viernes, 22 de octubre de 2010
José Antonio Ramírez Lozano, Hormigas eruditas
La Nacional vuelve cegatas las hormigas. Las formícinas, rubias y mínimas, de nuestra Biblioteca Nacional son hormigas urbanas y heredaron de sus padres ese afán por el conocimiento enciclopédico y bursátil. Son hormiguitas con vocación funcionaria que optaron a los mejores puestos de la administra¬ción o la enseñanza y devoran temas de oposición y páginas del boletín oficial que primorosamente orde¬nan y encuadernan por fechas. De pequeñitas, se las puede ver en el Retiro las tardes soleadas de domin¬go, con sus gafitas graduadas, con su comedimiento chato y ese sentido cívico que les hace no saltar los setos y caminar en hilera por los senderos de grava. Pero en la Nacional también hay hormigas, las dorilinas, que acudieron de las tierras cálidas y leja¬nas del sur, oscuras y cabezonas, robustas y apasio¬nadas. Aquéllas, las formicinas, nunca vieron una pi¬rámide de trigo; las dorilinas, sí. Las formicinas jamás se alimentaron del artejo de un moscardón o de la carne agria de un caballo difunto, sólo de migajitas y arvejones de los parques. Las dorilinas sí. Las dorilinas son hormigas rurales que fueron becadas para que realizasen sus estudios en la ciudad y frecuentan pensiones, colegios y comedores públicos. En fin, las de la Biblioteca, como digo, son todas hormigas cui¬dadosamente seleccionadas para el estudio e inquisición de textos, obedientes e instruidas, celosas en extremo de la letra. Conocen la procesal y la góti¬ca, la inglesa, la bastardilla e incluso las lenguas de la Comunidad Europea. Sus papás, sus abnegados y probos papás bien que se sacrificaron enviándolas a Londres en estío o poniéndolas en viejas academias. Sus ojos, sus grandes ojos bíblicos, se gastan cada jornada recorriendo quilómetros de renglones en ese menester de investigar para el que fueron escogidas y al que se deben. Seguro que el bedel Justino, Justino Mata Bascones, sigue sacando cada mañana en su cogedor, después de la barrida, cientos de estas hormigas que dieron su vida por corregir un solo acento o cambiar el rabito de una be con la tinta azulina o negra de su sangre.
Fuente:La derrota de los fabulistas(1994)
El poeta y narrador José Antonio Ramírez Lozano (Nogales -Badajoz-, 1950) ha ganado el premio "Rafael Morales" 2010 por su libro Raíz de la materia.Como celestinófilos nos es grato saber que dicho libro se publicará en la colección Melibea y el premio lo otorga el Ayuntamiento (hay cada palabrita...)de Talavera de la Reina-provincia de Toledo-último refugio del bachiller Fernando de Rojas.
Ramírez Lozano ha ganado premios tan oximorónicos como el Azorín y el Felipe Trigo, así que lo menos que puedo sentir es curiosidad por sus libros.Quizás la misma curiosidad que el blend-el maridaje,bah-entre Almudena Grandes y Luis García Montero, pero esa es otra historia.
Aquí va un fragmento de entrevista que tomé de no sé dónde.
Creo que a la hora de escribir le da mucha prioridad e importancia al lenguaje, ¿no?
- La lengua es un dominio poderoso y generoso a la vez, que si se trabaja con intuición te da hecha la mitad de la obra. Para mí nunca fue un vehículo, sino una fuente gozosa que es capaz de darme lo que yo por mí no soy capaz de imaginar. Nada hay más allá de la lengua. Tiéntenla, les hará pecar.
-¿Cómo cree que está la salud de la literatura extremeña, en particular, y de la nacional, en general?
-La extremeña, saludable. Hubo un cambio significativo con la creación de la universidad y el patrocinio de las instituciones. A nivel nacional, como dije, prima mucho la comercial, lo cual tampoco es malo. Pero escasea la buena prosa, la literatura, el estilo. La poesía, sin embargo, es excelente.
-¿Tiene algunos escritores de referencia que le gusten o admire?
-El día que vuelva a leerse a un Álvaro Cunqueiro habremos rescatado la calidad literaria para este país. Los poetas son muchos y excelentes. Vicente Gallego, por ejemplo.
-¿Es muy productivo, literariamente hablando?
-Soy productivo porque, no utilizo la lengua sólo como un vehículo para comunicar situaciones sentimentales ni denuncias éticas, que vienen cuando vienen, sino como un enorme tablero de ajedrez que siempre está dispuesto a iniciar conmigo las mil jugadas gozosas con que nos convida el lenguaje. Le recuerdo a Juan Ramón.
-¿Se dedica sólo a escribir o le gustaría dedicarse a ello en exclusiva?
--Soy profesor de Literatura y escribo. No pido más. Disfruto.
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