Debo al entusiasmo de Francisco Peña Rodríguez el conocimiento de Lauren Mendinueta. Leía salteadamente su página, hasta que un día me atrapó su comentario sobre Amarilis, la novela de Antonio Sarabia dedicada al último amor de Lope de Vega; otro día descubrí su nota sobre Cortázar y me alegró saber de María Fasce-Tiki- de quien había perdido el rastro; otro día leí a Teixeira; incursiono en la sección norteamericana y aparece Susan Sontag; leo autores que desconocía. Y en todos los comentarios, voy comprobando una sostenida pasión lectora junto a una infrecuente lucidez.
¿Algo más? Sí, la poesía de Lauren, hecha de vida y reflexión. La vida, como experiencia de relectura. (De poesía de la experiencia-de la experiencia rasante- está empedrado el camino de las buenas intenciones)
Si bien ya la agregué a Sitios recomendados, dejo aquí dos poemas de su libro La vocación suspendida (2008)
La voz íntima
No sé a dónde dirigirme, ni a dónde encaminar mi desconcierto,
No sé a dónde dirigirme, ni a dónde encaminar mi desconcierto,
para encontrar respuesta a mi afán de existir.
Ensayo la ficción del advenimiento de la renuncia
y finjo escucharme a mí misma en lo que veo.
Tanto tiempo malgastado en pensar:
cuando la voz se apropia de la mente, es otra quien habla.
La errancia y la proximidad
Para José Luís Rojas
El vuelo de las gallinas no es muy distinto
El vuelo de las gallinas no es muy distinto
al vuelo de las horas;a pesar de los intentos fallidos
nunca aceptan su limitada naturaleza.
La hora es la medida indistinta del día humano,
la gallina cobarde de la inmortalidad divina.
Lo más lejano ocurre con la gracia de lo imposible,
mientras el presente se deshace, fluye.
El tiempo no se mide, se interpreta:
así lo enseña la música.
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