Si creemos que en una inteligencia sobrenatural o sobrehumana creó el universo,
acabamos llenando nuestras bibliotecas con
las profecías de Nostradamus y los cálculos en torno a la Gran Pirámide. Si, por el contrario, elegimos la vía de Montaigne y de Voltaire, nos asfixiamos
en la sulfurosa aridez del Club del Libro de Izquierdas.
Es una observación significativa acerca del triunfo de la ciencia sobre
la magia que, si alguien nos dijera “ Si echo esta pastilla en tu cerveza,
explotarás” es probable que le creyéramos; pero si exclamaran “ Si pronuncias
este encantamiento, tu cerveza perderá su fuerza”, nos mantendríamos incrédulos,
y Paracelso, los alquimistas, Aleister Crowley y todos los magos han vivido en vano. Sin embargo, cuando leo
ciencia, creo en la magia; cuando estudio magia, creo en la ciencia.
Cyril Conolly, “El círculo mágico”
en Obra selecta, p. 439
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