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jueves, 30 de abril de 2009

Corin Tellado, No me caso por poderes (trailer)

_Jana, sé realista. Tu padre tiene toda la razón del mundo. Vivimos en un pueblo y nada se ignora….Además, la situación del país está muy mal y las grandes fortunas se fueron al traste. E s terrible que a la sazón, de una rica heredera, te hayas convertido en una chica más.
Jana no se sentía una “chica más”. Pensaba que debieron permitirle ir a la capital a estudiar cuando terminó el bachillerato. Pero no fue así.
Sus padres temían que se perdiera su moral, que se uniera a malas compañías…Y además consideraban que una chica de su posición no tenía, forzosamente, por qué ser universitaria.


Jana, nerviosa, se lo dijo a Lina, su mejor amiga.
_Oye, si por casualidad mis padres aparecieran por la terraza y te preguntaran por mí…
Lina le cortó riendo:
_Diré que has ido a la novena
_Tanto como eso…
_ ¿Pero no será lo que más les agrade? Igual piensan que estás pidiendo a santa Rita una idea luminosa para eso del matrimonio.
Jana no reía.


Jana suspiró.
Era una chica rubia, morena de piel por el sol, de grandes ojos verdosos, de expresión acariciadora. Delgada, esbelta y de estatura más bien alta, aunque no llegaba al uno sesenta y ocho, pero como era delgada y esbelta parecía tener una altura de más centímetros.
Vestía en aquel momento pantalones hasta el tobillo y estrechos allí, muy a la moda actual.


José la asió contra sí.
_ Jana…yo te amo. No tengo mucho para ofrecerte, pero soy abogado y trabajo en Madrid... Un día vine aquí por no saber adónde ir.Ni conocía este rincón de la costa…He vuelto este año por ti. Tú eso lo entiendes.
La besaba.
Le buscaba los labios con los suyos apasionadamente.


_Mamá- se ponía en la realidad más absoluta- ¿tú te casaste enamorada?
Laura hizo un gesto vago.
_ No tuve tiempo de saberlo, Jana
_ ¿No?
_ Pues no. Mi padre me dijo un día que Jacinto Benjumea deseaba casarse conmigo.
_ ¿Sin amor?
_ Jana, que antes no se andaba con esas cosas. Dos familias convenían unirse y se unían.
_ Eso es tristísimo
_ Eso es pensar con la cabeza
_ ¿Y el sentimiento?
_ ¿No quise yo a tu padre?
_ ¿Y qué opinas si apareciera otro hombre que te enamorara?
_ Eso jamás ocurría- dijo la madre, tajante- Obedecías porque era tu deber
_ Y pretendes llevarme a mí al tiempo de maricastañas
_ Los tiempos no cambian, Jana. Cambia la gente.
_ La gente es la que cambia los tiempos, mamá, no nos equivoquemos.
_ Si llegas a estudiar una carrera, serías ministro. Claro que con eso del socialismo, ahora cualquiera puede serlo.



_ Mira, te diré, si tu padre sabe de verdad que el impedimento para tu boda por poderes es ese abogadillo, lo expulsa del pueblo.
_ Mamá, que papá no es alcalde
_ Lo sé, pero es amigo de personas influyentes que si bien cambiaron la chaqueta para vivir mejor, el corazón sigue siendo el mismo
_ Ya no hay caciqueo mamá. ¿No te has enterado?
Laura la miró con amargura.
_ Pues en eso te equivocas, hija. No lo habrá a nivel de gobierno, pero a nivel de provincia sigue siendo el mismo, sólo que de otra ideología. ¡Si lo sabré yo!



_ Jana, si no te casas con Juan, nos meterás en un agujero sin fondo. Y me refiero a la economía.
¿Es que ella era responsable de que su padre viviera toda la vida de rentas?
¿Por qué no las puso a funcionar?
Con los amigos que tenía en la derecha que fue la que gobernó casi un siglo, con los altibajos que ya todos conocían, pudo haber manipulado su fortuna como otros lo hicieron.
Haciendo casas baratas que resultaban de oro para los promotores. Comprando y vendiendo chatarra. Manejando a los colonos como esclavos…
Comprando divisas y enviándolas a Suiza como casi todos los españoles corruptos.
Haciendo bloques inmensos de casas que vendían a los obreros por lo que se suponía un poco de dinero y además de destruir la legalidad urbanística, haciendo de ciudades preciosas, barrios cenagosos e indecentes, y encima pregonar que el obrero estaba más protegido que nunca, cobrándoles cemento por barro inmundo.


_ Debo tener voz y voto en mi propio destino. ¿No crees, mamá?
_ Yo no lo tuve en el mío y nunca me pesó.


_No te vayas. No soportaría que te fueses.
_ Escribe la carta, Jana. Y muéstramela mañana.
_ Tú aprecias a Juan.
_ No le aprecio, pero siento respeto por él, dado el cariño que tú le tienes. Pero no te olvides de que el cariño no es amor.
_ Lo sé. Lo aprendí contigo.


Sabía además que veinte años antes el pueblo estaba lleno de analfabetos y que sus padres y otros como ellos, eran los únicos señores y dueños, pero a la sazón de aquellos labradores, colonos o sirvientes, habían crecido los hijos que se hicieron médicos, abogados, químicos, profesores de filosofía…Y por lo cual sus padres y otros similares no podían considerarse dueños porque con su feudalismo no engañaban a nadie.


_ No nos ocultaremos más- le dijo ella
_ ¿Y tus padres?
_ Tendrán que aceptar los hechos, José. Las situaciones confusas no pueden ni deben eternizarse.

Volverás a Corín


Al recordarla, mis mejillas se encienden, mi corazón se acelera, y un estremecimiento inexplicable recorre mi cuerpo…Se nos ha ido Corín Tellado, a quien Cabrera Infante rebautizara como “Corán Tullido”.
Líder indiscutida de la novela rosa, María del Socorro Tellado López (1927-2009) comenzó su carrera literaria en 1945 publicando Atrevida apuesta por la editorial Bruguera. En 1951 firma contrato con la revista cubana Vanidades, donde trabajaba, como corrector de pruebas, un joven Cabrera Infante.

En la década del ’60 varias causas concurren al éxito masivo: la estrategia editorial de acotar la periodicidad de sus novelas, la distribución en los kioscos, el cruce con la fotonovela, y la reivindicación académica llevada a cabo por Andrés Amorós en Sociología de una novela rosa (1968).
En O (1975) Cabrera Infante le dedica un agudo ensayo Corín Tellado: la inocente pornógrafa donde observa que el final feliz exige, además del amor eterno, una no menos eterna solidez económica.
Si bien la novela erótico-sentimental tuvo predecesores a principios del siglo XX como Felipe Trigo, Gregorio Mata o Eduardo Zamacois- y su epitafio genial en La novela del corsé de Manuel Longares- Corín Tellado se dedicó más a sugerir el erotismo que a explicitarlo.

Más cercana a Delly o a Carolina Invernizzio, Corín Tellado fue el emergente natural de la España franquista. La única imagen paternalistamente apologética que podían tener sus futuras lectoras-y lectores, que también los hubo- era la del ensayo sobre la mujer de Severo Catalina. Es muy probable que quien se educara sentimentalmente leyendo a Corín Tellado no leyera El jarama, ni Volverás a Región. No así a la inversa: algo debía haber en esas novelitas denostadas que no se encontraba en García Hortelano, o en cualquier otro seixbarralesco. Sus protagonistas son hermosas, liberales, profesionales: todo lo contrario de las chicas-o más bien, tías- que recuerdo de las fotos de aquel libro de Camilo José Cela, Izas, rabizas y colipoterras

Corín deja, tras de sí, una biblioteca de suspiros, anhelos, lágrimas calculadamente vertidas y amores imposibles que llegan a buen puerto. Las imperfectas casadas, las malmaridadas, las novias eternas, las adolescentes, las solteronas leían esas novelas con la regularidad de un rito, como un ejercicio de revancha y esperanza al mismo tiempo.
No he leído ni un cuarto de las novelas de Corín Tellado. Espero dar cuenta de las dos mil y algo de novelas que me faltan para ver si encuentro la perla más preciada: en alguna de esas novelas debe contarse la historia de una chica asturiana, periodista de profesión, que tiene un primer matrimonio por civil, y que, ya divorciada, se casa con un príncipe. Aunque la protagonista no se llame Letizia Ortiz, bastará esa trama para confirmar que Corín Tellado, además de novelista, fue una insospechada profeta de nuestro tiempo