viernes, 1 de enero de 2010

Patricia Kolesnicov, Cierra Gandhi, un ícono de la democracia

Si uno mira desde afuera, dirá que está todo bien: la calle Corrientes, las ofertas de celulares, la librería Gandhi.

Un poco más de cerca, digamos la ñata contra la vidriera, aparecen algunas señales: viejos libros de poesía de Ediciones de Tierra Firme (tres por 25 pesos); viejos libros de ciencias sociales, viejos libros de teoría del arte. Una vidriera sin novedades: algo anda mal. Lo del título: Gandhi cierra con el último día de 2009.

Como en una película costumbrista, un paso hacia adentro del local las sillas del bar están dadas vueltas sobre las mesas. Un paso más y dan escalofríos los estantes vacíos de la disquería. "La disquería y el bar ya se fueron", dice Hugo Levín, uno de los dueños de la librería.

¿Qué pasó? El local de Gandhi pertenecía a un grupo de doce personas que lo compraron hace seis años. Y en el centro de ellos estaba Elvio Vitali, que había fundado Gandhi en 1984, cuando volvió de su exilio en México. Una librería nueva para un país listo para comer, educar y curar con la democracia. Una librería de ciencias sociales, para entender.

Pero Vitali murió en febrero de 2008. "Cuando murió Elvio dice Levín ese grupo decidió vender. Y quien compró pide un alquiler que no podemos pagar".

No es todo: en 2003, Galerna un grupo que tiene librerías, editorial y distribuidora y cuyo dueño es, justamente, Hugo Levín se convirtió en accionista de Gandhi y tomó su gerenciamiento. En los últimos tiempos, Galerna atraviesa una dura crisis, a partir de la cual se quedó sin crédito y prácticamente sin libros. Las mesas ¡la vidriera! se poblaron de aquello que había pasado años en el sótano. Libros de 1988, de 1999...

Gandhi y más o menos al mismo tiempo, Clásica y Moderna lideró la modalidad de librería con bar. En 1984, eso era una invitación opuesta al "circule" que había aturdido en la dictadura. Quédese.

Siéntese. Converse. Discuta. Ahí, al fondo del localcito de Montevideo y Corrientes, estaban los libros que una generación aprendía a leer (Foucault, Barthes, Baudrillard, Deleuze) y los profesores que los explicaban o los rebatían (Casullo, Viñas, Altamirano, Sarlo). Ahí estaban Jorge Dorio y Martín Caparrós, que eran dupla radial y periodística.

Después Gandhi se mudó a Corrientes 1551, se agrandó. Después, en 1999, volvió a mudarse, ahora a Corrientes 1743, el local donde ayer casi todo empezaba a estar de oferta. Una reforma que costó 250.000 dólares convirtió el local en bar, disquería, teatro, foro para discusiones. Gandhi fue un proyecto cultural que ­¿puede ser de otra manera? era, a la vez, un proyecto político. "Esa reforma dejó deudas importantes", dice Levín.

Hoy y mañana, seguirán a la venta los libros del sótano y las pocas novedades que están sobre las mesas. Levín dice que guardará en cajas los libros que queden, porque piensa reabrir Gandhi.

Que ya está negociando un local.

"Gandhi dice 'Hasta pronto'", me dice. "Ahí tenés el título".

Nota publicada en Clarín el 29/12/2009 : triste postal del año ya pretérito, y signo visible de nuestro más ambicioso deseo de involución.


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