Leonardo Haberkorn (Radar, DOMINGO, 15 DE FEBRERO DE 2004)
Los argentinos suelen asombrarse de los nombres de los uruguayos, y motivos no les faltan. El acervo patronímico oriental ha despertado la curiosidad a lo largo de los años, en el propio Uruguay y en el extranjero.
El primer gran investigador de esta materia fue el médico Roberto Jorge Bouton, que recorrió Uruguay ejerciendo su profesión entre 1913 y 1930.
Bouton nombra también a un joven llamado Lazo de Amor Pintos y al señor Felino Valiente. También da cuenta de un hombre bautizado Ciérrense las Velaciones y del tierno caso del señor Caricias de
Pero quien piense que estos nombres son cosa del pasado se equivoca. En la última edición de la guía telefónica nacional figuran uruguayos con varios de los nombres que un siglo atrás sorprendieron a Bouton. Allí están Francisco Felino López, Canuto Abreo, Aguinaldo Dupetit, Tranquilo Parolín, Esclavitud Sánchez, América Heroica Llano, Gloria del Tránsito Ortiz y Dólar Anito Marr, por citar sólo algunos.
Lo cierto es que los nombres raros están en cada esquina de este país y siempre parece haber lugar para una nueva sorpresa. En septiembre, a raíz de una huelga, el Ministerio de Salud Publica publicó una lista de funcionarios intimados a reintegrarse al trabajo. Allí figuraban, entre otros, Elpidio Fernández, Oheflec Duarte y Marcos Simbad Delfino. Pitaluga, un conocido dirigente político y ex diputado, lleva el curioso nombre de Lucas Delirio.
En realidad, la variedad es infinita. Un integrante de
Y estos nombres tampoco son un asunto de tiempos idos. Y si no, que lo diga Arbol Santos, un montevideano que debe su nombre a la pasión de sus padres por las maravillas naturales.
“Mis padres sentían una gran admiración por la naturaleza y un asombro por todo lo que un árbol puede dar a cambio de un lugar y un poco de agua”, dice Arbol. “Y además tuvieron la decisión y el coraje de ponerle a un hijo este nombre”.
Arbol tiene dos hermanas, cuyos nombres también homenajean lo natural: Rocío y Luz Honor. Y según la guía telefónica, Arbol Santos no está solo en Uruguay: tiene un casi tocayo en Salto: Arbol Marques.
Novelas e historietas
¿Cuál es el origen de estos nombres? Al parecer no hay una única explicación. Miles de uruguayos deben sus insólitas gracias a la costumbre –muy en desuso hoy– de bautizar al recién llegado con el nombre del santo de la fecha. Tal es el caso de Areopajita Beltrán, citado por Bouton, o de Arehopajita Carballo, nacido en Aceguá, en 1923. Este extraño nombre se debe a San Dionisio Areopagita, un integrante del Areópago, un tribunal de la antigua Grecia, que fue convertido al cristianismo por San Pablo y luego canonizado. En la guía de teléfonos de Uruguay todavía hoy figura una señora Dionicia Areopagita Fernández.
Las novelas que apasionaron a algunos padres son responsables de otra buena parte de nombres insólitos. Bouton cita el caso de una mujer que le puso a su hija Misterfanoche y cuando le preguntó por el origen del extravagante nombre, le respondió: “Es una novela que leí hace mucho tiempo”. Hoy en la guía telefónica abundan las Blancanieves y figura D’Artagnan Carballo. También consta en una partida de nacimiento que en Río Branco fue inscripto el niño Aladino Pereira.
Desdichado Cortés es un montevideano de 72 años que debe su nombre a que sus padres adoraron la novela Genoveva de Bravante, de C. Schmidt. Le pusieron a sus hijos los nombres de tres de los protagonistas: Salvador, Sigifredo y Desdichado, el hijo de Genoveva que nace en un calabozo. “Es una novela muy linda”, dice hoy Desdichado. “Yo la tuve, la perdí y ahora siempre la estoy buscando, pero ya no se consigue”, lamenta.
Claro que los padres uruguayos no han leído sólo novelas... también están los fanáticos de las historietas. Así, el 24 de enero de 1956 fue inscripto en Paso de los Toros el niño Roy Rogers Pereira. Y en 1996, la revista Tres entrevistó a un empleado de la telefónica Antel llamado Walt Disney De los Santos.
Walt Disney explicó entonces que su padre era un policía que leía muchas revistas del ratón Mickey. Y relató que tuvo que sacar su nombre de la guía de teléfonos: “Me llamaban mucho, principalmente chiquilines”.
Homenaje a
También
El trisemanario Atlas de la ciudad de Melo publicó en 1996 el edicto de casamiento de un panadero llamado Glen Ford Silva. Y en Montevideo vive una mujer de apellido Obelar, bautizada con el nombre Isabel Sarli hace 33 años. “Mi papá estaba enamorado de la artista, por eso me puso Isabel Sarli”, explica la señora Obelar. Tan enamorado estaba su padre que, para que no quedaran dudas de la intención de su homenaje, nunca llamó a su hija por su primer nombre, Isabel, sino por el segundo, Sarli. “Mi papá siempre me llamó Sarli y así me llaman todos hoy. La gente siempre se admira de mi nombre”, agrega Obelar.
Ella, a su vez, llamó a su hija Lorena Paola, salvando las distancias. Es que el cine, la televisión y la música argentina han dejado una profunda huella en la nomenclatura uruguaya. Hoy existen unos cuantos orientales llamados Leo Dan o Leodán, nacidos en pleno auge del Club del Clan.
Otros nombres tienen un origen más asombroso, como el de muchos uruguayos llamados Trademar o Trademark.
Trademar Silvera relató su caso en la ya citada nota de la revista Tres. “Soy criado en las costas del río Yaguarón. Mi padre tenía un almacén y contrabandeaba de Brasil. Un día trajo latas de guayabada –un dulce brasileño– que decían “trade mark”, que en inglés quiere decir marca registrada. Mi madre la vio, estaba esperando y dijo: “Si es varón le voy a poner Trademark. Y bueno, cuando me fueron a inscribir, el juez les dijo que era mejor sacar la “k”. Vamos a dejarlo Trademar, les dijo y ellos aceptaron”.
Silvera se llevó la mayor sorpresa de su vida el día que en una oficina pública se encontró con un tocayo. Pero se puede decir que no fue un hecho tan excepcional, si tomamos en cuenta que hoy en la guía de teléfonos hay cinco Trademar y un Trademark.
Otros nombres son inexplicables, salvo desde un extraño sentido del humor. Es el caso del niño de apellido Leche, anotado con el nombre de Tomás en el Registro Civil el 15 de mayo de 1951. O el del difunto cuyoaviso fúnebre atesora el periodista Homero Alsina Thevenet en una colección de desopilantes recortes: el señor Perfecto Gil.
Hitler de izquierda
La geografía ha sido otra fuente de inspiración para los papás de los recién nacidos de este país. Muchos uruguayos llevan nombre de ríos, países y ciudades. Consta en textos de estudio de Derecho el trámite de rectificación de su partida de nacimiento que hizo una señora bautizada Barcelona. Más raro es el caso de una jueza que se llama Addis Abeba Martínez y que ha declarado desconocer por qué su padre la llamó como la capital de Etiopía.
Otra conocida afición oriental ha sido el homenajear en el nombre de sus hijos a próceres y prohombres varios. Miles de orientales se llaman Washington, Franklin, Lincoln, Schubert, Darwin, Artigas o Napoleón. Beethoven Javier y Voltaire García fueron futbolistas de renombre que hoy son directores técnicos. En la guía de teléfonos no faltan los Kennedy y los Eisenhower; los Spencer, los Hohberg y los Luis Artime. Y en Pando, el 22 de enero de 1952, fue anotado el niño Carlitos Gardel Hernández.
Claro que hay homenajes de gusto mucho más dudoso. Tal es el caso del señor Hitler Aguirre, un comerciante de Tacuarembó.
“Yo nací en el 40, cuando la guerra. Mi padre y mi tío se pasaban discutiendo: mi padre decía que Hitler era mejor que Mussolini, mi tío decía que Mussolini era mejor que Hitler. Al final mi padre me puso Hitler a mí y mi tío le puso Mussolini a mi primo”, cuenta Aguirre.
Puede decirse que el Hitler uruguayo es el primer Hitler de izquierda en el mundo. En 1971 votó al Frente Amplio y dos años después, cuando sobrevino la dictadura militar, pagó ese pecado con 50 días de cárcel y una inspección impositiva que arruinó el comercio que tenía en aquellos años. Se refugió 27 años en el campo y hoy, de vuelta en la actividad comercial, ya tiene decidido volver a votar al Frente Amplio: “Ya hemos pasado cien años con gobiernos blancos y colorados, ahora hay que probar otra cosa ¿no?”, explica.
Pero tales “ideas extrañas” no impidieron que cuando, hace 35 años nació su primer hijo, también le pusiera de nombre Hitler.
¿Y qué dice su hijo del nombre que le puso?
No dice nada. “Nunca me dijo nada, ni sé si le gusta o si no le gusta”.
De todos modos, en la batalla de los nombres, queda claro dónde estaban las mayores simpatías de los uruguayos durante
Balance complicado
Muchos de estos nombres se conocen gracias a que algunos funcionarios del Registro Civil llevan años fotocopiando y atesorando para sí mismos algunas de las partidas de nacimientos, casamientos y fallecimientos más increíbles. Así se han inmortalizado los nombres de Nicanor Clandestino Costa, Gaucho Puntiador Techera, Gaucho Carolino Acevedo, Caerte Freire, Pepa Colorada Casas, Selamira Godoy, Termo Piccinini o Johnny Dolars Aguilera.
También se sabe que el 13 de julio de 1936 fue inscripto en Tacuarembó el niño Juan Antonio Nicasio Francisco Manuel Antonio Bernardo Mario Héctor César Higinio Molotov Gorki Iglesias Largo Abayubá Yamandú Zapicán Cajals Engels, de apellido Seoane.
Es que la ley uruguaya no pone límites a la cantidad de nombres que puede recibir un niño, ni tampoco coarta la libertad de los padres. Sin embargo, el Registro Civil, en los últimos años, ha comenzado a rechazarlos nombres que pueden ser considerados denigrantes para la persona que los recibe.
Claro que nunca se sabe cómo alguien tomará el nombre que le regalan sus padres. A Hitler Aguirre, por ejemplo, cuando comenzó a ir al liceo todos los profesores querían cambiarle el nombre a toda costa. “¡Qué esperanza!”, les dije. “Si mi padre quiso para mí ese nombre, yo no me lo voy a cambiar”.
Algo parecido le pasó a Desdichado Cortés. Un primo de su padre era juez de paz y le ofreció hacerle sencillo y económico el largo trámite necesario para cambiarse el nombre. “Yo tenía 20 años y le dije que me dejara pensarlo unos días. Lo pensé mucho y llegué a la conclusión que yo iba a ser el mismo, con este nombre o con cualquier otro. Y me lo dejé. Ahora me gusta, creo que debo ser el único”.
Arbol Santos ha reflexionado mucho en su nombre y se nota. “Tener un nombre así te fortalece, pero también te genera una sensación de sentirte siempre distinto. Es difícil evaluar el efecto total de llevar un nombre tan raro. Yo creo que el balance tira a positivo, pero no dejo de reconocer que tiene un lado muy complicado”.
Por las dudas, cuando nacieron sus hijos, Arbol les puso nombres bien sencillos.
2 comentarios:
¡Hay gente en verdad cínica!Tengo entendido que acá en el país el Reg. Civil regula un poco la locura de los padres; por ej. solo se anotan nombres que figuran en una lista oficial y de ninguna manera pueden ser 20! ni nada por el estilo. Yo quería llamarme Blancanieves:(
Excelente nota, buena pic;)
Y si... es variado. Igualmente es por épocas que prefiero esto o aquello. Nos pasa a todos creo. Lo de escribir en inglés es por la carrera que hice,pero me gusta mucho más escribir en castellano.
Besos!!
jajaja...regulan la locura en lo que hace a los nombres para que la verdadera locura no se note tanto...los nombres uruguayos, en el fondo, revelan una extraña especie de anarquía inocente
la foto es del bar Sorocabana, en Montevideo, que por suerte llegué a conocer: era entrar en la eternidad
Fan (o Blancanieves) gracias por pasar!
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