miércoles, 27 de enero de 2010

Nicolás Guillén, Poema con niños

Naufragos de la Adoración

La sangre es un mar inmenso

que baña todas las playas...

Sobre sangre van los hombres,

navegando en sus barcazas:

reman, que reman, que reman,

¡nunca de remar descansan!

Al negro de negra piel

la sangre el cuerpo le baña;

la misma sangre, corriendo,

hierve bajo carne blanca.

¿Quién vio la carne amarilla,

cuando las venas estallan,

sangrar sino con la roja

sangre con que todos sangran?

¡Ay del que separa niños,

porque a los hombres separa!

El sol sale cada día,

va tocando en cada casa,

da un golpe con su bastón,

y suelta una carcajada...

¡Que salga la vida al sol,

de donde tantos aguardan,

y veréis cómo la vida

corre de sol empapada!

La vida vida saltando,

la vida suelta y sin vallas,

vida de la carne negra,

vida de la carne blanca,

y de la carne amarilla,

con sus sangres desplegadas...

Sobre sangre van los hombres,

navegando en sus barcazas:

reman, que reman, que reman,

¡nunca de remar descansan!

Ay de quien no tenga sangre,

porque de remar acaba,

y si acaba de remar,

da con su cuerpo en la playa,

un cuerpo seco y vacío,

un cuerpo roto y sin alma,

¡un cuerpo roto y sin alma!

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