La pauperización de nuestro idioma se acelera. No se trata ya de que dicha pobreza vaya de la mano de la deserción escolar, del analfabetismo práctico, o el demonio de la tele: el embrutecimiento parte de quienes, por el contrario, debieran custodiar el idioma y propiciar, cultivar, incentivar, sembrar, impetrar y favorecer las formas adecuadas del lenguaje en los diversos momentos de nuestra vida.
Concretamente: en la nueva versión castellana del Misal de la Iglesia Católica-editado en Argentina y otros países de Hispanoamérica- se reemplaza el vosotros por ustedes. A simple vista, se reemplaza un pronombre de segunda persona del plural por otro pronombre de segunda persona del plural. Este cambio me suscita algunas reflexiones que quisiera compartir, justamente, con ustedes.
En toda sociedad existen niveles formales e informales de comunicación. Así, en España el uso de vosotros tiene un matiz familiar que en Argentina sonaría forzado; por el contrario, el ustedes en España marca distancia. En Hispanoamérica, en cambio, es el tono de la voz lo que determina el grado de cercanía o distancia.
La preferencia por el uso de ustedes conlleva que haya que caer en redundancia en el uso de los posesivos: como usted no presenta morfema de género-a diferencia del vosotros, con vuestro/vuestra- aparecen frases como "su hermano, de usted".
Lo raro de este hecho de excluir un pronombre de larga y rica presencia en el castellano, es que el uso del vosotros, en la misa, está restringido a ciertas frases de la liturgia y la lectura del texto bíblico: no es algo del lenguaje de todos los días, pero en dicho contexto no aparece como extraño. Como tampoco parece extraño el uso del tú ni la conjugación verbal que corresponde a tales pronombres.
La peregrina estrategia de marketing-me parecería irónico hablar de apostolado- que pretende la Iglesia para “acercarse al pueblo” es, todavía, más extraña. Supone varios prejuicios, a saber:
1) Identificar al pueblo exclusivamente con el sector más desvalido, tanto en lo económico como en lo cultural
2) Suponer que la opción preferencial por el ustedes hará olvidar al pueblo que existen los tratamientos de Monseñor, Eminencia o Eminencia Reverendísima para obispos y arzobispos.
3) Suponer que para identificarse con el pueblo hay que participar de su presunta falta de discernimiento como un hecho inmutable, antes que propiciar el cultivo de su inteligencia. La ausencia de criterio puede corregirse y debiera ser una misión de quienes, etimológicamente al menos, observan y vigilan.
Imagino que algún obispo habrá hecho la defensa del vosotros. Imagino que otros obispos habrán señalado que se trataba de una cuestión bizantina, habiendo gente con hambre en el Chaco y sin trabajo en el Gran Buenos Aires.
Como en toda discusión grupal una ignoratio elenchi puede tener más peso que el razonamiento más lúcido, los vosotrófilos habrán dicho “ma sí, tampoco estamos debatiendo el filioque, qué nos vamos a pelear por unos pronombres que la gente común no usa” y le dieron luz verde al ustedes. Dicho de otro modo, sacrificaron la dignidad del idioma en aras de la amabilidad y el populismo.
Los obispos de Colombia y de Chile, en cambio, han optado por mantener el ilustre pronombre. No hay de qué extrañarse: Colombia es un país de larga tradición en el cultivo literario y normativo del idioma-desde Rufino Cuervo a Rivas Sacconi, por poner un paréntesis temporal injusto- y Chile gozó y sacó frutos del magisterio de un Andrés Bello, que organizó los estudios superiores; y, además, existe una clase política que en lugar de alentar cortes de calles o de puentes, propicia el próximo Congreso de la Lengua en su país, como parte de los festejos del Bicentenario.
Lo tristemente cierto del asunto es que es que el pronombre posesivo vuestro, cognado del vosotros, se puso, en tiempos cortesanos junto a merced; de vuestra merced vino vuesarced> vusted y finalmente usted. De modo que usted posee un remoto parentesco con vosotros.
Yo adivino el parpadeo de lectores, que a lo lejos, van marcando su disenso. Está bien, trataré de ponerme en esa supuesta buena voluntad de hablar como el hombre de la calle. Y como del absurdo se sigue cualquier cosa, se me ocurre que podríamos reemplazar varios términos difíciles y que la gente común no usa, por otros de más fácil comprensión, a saber:
Transubstanciación --- mezcladito
Epifanía --- flash
Apocalipsis --- cortamambo / está todo mal, loco
Amén --- OK /Enter
Trinidad --- trí
Cisma ---no hay onda, loco
Clero ---clericó
Cristo ---el flaco
Dios --- coso/ el barba
Encíclica --- carta re-larga
Parusía ---- el flaco está viniendo
Plegaria ---llorar la carta
Versículo ---versito *
Suponer que emplear el ustedes vuelve más inteligible lo que ya está expresado en vosotros, me hace pensar en hipotéticos padres que le dicen a sus hijos, mostrando la foto de un anciano: “ése es el papá de papá” para no emplear la palabra “abuelo” y así estar más cerca de sus hijos.
Por último: encuentro el aviso de una revista en Internet. La revista debe apuntar a gente común, ya que está descripta en estos términos:
REVISTA FEMENINA DE INTERÉS GENERAL, QUE INCLUYE INFORMACIÓN SOBRE MODA, ACTUALIDAD, ESTÉTICA, ASTROLOGÍA, RECETAS DE COCINA, ESPECTÁCULOS, HUMOR, PALABRAS CRUZADAS, Y UNA SERIE IMPERDIBLE DE RELATOS, CUENTOS Y RESÚMENES DE NOVELAS.
La revista-oíd, obispos argentinos-se llamaba Vosotras
Que la unidad en la variedad y la belleza de la lengua castellana esté con todos vosotros.
*Un glosario semejante podría aplicarse a otras lenguas : un famoso sermón del Padre Vieira podría convertirse en Bate-papo de Sexagésima; ¿no, Gerana?
1 comentario:
Si me he dado cuenta, en la biblia de mis papas está el vosotros, pero en las nuevas biblias esta el ustedes, y me parce fantástico leer pasajes con el pronombre que usamos todos en Ame Lat.
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