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En un día del hombre están los días
del tiempo, desde aquel inconcebible
día inicial del tiempo, en que un terrible
Dios prefijó los días y agonías
hasta aquel otro en que el ubicuo río
del tiempo terrenal torne a su fuente,
que es lo Eterno, y se apague en el presente,
el futuro, el ayer, lo que ahora es mío.
Entre el alba y la noche está la historia
universal: Desde la noche veo
a mis pies los caminos del hebreo,
Cartago aniquilada, Infierno y Gloria.
Dame, Señor, coraje y alegría
para escalar la cumbre de este día.
1 comentario:
Claro, claro. Yo pienso inmediatamente en Heráclito, el Oscuro y, por supuesto, en el I Ching.
¡Qué bueno que baile cumbia! Hay que bailar la cienaguera...
¡Muchos saludos!
F.
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