miércoles, 17 de marzo de 2010

Octavio Armand, El aliento del dragón (fragmento)

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Los territorios se abren como cuerpos y los cuerpos se abren como territorios. Expediciones y disecciones van poniendo al descubierto los tejidos de mil extraños mundos. Esos tejidos pasan al conocimiento como textos y muy particularmente como textos visuales. O sea, utilizando otros términos, perversos y en este caso, de doble filo, los tejidos son colonizados.

Columbus at Hispaniola, from 'The Narrative and Critical History of America', edited by Justin Winsor, London, 1886 by Theodore de Bry - print

Lo visto y lo vasto: la cartografía y el dibujo anatómico, superpuestos, como en finas capas de láminas transparentes, sugieren la capacidad de penetración y la profundidad que adquiere la mente europea. La perspectiva en la pintura; el bisturí en la medicina; la duda en la filosofía; la Biblia en la Reforma; el requerimiento en la conquista; la encomienda en la economía, ¿no son formas de burlar el plano, de acometerlo, de levantarlo, clavarlo ahondarlo? El mundo deja de ser una superficie; la pintura y el cuerpo también.

Imagen ampliada

¿Cómo olvidar, al afirmar que los territorios se abren como cuerpos y los cuerpos como territorios, que esos cuerpos son cadáveres? La historia rápidamente se convierte en una lección de anatomía. Entre las primeras imágenes de América que circulan en Europa se destacan los grabados de Théodore de Bry que acompañan la traducción al latín de la Brevísima relación de la destrucción de las Indias publicada en 1598. Esas imágenes muestran el lado más siniestro de lo que he querido decir al afirmar que se dio una implícita sinonimia entre texto, cuerpo y territorio.

File:Robinson crusoe rescues friday-1868.jpg

El título de una de las primeras historias del descubrimiento siempre me ha fascinado: Historia de la invención de las Indias, de Hernán Pérez de Oliva. Esta fascinación nunca ha sido disminuida por el hecho de que en 1525 invención y descubrimiento eran sinónimos: invención, del latín “invenire”, quería decir “hallar”. Al fundir ambas nociones el título, sin proponérselo, sugiere una singular perspectiva para la comprensión de América: el Nuevo Mundo tuvo-tiene-que ser inventado.

Octavio Armand (1946) es un renombrado poeta y ensayista cubano. De su libro El aliento del dragón (2005) extrajimos estos sugestivos fragmentos.

2 comentarios:

Gerana Damulakis dijo...

Incrível, a história como uma lição de anatomia (gostei disso). Ricos fragmentos.

Lisarda dijo...

Armand tene uma mentalidade que interrelaciona o fáctico, o literario e o científico em doses equivalentes-um pouco parecido,nisso, a Isaac Asimov, quando faz divulgação científica.