El mar no te hace preguntas. El mar no te analiza.
La alegría no te pregunta por qué estás alegre.
La presión del pie sobre la arena no te hace preguntas.
La arena, bajo el pie, no te analiza.
El olor de la comida no te pregunta si tenés hambre:
te invita.
El abrazo no te analiza:
te abraza.
¿Por qué buscar explicaciones que no explican nada,
cuando aceptar el misterio es descansar y entender?
tão melhor mesmo o entendimento sem explicação...a entrega que o mar ensina...
ResponderEliminarbeijos, querido Ignacio!
fluyamos...
ResponderEliminarabrazo*
Ignacio, desde que Descartes, allá por el siglo de las luces, plateó la duda cómo método, dejó la puerta abierta a racionalizar hasta que el amor es una conjunción, una suerte de fórmula química, que hace posible que dos personas se amen. Por fortuna en el último siglo y en el actual, la percepción, las emociones, la sensualidad, han restado hegemonía a la razón. Pero no hay que descuidarse.
ResponderEliminarMaravillosa entrada. Me ha encantado
Abrazos
Quem nos dera ter essa confiança que dispensa perguntas :)
ResponderEliminarbeijoss
El amor es una fórmula. Y la fórmula es el misterio.
ResponderEliminarGenial este poema. Me encantó.
Abrazos!
No, el hermoso mar no hace preguntas... porque no es un hermoso ser humano. El ser humano debe hacer preguntas... para no transformarse en un mar borrascoso
ResponderEliminar(la Edad Media quedó, por suerte, atrás... ¿o no?)