Dimitris Angelis: Querido Adam, naciste en Polonia, donde también pasaste gran parte de tu vida. A mi parecer, este país es una frontera europea, aunque en otro sentido –y al mismo tiempo-, no lo es. Yo lo llamaría un país mártir y un país testigo del siglo XX. En qué maneras crees que ser de Polonia ha afectado tu poesía? Sé de cierto que definitivamente ha afectado tu vida.
Adam Zagajewski: Nací en Junio de 1945 en una ciudad que en ese momento cambiaba su nombre y su situación política; es decir, para mis padres y para la mayoría de sus habitantes, era Lwów, que era el nombre polaco. A partir de entonces, se le conocería como Lviv en ucraniano o Lvov en ruso, y se incorporó a la Unión Soviética. Bajo la ocupación alemana, se llamó Lemberg y fue el lugar con las medidas más radicales del Holocausto. Muy pocos judíos sobrevivieron. Antes de que la Wehrmacht[1] y la SS[2] llegaran. La ciudad fue ocupada durante un año, nueve meses (entre septiembre de 1939 y junio de 1941) por los Soviéticos, quienes mataron y enviaron a Siberia miles de personas: polacos, judíos, ucranianos. Era un lugar pavoroso (y, al mismo tiempo, una ciudad hermosa). Nuestra familia, como muchas otras, tuvo que dejar la ciudad después de la guerra debido al cambio de fronteras; y aún después de todo esto, después de la tragedia, inicié una vida más o menos tranquila. Nunca vi un cadáver en mi vida, nunca presencié nada extremadamente brutal (aunque sí presencié agitaciones políticas, turbias callejeras, etcétera)
Cuando era muy joven, no le prestaba atención al pasado reciente, pero luego, me alcanzó (y durante muchos años) la idea de que la terrible violencia que antecedió a mi nacimiento, de alguna manera se guardó en silenciosas capas de mi memoria; por tanto, sí, todo esto ha afectado mi manera de pensar. Ahora no considero que necesite saber muy bien lo que estoy haciendo cuando escribo. Una cosa es saberlo, otra escribir. Una vez. Hace varios años, un poeta estadounidense, Baron Woemser, al revisar mi primera colección poética en inglés,Tremor, decía que mis poemas trataban sobre el renacer, distinto a los poetas polacos de la generación de la guerra, quienes lamentaban la muerte y la crueldad. Esta fórmula me impresionó. Me ayudó a comprender algo de mí mismo. Hoy es difícil decir qué tan cierto es, pero estuve agradecido con él por ello.
DA: Por favor permítame indagar más al respecto: recientemente leí su currículum vitae que termina con la extraordinaria frase, en realidad un poema corto: “Nada sensacional le ha sucedido nunca”. Encuentro esta frase algo provocativa y tal vez irónica, así que le preguntaré: ¿Qué cambios ha notado en su propia poesía (en términos de temas y estilo) debido a los cambios políticos del mundo? ¿Usted ve su poesía como un acto político?
AZ: Hasta cierto punto, ya he contestado esta pregunta: la tranquilidad de mi vida luego del más terrible momento histórico. Pero también tiene que ver con mi temperamento. Hay escritores que aman la acción: Malraux en la guerra civil española, Orwell en la misma guerra en Cataluña, Peguy quién murió en la Primera Guerra Mundial, Apollinaire, quién se convirtió en soldado voluntariamente, François Villon en acciones de distintos tipos. Saint-John Perse, era un funcionario de alto nivel, o tu maravilloso Seferis, quien fue diplomático (como Claudel, Oscar Milosz, Neruda o Czeslaw Milosz). No todos los poetas son introvertidos (aunque probablemente es algo cierto en la mayoría de ellos) pero aún esto no ha sido algo exagerado, y sería difícil imaginar una película basada en mi vida: un tipo sentado en una silla, oyendo a Bach o a Schubert. La silla a veces está en Cracovia, otras en París, Houston, Chicago u otro lado. Pero la quietud de la persona sentada en la silla refleja el ruido del mundo (o el ruidio del tiempo, como Mandelstam decía). Además, siempre me intrega cómo los poetas pueden ser completamente silentes en su estudio y, al mismo tiempo, expresivos, casi histriónicos, al recitar su trabajo en público. Dos caras de la misma moneda.
Alí Calderón: Vayamos ahora hacia preguntas más teóricas. Esta se desprende de su libro de ensayos In Defence of Fervour (En Defensa del fervor): ¿Cuál es la importancia del estilo sublime en nuestros tiempos, cuando la poesía parece despreciar sus códigos de género?
AZ: Georg Christoph Lichtenberg, el famoso aforista alemán, decía: Bemühe dich, nicht unter deiner Zeit zu seinm que significa: trata de no ser de tu tiempo (literalmente: debajo de tu tiempo), que yo entiendo como: trata de resistir a las modas de tu tiempo, intenta profundizar, descubrir tu propia sustancia, en vez de los vientos del tiempo. Así es como yo respondería a tu pregunta. Creo que vivimos en un momento en que la poesía hace dos cosas: a) se fascina por lo concreto, por el detalle y b) intenta hablar el lenguaje de la calle, tan bajo como sea posible: gracioso, coloquial, irónico, etcétera. Me encanta la tendencia del inciso a, y no estoy de acuerdo, al menos en parte, con el inciso b. La exactitud como un modo poético es algo fantástico. Acercarse, casi hasta tocar un objeto concreto, un ser humano concreto, un evento concreto es algo hermoso, sí, pero considerando la segunda noción, deberíamos tener una gama más amplia de estilos a nuestra disposición No estoy diciendo que alguien debe usar una dicción elevada todo el tiempo, no, eso llevaría a un lenguaje artificial, académico, simulado, pero no debemos excluirlo totalmente. Por cierto, me parece que, aunque ya se ha dicho antes, uno nunca se conoce a sí mismo ni a su trabajo, que en mis poemas, el lenguaje dominante es coloquial, conversacional, con asensos ocasionales a un nivel superior. Lo que atesoro es la posibilidad de utilizar ambos tonos; el conversacional y, a veces, un lenguaje superior. En nuestra vida hay breves momentos de visión, de éxtasis, que no podemos representar en un simple argot popular; pero son raros, van y vienen, deben enmarcarse en un lenguaje menor. Esto, en mi opinión, le da vida a la poesía, teniendo distintos niveles de discurso, que viajan de lo superior a lo inferior y viceversa.
AC: Desde su perspectiva, ¿cómo debemos resolver la tensión entre la poesía como una búsqueda constante de lo novedoso y lo riesgoso, y la poesía como la aspiración de lo sublime (la experiencia mundana del misterio, los escalofríos metafísicos, la proximidad de lo inefable)?
AZ: De nuevo, debido a que estos momentos superiores que nos acercan a lo sublime son tan poco frecuentes, tan festivos, se han convertido en una gran parte de donde hay suficiente espacio para realzar distintos tipos de búsquedas, incluyendo la búsqueda de lo novedoso. Esta particular búsqueda no debe ser entendida en los términos de la búsqueda avantgarde por formas de expresión novedosas. ¿no hemos ya alcanzado los límites de esta cacería? No obstante, seguimos buscando lo novedoso en términos del encuentro con una situación humana nueva, una voz nueva a medio tono, una nueva combinación de ideas y emociones. De cierta manera, lo que sea que se dice francamente y que se refiere a un estado de conciencia más profundo, siempre será nuevo. Los gestos convencionales son viejos. Los nuevos descubrimientos, así sean pequeños y que no marcan eras, siempre traen un aire de frescura; y la frescura, una categoría no mencionada a menudo en conversaciones sobre literatura, es una muy útil. Puede reemplazar la categoría de lo novedoso. Hay también otra tensión. Hace algunos años escribí un ensayo, “Inspiración y obstáculo” en el cual presento el argumento de que la poesía hoy se enfrenta a un extraño dilema: debe intentar rescatar la dimensión de lo “maravilloso” (y al hacerlo, librarnos de la modernidad gris y monótona, al menos de algunos aspectos de ella), pero también debe recordar el horror de Auschwitz y Kolyma, el “fin de la humanidad” que sucedió no hace mucho. Estos horrores recordados ciertamente son lo opuesto de lo “maravilloso”. Por tanto, si hay algo cierto en mi argumento, la poesía está atrapada en una contradicción. Así mismo, la poesía por naturaleza se desarrolla en la contradicción, así que no es un desastre, más bien todo lo contrario.
DA: Usted divide su vida entre Polonia y Estados Unidos. ¿Hay alguna diferencia entre los modos que ambos continentes, ambos también en crisis, escriben y entienden la poesía? ¿Podría nombrar poetas contemporáneos que respete más?
Desde el inicio de mis peregrinajes a Estados Unidos a finales de la década de los ochenta, estaba perplejo por las similitudes entre las situaciones de las poéticas polaca y estadounidense. El mapa de la poesía hoy tiene más que ver con países específicos e idiomas que con continentes. Por ejemplo, Francia representa una excepción. Una vez pasé una hora debatiendo con Michel Deguy la noción de la “excepción francesa“ en cuanto a poesía. Fue en Cracovia, en el Instituto Francés hace ya algunos años. Mi punto de vista era que sí, los poetas contemporáneos franceses tienen una estética filosófica distinta, y supe algo de ello viviendo en París durante veinte años, estando expuesto al veto silencioso de los poetas locales. No, dijo él, no hay tal excepción francesa, mira a Ashbery. Hay poetas herméticos en todos lados, no sólo en Francia. Aún así, el hermetismo de cierto tipo prevalece en Francia, lo cual es obvio.
La situación hoy es complicada. Como saben, en casi todos los países a los que viajes, conocerás poetas jovenes que idolatren sólo a Ashbery. En Estados Unidos, Ashbery es sólo una de muchas voces, una voz al márgen, aunque muy bien conocido. Estados Unidos es sociológicamente mejor por la existencia de programas de creación, en los que a veces se introduce una vigorosa presencia de poesía en un lugar público, en los medios de comunicación, etcétera. No es excepcional que la principal hora de noticias en televisión abierta discuta temas de poesía, lo cual en muchos otros países sería condenado de absurdo, imposible (no en mi país, pero ciertamente sí en Francia y probablemente en Alemania).
Ahora, sobre los poetas que respeto.. es una larga lista. No pienso que en nuestros tiempos haya un desierto poético. La lista es demasiado larga como para citarse. Permíteme darte sólo algunos nombres C.K. Williams, Edward Hirsch, Charles Simic, W.S. Merwin, August Kleinzahler, David Ferry, Rosanna Warren en Estados Unidos. En Suecia Transtromer, claro, pero también Goran Sonnevi y Marie Lundkvist. En Alemania Enzensberger, Grünbein, Monika Rinck, Jan Wagner. En mi país Ryszard Krynicki, Ewa Lipska, Tomasz Rozycki. En Irlanda hay varios poetas buenos, aún después de que Seamus Heaney nos dejara.
AC: Usted ha escrito que cada era necesita su propio lenguaje. ¿Cuál piensa que es el lenguaje del nuevo siglo que comienza, o incluso el lenguaje de los próximos años?
No creo que uno pueda planear el lenguaje del futuro, así sea cercano. Ni siquiera sabemos cuál será nuestro propio lenguaje en años próximos: cómo cambiará, cómo evolucionará. No sabemos nada sobre la evolución general del estilo. Estos son años distintos para la poesía, tal vez específicamente para el pueblo Europeo, los lectores se están alejando de ella prefiriendo novelas y la no ficción. El lenguaje del futuro habrá de reaccionar, de alguna manera, a este decremento en el interés de los lectores.
Fuente: http://circulodepoesia.com
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