domingo, 19 de septiembre de 2010

Augusto Monterroso, El eclipse















Cuando Fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido, aceptó que ya nada podría salvarlos. La selva poderosa de Guatemala lo había opresado, implacable y definitiva. Ante su ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el convento de Los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora.

Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de si mismo.

Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.

Entonces floreció en el una idea que tuvo por digna de su talento y de si cultura universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles.

Recordó que para ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más intimo, valerse de ese conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida.

-Si me matáis -les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.

Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos. Vio que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin cierto desdén.

Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.

13 comentarios:

Lisarda dijo...

Un cuntista genial cuya difusión en lengua portuguesa dejo librada a cierta lectora crítica...

cirandeira dijo...

É mesmo genial! E com que fina ironia ele desmonta a erudição do "reverendíssimo frei", não é? A sabedoria milenar dos indígenas nunca
deveria ser subestimada. E é impressionante como
Monterroso consegue sintetizar neste seu conto um
acontecimento dessa magnitude.

Um abraço

Gerana Damulakis dijo...

Muito bom!!! Creio que todos, ao lerem o texto, ficam assim como que satisfeitos pelo conhecimento daqueles que foram tão humilhados pelos conquistadores.

Anónimo dijo...

Perdoa-se tudo aos amantes...e aos doidos.

Frase de...Madeleine Scudéry

Beijos

Leca

silvia zappia dijo...

genial Monterroso


besos*

Lisarda dijo...

Cirandeira, a ironía de Monterroso é uma espada-katana-faca de sutil gume.
E, se não lembro mal, ele trabalhou em editoriales mexicanas, que publicabam-e ainda publicam-muitos livros sobre antropología, crónicas da conquista, e assim; ou seja, que estaba bem familiarizado com isso.

Lisarda dijo...

Gerana, é um conto que ensina mais que muitas linhas da historia.
A propósito dos leitores, Monterroso em seu Decálogo del Escritor dice:

Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él.

Lisarda dijo...

Qué frase, Leca!Mas este frei não estaba doido: caiu na maluquez de crer-se superior.

Lisarda dijo...

hola, Silvia!Para octubre pienso darme una vuelta por Erasmo, nos vemos por allí?
Un beso.

silvia zappia dijo...

cómo no!
y el 7, 8, 9 de octubre F.L.I.A. en la PLaza Rocha (Feria del libro independiente y autogestionado); estaré allí realizando actividad de taller.

un beso*

Lisarda dijo...

La FLIA es un evento hermoso,ya me lo estoy agendando!

N. H. dijo...

Mi profesor de Didáctica de la Lengua decía que este es el cuento perfecto. No sé si perfecto, pero es genial.

Lisarda dijo...

Nadia, está contado neutralmente, como si fuera casi un artículo de enciclopedia, pero la ironía catastrófica del final es insuperable. Me parece ambas cosas: genial y perfecto. Y entiendo como perfecto que no le falta ni sobra nada.
Gracias por pasar, un beso.