
El mar no te hace preguntas. El mar no te analiza.
La alegría no te pregunta por qué estás alegre.
La presión del pie sobre la arena no te hace preguntas.
La arena, bajo el pie, no te analiza.
El olor de la comida no te pregunta si tenés hambre:
te invita.
El abrazo no te analiza:
te abraza.
¿Por qué buscar explicaciones que no explican nada,
cuando aceptar el misterio es descansar y entender?