martes, 19 de mayo de 2009

Mario Benedetti (1920-2009)




Un prejuicio básico lleva a algunos a leer a Borges soportando que Borges escriba...como Borges, a leer a Cortázar despotricando por cómo escribe Cortázar, y leer a Mario Benedetti lamentando que Benedetti sea-inevitablemente- Benedetti.

No entiendo la queja de estos lectores, que se dedican a la infructuosa tarea de buscar lo que no está escrito o a soslayar lo evidente. En el caso puntual de Benedetti, creo que nada es gratuito.Su compromiso ético, su militancia política, su visión de la vida cotidiana puede resultar trivial o perimida para los buceadores de profundidades abstractas.


J.S.Perednik observa que la poesía es el más conservador de los géneros literarios. La imagen del poeta ignorado y la poesía como la más torturada de las artes son una postal obligatoria en la mente de muchos. Para esos muchos, la irrefutable fama de Mario Benedetti debía resultar un claro síntoma de mala calidad artística.(Algo parecido le pasó a Vinicius de Moraes en su pasaje de poeta a cantautor). ¿Cómo puede ser bueno algo que aplauden todos? ¿Qué misterio tiene lo que puede entender cualquiera?



Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti -imposible negar la filiación ururguaya a partir del tercer nombre- escribió poesía, cuentos, novelas, teatro y ensayos.Perteneció a la generación del 45, junto con Idea Vilariño y Sarandy Cabrera.Durante 20 años (1954-1974) fue director literario del semanario Marcha.Su presencia en la narrativa latinoamericana comienza con el volumen de cuentos Montevideanos (1959) para cimentarse con las novelas La tregua (1960), Gracias por el fuego (1965) y El cumpleaños de Juan Angel (1971).

Tres imágenes tengo de Benedetti. Una concretísima, cuando él iba con su mujer por la calle Alvear, cerca de Plaza San Martín, a mediados de los '90 y nos cruzamos.

Otra, es él recitando en alemán en una escena de El lado oscuro del corazón de Eliseo Subiela.

La tercera imagen es mental. A los 14 años descubrí a Benedetti, en la biblioteca del colegio.Imagino,ahora, al oficinista de La tregua, en su último día de oficina previo a jubilarse y en su fabulosa reflexión final: "Esto, en fin, era el ocio; ¿qué haré con él?" E imagino al mismo Benedetti respondiendo con una frase de Paul Eluard: " hay otro mundo, pero está en éste".


2 comentarios:

Anónimo dijo...

"Rostro de vos"

Semblanza dijo...

"Ya no será
ya no [...]
Ya no estás en un día futuro
no sabré dónde vives, con quién
ni si te acuerdas"