En medio de toda la corriente de solidaridad generada en torno de Haití, el racismo y la intolerancia
vuelven bajo el disfraz de la trivialidad.Quien quiera buscar un ejemplo, consulte en You Tube
el trailer de la película Bruno, donde el personaje central trae un niño negro desde África y afirma
haberlo canjeado por un i-pod. La escena, además de decir mucho sobre la masificación obligatoria
del pensamiento, trivializa una triste realidad, anterior al terremoto: el secuestro y venta de niños en Haití.
La trivialidad no es-como nos quieren hacer creer-"lo que le gusta a la gente".
La trivialidad es un arma política.
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