La primera poesía que leí en gallego, a los 10, 11 años, fue Campanas de Bastabales de Rosalía de Castro. Recuerdo la alegría que le di a mi abuela paterna-gallega- cuando le recité una parte de memoria. Años después, fui leyendo el resto de su poesía y me fui adentrando, por otros autores, en el fascinante mundo de Galicia.
Rosalía Castro-rebautizada de Castro en algún momento- vivió entre 1837 y 1885. Nunca supo quién fue su padre, si bien las sospechas apuntan a un sacerdote. Desde muy chica tuvo inclinación por la poesía, la música y el teatro; igualmente fuerte debió ser su encuentro con la naturaleza, presente siempre en su poesía.
En 1858 casa con el historiador Manuel Murguía, quien animará su vocación poética.En 1863 publica Cantares gallegos. En 1880 publica Follas novas, donde anuncia que ya no escribirá más en la lengua materna. Un año antes de su muerte, publica otro poemario-en castellano- En las orillas del Sar. Escribió, además, cuentos y novelas.
La relación entre Rosalía y la identidad gallega es indiscutible. Supo reflejar el dolor de una tierra de emigración, en la que la mujer quedaba sin esposo, y los hijos sin padre. Supo, a golpes de diminutivos, empapar de ternura a la naturaleza y volverla tan entrañable como la propia subjetividad. Su poema Era apacible el día...-analizado por Roman Jakobson- es un ejemplo cabal de equilibrio en un tema –la muerte del hijo- que podría permitir un patetismo estridente y un desborde primario: hay emoción, pero a la vez hay un talento inigualable para la distancia y poner todos los elementos en perspectiva. (En Mortal y rosa de Francisco Umbral hay el mismo don- y la misma causa).
Donde no me parece tan feliz Rosalía de Castro es en la extrapolación que hace entre el paisaje de Castilla y el carácter de sus gentes: si bien es comprensible desde un punto de vista reducidamente personal, y tenga irrefutables experiencias de fondo, falta una visión política de más largo alcance. Alguien me podrá objetar que la política también se trasluce en la vida cotidiana y no lo voy a negar. Lo que no podría afirmar, ya tan fácilmente, es que de un hecho particular se desprenda una ley universal. Sería ilógico que las mismas falsas generalizaciones y lugares comunes que ni Rosalía de Castro ni Manuel Murguía quieren para los gallegos, fuesen aplicables al resto de los españoles.
Quiero dedicar este mes de mayo a Galicia. Posiblemente quede, para más adelante, una selección de poemas de Curros Enríquez, parte del juicio que se le incoó a raíz de su libro Aires da miña terra, y alguna sorpresa más. Pero mejor no prometer…días de moito, vísperas de nada.
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