
Lo conocí en Maldita Ginebra, cuando la hacían él, Urruspuru y Charpentier.
Y cuando tocaba Lelo sus blues.
Hace 10 años estábamos en Porto Alegre, escuchando a Miguel Angel Wisnik y a Waly Salomao.
En un bar pidió una caneta para anotar unos versos.
"Quiero volver, Buenos Aires;
para amarte como te aman los locos, y luego,
lentamente,
morir"
En 1979-1980 escribió Ricardo estos versos en Bogotá, inmerso o saliendo de su hepatitis.
Ese adverbio fue el mejor elegido y duró 31 años.
El Viejo Lobo se fue, hoy al mediodía.
Después de tanto esquivarla, le tocó bailar con la más fea.
Ahora queda el silencio y las músicas que amaba escuchar.
Y la oración, que irrumpia en su vida a la hora de las comidas o en otras horas que no sabremos.