sábado, 13 de agosto de 2011

Página recomendada: Abandono.com





















Nota de Lisarda- En coincidencia acausal con la lectura de La nube del no-saber-místico anónimo inglés del siglo XIV que encontré en la versión de Mirta Rosenberg-; en coincidencia con la lectura, el año pasado, de San Juan Clímaco; en coincidencia con que la lectura llama al silencio y el silencio llama a las preguntas de siempre, es que recomiendo una hermosa página que pasa a engrosar los links: se trata de abandono.com,una página de espiritualidad que incluye autores poco publicitados o, mejor dicho, poco publicitables.
Dejo aquí una selección de las Sentencias de los Padres del Desierto.



El abad Antonio dijo: «Los peces que se detienen sobre la tierra firme, mueren. Del mismo modo los monjes que remolonean fuera de su celda, o que pierden su tiempo con la gente del mundo se apartan de su propósito de hesyquia(*). Conviene, pues, que lo mismo que el pez al mar, nosotros volvamos a nuestra celda lo antes posible. No sea que remoloneando fuera, olvidemos la guarda de lo de dentro».

Dijo también: «El que permanece en la soledad y la hesyquia se libera de tres géneros de lucha: la del oído, la de la palabra y la de la vista. No le queda más que un solo combate: el del corazón».

Una abadesa dijo: «Muchos de los que estaban sobre el monte perecieron, porque sus obras eran las del mundo. Es mejor vivir con mucha gente y llevar, en espíritu, una vida solitaria, que estar solo y vivir, en espíritu, con la multitud».

El abad José preguntó al abad Pastor: «Dime ¿cómo llegaré a ser monje?». Y el anciano le dijo: «Si quieres encontrar la paz en este mundo y en el otro, di en toda ocasión: "¿Quién soy yo?" y no juzgues a nadie».

Un hermano le preguntó también: «Si veo una falta de un hermano, ¿es bueno ocultarla?». Y le dijo el anciano: «Cada vez que tapamos el pecado de nuestro hermano, Dios tapa también el nuestro. Y cada vez que denunciamos las faltas de los hermanos, Dios hace lo mismo con las nuestras».

Un hermano preguntó a un anciano: «¿Me permites guardar dos monedas de oro para el cuidado de mis enfermedades?». El anciano vio que su deseo era guardarlas, y le dijo: «Bueno». Vuelto a su celda, el hermano se sintió intranquilo, y se preguntó: «¿Crees que el anciano dijo la verdad o no?». Y volvió de nuevo a la celda del anciano y arrepentido le rogaba insistentemente: «En el nombre del Señor, dime la verdad, pues estoy atribulado a causa de ese dinero». El anciano le respondió: «Te he dicho que lo guardaras porque he visto que ese era tu deseo. Sin embargo, no es bueno guardar más de lo que el cuerpo necesita. Si guardas esas dos piezas de oro, en ellas pones tu esperanza, y si las pierdes, Dios no se ocupará de ti. Depositemos en Dios nuestros cuidados, pues él cuida de nosotros».

Decía la abadesa Sinclética: «Nuestro enemigo es vencido más fácilmente por aquellos que nada poseen. Porque a éstos no tiene por donde atacarles. Muchos, por el contrario, fueron vencidos ante la angustia y la tentación que los apartaba de Dios, al serles arrebatados el dinero y demás posesiones».

Dijo también: «Los que con grandes trabajos y peligros del mar amasaron grandes riquezas, cuanto más tienen más desean, y no estiman en nada lo que ya poseen. Por eso nosotros, por amor de Dios, renunciamos a tener aun lo necesario».

Dos ancianos de la región de Pelusa vinieron un día a visitar a la abadesa Sara. Y mientras caminaban se decían el uno al otro: «Humillemos a esa vieja». Y le dijeron: «Ten cuidado de no ensoberbecerte pensando: «Unos varones, unos ermitaños, vienen a yerme a mí que soy mujer». Pero la abadesa Sara les contestó: «Soy mujer por el sexo, pero no por el espíritu».

Preguntaron a un anciano: «¿Cuál es el trabajo del monje?». Y él contestó: «El discernimiento».

* HESYQUIA: Tranquilidad, quietud, sea del alma pacificada, sea de la vida monástica en general, sea, finalmente, de una vida más solitaria dentro o fuera el cenobitismo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pretty insightful. Thanks!

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