Te he visto
Te he visto en sueños en mi lecho,
Y era como si tu brazo mullido fuese mi almohada;
Era como si me abrazases, y sintieses
El amor y el desvelo que yo siento;
Era como si te besase los labios, la nuca,
Las mejillas y lograse mi deseo.
¡Por tu amor! Si no me visitase tu imagen,
en sueños, a intervalos, no dormiría más.
En sueños
En sueños tu imagen presentó a la mía, mejilla y pecho;
Recogí la rosa y mordí la manzana;
Me ofreció los rojos labios y aspiré su aliento:
Me pareció que sentía el olor a sándalo.
¡Ojalá quisiera visitarme cuando estoy despierto...!
Pero entre nosotros pende el velo de la separación:
¿Por qué la tristeza no se aparta de nosotros,
por qué no se aleja la desgracia?
El reflejo
El reflejo del vino atravesado por la luz
Colorea de rojo los dedos del copero,
Como el enebro deja teñido el hocico del antílope.
¿Quién entre los reyes…?
Pedí en matrimonio a Córdoba, la bella, cuando había
Rechazado a los que la pretendían con espadas y lanzas.
¡Cuánto tiempo estuvo desnuda!, más me presenté yo
y se cubrió de bellas túnicas y joyas.
¡Boda real! Celebraremos nupcias en su palacio,
mientras los otros reyes estarán en el cortejo del miedo.
¡Mirad, hijos de puta, que se acerca el ataque de un león
envuelto en una armadura de valor!
Al-Mu'tamid de Sevilla (1040-1095), rey taifa de Sevilla (1069-1091). Hijo y sucesor de al-Mu'tadid, de la dinastía árabe de los Abadíes, que reinaba en Sevilla desde la disolución del califato de Córdoba. Al-Mu'tamid continuó la política expansiva, iniciada por su predecesor, con la incorporación de Córdoba al reino de Sevilla. Asimismo mantuvo la relación de vasallaje con los monarcas castellanos, lo que le obligó a pagar elevadas cantidades en concepto de parias. La costosa protección de Castilla se convirtió en amenaza cuando Alfonso VI conquistó Toledo (1085), lo que decidió a al-Mu'tamid a solicitar la ayuda de Yusuf ibn Tasfin, emir de los almorávides. Yusuf derrotó a Alfonso VI (1086), pero cinco años después, el emir almorávide ocupó Sevilla y al-Mu'tamid fue desterrado al Magreb, donde falleció en 1095. Fue un destacado poeta además de un importante mecenas de la cultura islámica, bajo cuyo reinado la ciudad de Sevilla se convirtió en uno de los principales núcleos intelectuales y artísticos de su tiempo.
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