

Edward Bulwer Lytton, The language of the eyes






















Those eyes—those eyes—how full of Heaven they are!
When the calm twilight leaves the heaven most holy;
Tell me, sweet eyes, from what divinest star
Did ye drink in your liquid melancholy?
Tell me, belovèd eyes!

Was it from yonder orb that ever by
The quiet moon, like Hope by Patience, hovers,
The star to which hath sped so many a sigh,
Since lutes in Lesbos hallow'd it to Lovers?
Was that your Fount, sweet Eyes?

Ye Sibyl books, in which the truths foretold
Inspire the Heart, your dreaming priest, with gladness,
Bright Alchemists that turn to thoughts of gold
The leaden cares ye steal away from sadness,
Teach only me, sweet Eyes!

Hush! when I ask ye how, at length, to gain
The cell where Love, the sleeper, yet lies hidden,
Loose not those arch lips from their rosy chain;
Be every answer, save your own, forbidden—
Feelings are words for Eyes!


Nota de Lisarda- Volví a buscar algo sobre Edward Bulwer Lytton-el autor de Los últimos días de Pompeya y La raza venidera, dos novelas inoxidables- a partir de la lectura de The Occult de Colin Wilson. Y en Proyecto Gutenberg descubrí que este gran novelista era además un fino poeta.El primer verso me hizo recordar la canción de los Guess Who, una de las mejores bandas canadienses.
La excelente recreación de Las Meninas realizada por Joel Peter Witkins, la hemos tomado de http://dexedrina.blogspot.com a cargo de Rufus T. Firefly.

The Guess Who - These Eyes



These eyes cry every night for you
These arms long to hold you again
The hurtin's on me yeah
But I will never be free
No my baby no no
You gave a promise to me yeah
You broke it - you broke it
These eyes watched you bring
My world to an end
This heart could not accept and pretend
The hurtin's on me yeah
But I will never be free no no no
You took a vow with me yeah
You spoke it - you spoke it
These eyes are crying
These eyes have seen a lot of love
But their never gonna see another
One like I had with you
These eyes are crying
These eyes have seen a lot of love
But their never gonna see another
One like I had with you
These eyes are crying
These eyes have seen a lot of love
But their never gonna see another
One like I had with you
These eyes cry every night for you
These arms long to hold you again
These eyes are crying
These eyes have seen a lot of love
But their never gonna see another
One like I had with you
These eyes are crying
These eyes have seen a lot of love
But their never gonna see another
One like I had with you
These eyes are crying
These eyes have seen a lot of love
But their never gonna see another
One like I had with you
These eyes are crying
These eyes have seen a lot of love
But their never gonna see another
One like I had with you

sábado, 2 de julio de 2011

Pablo Capanna, Defendiendo al Capital





















Defendiendo al Capital
¿Una secta racionalista?

Se suele dar por supuesto que el fundamentalismo es una patología propia de las religiones. Muchas de las cosas que se han escrito apresuradamente en torno al fundamentalismo islámico parten de esta premisa, que permite trivializar al máximo las cosas para echarle la culpa de todo a Mahoma.
Al parecer, nos hemos olvidado de los fundamentalismos políticos del siglo XX, que cuando no eran ateos sólo usaban pragmáticamente de la religión; pero aun así fueron intolerantes y sectarios en un grado nunca visto. También los jacobinos adoraban a la Diosa Razón pero acabaron por levantar la guillotina, y los positivistas endiosaban a la Ciencia sólo para acabar venerando a la amante de Comte.
Cuando se habla de los nuevos fundamentalismos “religiosos”, habrá que pensar, más que en cuestiones teológicas, en una consecuencia indeseada del pensamiento único, que erosiona la identidad cultural y empuja a defender fanáticamente la diferencia.
El fanatismo, el sectarismo y el fundamentalismo son fenómenos recurrentes en la historia. Al igual que la neurosis, pueden justificarse con cualquier guión ideológico. También pueden llegar a hacerlo sobre la base de un programa racionalista, en cuanto abandonan el pensamiento crítico para proclamar dogmas indiscutibles, con un empecinamiento propio de las peores inquisiciones.
De esta paradoja se ha ocupado el “escéptico” Michael Shermer, uno de los pocos que mencionan el Objetivismo de Ayn Rand como una curiosa secta racionalista que hizo del capitalismo un dogma y acabó enredándose en el culto a su fundadora, justificando ideológicamente sus caprichos y sometiéndose a una disciplina autoritaria.
La paradójica historia del Objetivismo no es demasiado conocida, aunque nadie negará que ha influido en nuestras vidas. En sus dogmas podemos incluso descubrir una de las fuentes de ese pensamiento único que hoy inspira a los talibanes del Mercado.

La infalible Ayn Rand

Alissa Rosenbaum (1905-1982) nació en San Petersburgo y murió en New York. Según la leyenda oficial, aprendió a leer sola a los seis años y a los ocho ya quería ser escritora. Durante la revolución rusa, la farmacia de sus padres fue confiscada y tuvo que emigrar a Crimea. Luego, estudió filosofía e historia en Petrogrado. También se enamoró del cine de Hollywood y aprendió a escribir guiones.
En 1926 viajó a los Estados Unidos, invitada por unos parientes que tenía en Chicago, y aprovechó para quedarse.
Al año siguiente desembarcó en Hollywood y atrajo la atención de Cecil B. DeMille, quien le dio un papel de extra en Rey de Reyes. Sus devotos suelen buscar su rostro en la muchedumbre que sigue a Cristo camino al Gólgota. Junto a ella distinguen a Frank O’Connor, quien sería su esposo.
O’Connor, que sólo alcanzó cierta fama a su lado, no era precisamente un astro: su filmografía sólo incluye varios “bolos” como policía, parroquiano, sheriff o empleado de telégrafo entre 1922 y 1934.
La Rosenbaum, que ahora se hacía llamar Ayn Rand (un nombre inspirado por su máquina de escribir Remington Rand) logró vender un guión en 1932, con lo cual dejó de trabajar de extra y tuvo tiempo para escribir. Sus primeras novelas, Los que estamos vivos (1936) e Himno (1938), cultivaban un anticomunismo que le abrió las puertas del mercado editorial. Dos bestsellers, El manantial (1943) y La rebelión de Atlas (1957) le aseguraron el éxito, permitiéndole amasar una fortuna y hasta fundar un movimiento ideológico.
Su fama hizo de ella un referente cultural de las derechas norteamericanas. A pesar de haber escrito apenas novelas y artículos fue aclamada como pensadora y comparada con Aristóteles y Kant. En los años Sesenta, Andy Warhol la retrató y acabó de entronizarla entre los ídolos americanos.
Para entonces ya existía un instituto destinado a difundir su pensamiento, que ganaba adeptos día tras día, cuando sobrevino un escandalete sexual que dividió a sus fieles. Murió, bastante olvidada, en su departamento de New York y fue enterrada en un ataúd que llevaba grabado el signo “$”. Era su emblema personal, que compartía con aquel tío millonario del Pato Donald que inspirara Paul Getty.

La Biblia de Rand

Se dice que los libros de Rand han vendido más de cuatro millones de ejemplares, lo cual le permite competir con la Biblia y hasta con Harry Potter. Durante los años Sesenta, cuando los estudiantes contestatarios de los campus norteamericanos buscaban inspiración en cualquier parte, desde Marcuse y Thoreau hasta Tolkien, alcanzó el cenit de su popularidad. Después comenzó a ser leída por los banqueros, consultores de empresas y políticos republicanos.
Es difícil encontrar un crítico capaz de encontrarle algún mérito literario a sus novelas, y los filósofos profesionales nunca tomaron en serio sus ideas. Sus adeptos afirman que los críticos jamás leyeron La rebelión de Atlas, lo cual es explicable, tratándose de un mamotreto de 1070 páginas con letra de contrato.
Su tercera novela, El manantial, que fue llevada al cine en 1948 con Gary Cooper y Patricia Neal, es la lucha de un arquitecto genial contra la mediocridad, y le debe bastante a Ibsen. Algo distintas son Himno y Atlas, que según la enciclopedia de Clute y MacNicholls podrían caber dentro de ciencia ficción, ya que transcurren en un futuro de mediano plazo.
El Himno en cuestión es la admiración del individuo por sí mismo, el triunfo del Yo a la manera de Whitman. El marco es una grotesca distopía socialista. Sucede en un mundo donde ha triunfado el colectivismo, causando la extinción de la iniciativa privada, la ciencia y el arte. Todo pertenece al Estado, pero reina la miseria, la gente se alumbra con velas y se viste de arpillera. El heroico protagonista se rebela contra el sistema y escapa de la tortura, porque la cárcel es ineficiente y burocrática. Conoce a su pareja, huye con ella al campo y culmina su obra el día que vuelve a inventar la lamparita eléctrica. Ha descubierto el poder del individuo, y entona un himno a sí mismo.
En este mundo, el Estado obliga a todos a hablar en plural, para combatir el individualismo. Por ejemplo, cuando el protagonista se enamora se ve obligado a decir: “nosotros apreciamos que ellas tenían unas hermosas curvas”. Con este lenguaje, a las pocas páginas el libro se vuelve no sólo absurdo, sino francamente ilegible. Por suerte, es apenas un cuento largo, al punto que los editores se ven obligados a completarlo con la versión facsimilar del manuscrito.
El voluminoso Atlas, en cambio, escenifica una huelga de capitalistas, algo así como un lock out masivo de los Capitanes de Industria y las finanzas, a quienes Rand considera una minoría perseguida, víctima del Estado regulador. La novela transcurre en un impreciso futuro donde el socialismo ha ido dominando el mundo. En USA se desalienta la eficiencia y hasta se cree que la gente tiene derecho a cosas como el salario vital o la educación, cuando lo único que cuenta es la libertad de empresa.
Lo notable es la miopía con que la Rand, que en algo se parecía a Stalin, sólo es capaz de imaginar un futuro dominado por los ferrocarriles y los cables de cobre. Escribir esto en 1957, cuando asomaban las autopistas, el avión y la fibra óptica, era un tanto ingenuo.
Los Estados Unidos están en franca e irreversible decadencia; los sindicatos defienden a los vagos, los huelguistas abandonan un tren con todos sus pasajeros en medio del desierto y el Estado prohibe las innovaciones técnicas para proteger las fuentes de trabajo.
El libro se abre con la “repulsiva” imagen de un desocupado que pide limosna y no escatima calificativos casi racistas para la gente común, los fracasados indignos de vivir en ese mundo que construyeron los Grandes Hombres.
Ayn Rand se retrata a sí misma en la protagonista Dagny Taggart, que es tenaz, intrépida y promiscua. Dagny lucha para que su ferrocarril privado pueda contar con rieles hechos de una milagrosa aleación creada por Rearden, otro magnate innovador, que le permitirá a sus trenes alcanzar grandes velocidades.
La crisis es terminal, y habrá de culminar con un gran apagón en New York. Perseguidos, los Capitanes de la Industria se hartan del Estado benefactor y abandonan a su suerte la sociedad de los mediocres, los “saqueadores” de la riqueza que sólo ellos son capaces de crear.
Se refugian en una base secreta de Colorado, donde esperan el colapso del sistema. Entre ellos hay un compositor incomprendido y un filósofo que se hizo pirata sólo para robarle al Estado, a la inversa de Robin Hood, que para la Rand era el epítome del mal. Hasta hay un millonario argentino de apellido italiano, pero se dice que desciende de hidalgos españoles y posee grandes yacimientos de cobre, lo cual podría hacerlo chileno. Pero todo eso queda en Brasil...
Cuando el gobierno está por estatizar sus empresas, un petrolero incendia sus yacimientos y el argentino vuela sus minas de cobre, para acelerar el colapso del sistema. Se trata de empobrecer todavía más a la gente, no para que se rebele sino para que se resigne.
El movimiento tiene un líder en la clandestinidad: un ingeniero genial llamado John Galt, quien inventó un motor eléctrico que convierte la estática en movimiento, pero destruyó el prototipo para ponerse al frente de la resistencia. El núcleo ideológico de la novela está en un largo discurso de Galt, que en un momento se apodera de la cadena de radio y le endilga al país un discurso tan largo como los de Fidel.
Apresado por desganados esbirros, Galt es torturado con descargas eléctricas (Ayn tenía ciertos gustos sadomasoquistas) pero la máquina se descompone por falta de repuestos. Huye y se reúne en las montañas con los otros empresarios. Allí esperarán que la sociedad les ruegue que vuelvan para otorgarles el poder absoluto. Mientras tanto, fuman sus exquisitos cigarrillos que llevan la marca del dólar. En la plaza de su aldea, se levanta un enorme signo “$” de acero inoxidable. “En él confiamos...”
Filosofía barata
Una laboriosa exégesis de estas dos novelas, y de los escritos de Rand contra la izquierda, los sindicatos, los estudiantes y el Estado de bienestar, en defensa de la economía de mercado y el egoísmo como principio social, han permitido a sus discípulos compilar algo que no sólo llaman un sistema filosófico, sino el más grande de todos los tiempos.
El sistema se resume en un catecismo de pocas palabras: objetivismo, racionalismo, interés personal y capitalismo. Su ideología suele ser definida como “libertaria”, algo que en USA es lo opuesto de lo que nosotros conocemos como anarquismo.
Claro está que para hacer filosofía no basta con afirmar que uno es “realista” (eso significa “objetivismo”) o que su epistemología consiste en confiar sólo en “la razón”. Gente como Aristóteles, Kant o Hegel han necesitado litros de tinta para explicar cosas así, y aun seguimos discutiéndolos. A Rand le basta con proclamarlas.
Frente al radicalismo egoísta de la Rand, Bentham y Mill, los utilitaristas ingleses del siglo XIX, parecen filántropos. Para Rand, la raíz de todos los males está en el altruismo, ya que éste subvierte los valores al poner el bien supremo (el beneficio personal) por debajo del interés general. Su fuerte no era la ética, pero tampoco la lógica.
La sociedad se divide en “saqueadores” y “creadores”. Los primeros sólo piden que la sociedad los contenga y respete sus derechos. Los segundos crean riqueza para todos, pero sólo cuando lo hacen para sí. Luego, dirán los exégetas, se producirá el “derrame” de la riqueza. Nada se dice de cuántos mediocres hacen falta para que un héroe haga su acumulación de capital o lo incremente, pues parece que los genios crearan desde la nada.
Humano, demasiado humano
En los años Sesenta, cuando las tendencias individualistas que luego alimentarían a la New Age florecían en las universidades, Nathaniel Branden surgió como el exégeta oficial del Objetivismo, al fundar un instituto dedicado a difundir su pensamiento.
En torno a Rand y Branden surgió una suerte de secta que sus propios miembros llamaban “el Colectivo”. Antes de romper tardíamente con su líder, Branden había sido proclamado su heredero espiritual, pero luego fue expulsado. Murray Rothbard, un disidente, fue el primero en denunciar las prácticas “totalitarias” del movimiento, por lo cual fue execrado como traidor.
Mientras tanto, Branden y su mujer habían caído en desgracia. Recién muchos años después de la muerte de Rand, allá por los Ochenta, se atrevieron a publicar varios libros donde denunciaban las prácticas del Colectivo objetivista.
Según el arrepentido Branden, los adeptos creían que Rand era el la personalidad más grande que había producido el género humano y que en Atlas culminaba toda la historia del pensamiento.
No se toleraba que alguien fuera tan individualista como para disentir con ella, y sus gustos eran el paradigma estético. Ayn había echado a algunos colaboradores porque no sabían gustar de la música de Rachmaninoff, lo cual era un claro indicio de su inferioridad. En eso, y en el “culto de la personalidad”, también se parecía a Stalin.
El escándalo comenzó cuando Branden y Ayn se hicieron amantes. Como ambos eran Seres Superiores, acordaron con sus parejas Frank O’Connor y Barbara Branden, que tenían derecho a una noche de pasión semanal. Pero tiempo después Ayn descubrió que Branden, defensor de la libre empresa, tenía una segunda amante. Entonces, hizo tronar el escarmiento. Había escrito que la fórmula “no juzguéis, y no seréis juzgados” era una expresión de cobardía, de manera que juzgó severamente. Fuera de sí, maldijo a Nat, a quien le deseó la impotencia para el resto de sus días y prometió destruirlo. Por fin emitió una excomunión para Nat y su esposa, por “haber traicionado los principios del Objetivismo” con su conducta “irracional” y los expulsó ignominiosamente de la organización. En esos días no faltaron algunos fieles que propusieron apalearlos y cosas aun peores.
El escándalo dividió profundamente al movimiento, cuya decadencia se hizo inevitable. En 1982, Rand murió rodeada de un puñado de fieles, y fue enterrada junto a su marido, el complaciente Frank O’Connor. Pero años después su ejecutor testamentario Leonard Peikoff fundó el Instituto Rand, que sigue difundiendo su doctrina desde California.
Todo esto sería anecdótico si no recordamos que Rand fue la primera en hablar de desregulación, privatización, capitalismo global y otras ideas que se impusieron desde Reagan. El Instituto sigue activo, incluso tiene una filial argentina, y en marzo de 2001 organizó un seminario por el libre comercio continental en Punta del Este.
Un somero cabotaje por la Red, nos revela que Rand sigue engendrando papers filosóficos, y hasta hay quien escribe libros para refutar su epistemología y su ética. El filosofo católico Michael Novak pretende demostrar que el objetivismo es compatible con el cristianismo, pero pocos sitios más allá algo que se titula Frente de Liberación Luciferiana lo exalta como una moral heroica diametralmente opuesta a la cobardía judeocristiana. Sólo el Mercado puede lograr ciertas coincidencias.
Las doctrinas un tanto groseras de Ayn Rand y la tragicómica historia de estalinismo liberal parecerían cosas superadas, pero seguimos conviviendo con ellas. Leamos sino Capitalismo, el ideal desconocido, una recopilación de textos de Rand y colaboradores que viene reeditándose desde 1967. No sólo encontraremos allí los trabajos del herético Branden, rehabilitado a los fines editoriales como si no hubiera pasado nada. La gran sorpresa es que nos topamos nada menos que con tres artículos de un viejo conocido nuestro. Es nada menos que Alan Greenspan, el presidente del Fondo de Reserva Federal, que entonces criticaba el populismo de los demócratas.
En cosas como estas creen los que manejan el mundo, aunque por pudor no suelen confesarlo.

Página 12, 2-3-2002

Nota de Lisarda- A raíz de una encuesta reciente entre los no cándidos candidatos, Mauricio Macri confesaba haber leído a Ayn Rand; conversando con Pablo Capanna, me describió al personaje con pelos y señales y me remitió a un artículo suyo aparecido en Página 12 en 2002 y que aquí reproducimos.

viernes, 1 de julio de 2011

Los Hippyloyas, Lisarda



Canción proveniente de la película Una vez al año ser hippie no hace daño dirigida por Javier Aguirre en 1969, el mismo año en que por nuestras tierras Héctor Olivera produce y Fernando Ayala dirige El profesor hippie.
El grupo que canta en el filme se llama Los Hippyloyas, que es un fino contrepet por no decir gilipollas.