lunes, 20 de julio de 2009

Alfred Andersch, Efraim (fragmento)


Entro en la catedral de Hedwig, su interior ha sido renovado de una forma brillante y con sumo gusto,y aquí hay realmente algunos oradores, en un altar lateral están celebrando una misa. Afuera, de nuevo la árida solemnidad de la plaza, en el Gendarmenmarket ni un alma, ni un coche, y eso en la mañana de un día laborable. Las torres con sus cúpulas de la catedral francesa y alemana dominan sobre las ruinas de sus iglesias y los peldaños de la gran escalinata del teatro están rotos. Me gustaría vivir aquí, en este vacío, en este silencio, incluso antes que en la Kirchstrasse en Moabit. Ningún aviso publicitario, nadie me grita mendigando que le compre algo; en su lugar, el olor a pobreza y desinfección, a polvillo gris y puritanismo. Bien sé que me ilusiono, no paseo por una ciudad puritana, sino por una ciudad necesitada y atrasada, aquí tienen deseo de riqueza, de oleadas de mercancías, de columnas de coches; con envidia, miran la producción desatada, las modas, la rapidez, el chiste, los libros y la carne desnuda. Lo que a mí me parece su único y exclusivo privilegio, para ellos es solamente algo de lo que quieren deshacerse con rapidez

Efraim (1967)

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